Me dejo llevar por el agua sin nombre
que invade la tierra y su entraña.
Aprendo a encontrar el camino que sepa llevarme a mis propios inicios
al cauteloso rincón donde guardo tus besos
al cofre capaz de traerme tu última imagen,
la que imprimiste en mi pecho
cuando cerramos la puerta de todo lo que hasta entonces conocíamos
cuando me desprendí de tu arquetipo y me quedé con una idea equivocada
cuando me fui al otro lado del mundo
y detrás de la niebla
hasta ahora
me hundí.
***
No soy yo
ni soy esto que escribo.
Tampoco soy la sombra de lo que habría querido ser
o escribir.
Menos aún, mi rostro en el espejo
fiel a su imagen
desde hace cuánta soledad en los relojes.
No soy la madre de tres hijos
ni la mujer de un irlandés americano
misógino, anarquista
ni el fantasma de mí
ni la serpiente en que pensé me había convertido
(en los poemas para Ulises
tú lo sabes).
No soy mis manos
aunque me llama la atención su tosquedad
y su simpleza.
No soy el poema que sigo esperando en las noches despejadas
-como caído del cielo-
y nada tengo que ver con ésa que se sienta a leer versos en la mecedora.
Pero me he acostumbrado tanto a mí
que tengo miedo de perderme
aunque, en verdad, no pierda nada si me esfumo
si mis sentidos
mis ideas
mis terribles presunciones
hacen un pacto con la muerte
a mis espaldas.
Tal vez por eso
mi pequeño personaje
inútilmente se entretenga en fantasías y supuestos…
Intimidado frente a aquello que sí soy
no puede más que alucinar
por si le creo, nuevamente, sus mentiras.
***
Vengo del reino de la luz
y pese a tanta oscuridad
la luz ocupa espacio en mí
definitivo.
Y qué si una tarde me pude lanzar cuesta abajo.
Vengo del reino de la luz.
En mí, la vida.
***
Del jardín de nuestra infancia quedó un túnel de ciprés
que el bisabuelo vio crecer hace cien años
terciopelo de las guabas esparcidas en el césped
humedad en la pileta derrumbada
fulguraciones de la luz entre las plantas.
Tal vez por eso aún el tiempo no se ha ido.
Todos me dicen que lo han visto en aquel sitio
como quien mira sus rituales
despojado de sí mismo.
Fiel a su entonces.
Detrás de la brisa
esperando.
***
SIMULTÁNEAS ALREDEDOR DEL MUNDO
Recibo la llegada de la noche.
Golpeo el teclado
este hermoso piano de vocales y consonantes que lanzan su música inaudible
dejando que la ciudad se me escape lentamente por el oído izquierdo
mientras por el derecho me invade la tierra cruda que está del otro lado
los chaquiñanes detrás de mi casa…
Si los seguía me llevaban a la autopista
que sin saberlo rompe los montes
separa el campo
y mi madre
en su pequeño escarabajo por el camino empedrado
mientras yo, en la Gran Muralla,
bajo la luna llena
me recuesto.
***
Algo de oscuro en ese vuelco de la sangre
donde unos ojos imprimieron el terror de mis cuatro años
sin roce alguno que calmara el aluvión
sin un abrazo que ciñera mis rodillas.
Despedazada la matriz
endurecidos mis pulmones, ya sin aire.
No me salvé.
Apenas pude resistir entre las mantas
por si la luz
al otro día era un milagro
la fugitiva que me abriera pasadizos
para llegar a los horrores que en mi cuerpo se agazapan.
Algo de oscuro fue volviéndose poema
bajó hasta el fondo de mi voz
gritó por mí.
Quito, 1972. Ha publicado los poemarios Las naranjas y el mar, Llevo de la luna un rayo, Paisaje de sal, La pendiente imposible, obra premiada y publicada por el Ministerio de Cultura del Ecuador y está por publicar Detrás de la brisa, mención de honor del premio César Dávila Andrade. Su obra ha sido parcialmente traducida al inglés, portugués, italiano, francés y euskera. Forma parte de antologías y publicaciones en América Latina y Europa. Actualmente vive en Quito y trabaja como traductora.
Contacto: mayayu5@hotmail.com