Todo lobby gay es poco
¿Si en plena etapa de cambio,
en una zona denominada franca,
y en un país más que menos receptivo,
sufren todavía el desprecio
de unos ojos adversos
a una cogida de manos
entre las dos,
qué será de las chicas parecidas
en aquellos países estáticos,
dados a la momificación de las normas?
Si todavía aquí,
en la dócil contemporaneidad,
sin que se les martirice,
y/o torture, se les mira, a veces,
de un modo que no es el modo,
luego de que se les azotara
con piedras y picanas,
y recursos leguleyos,
y miradas incómodas,
-en ese orden descendente,
e inextinguible-,
durante siglos,
hasta llegar apenas
a una pálida asimilación
-denominada tolerancia-,
en las postrimerías universales
denominadas nuestro tiempo,
en una época coincidente
con el ocaso
de la regencia yanqui,
-que es a la vez el comienzo
de otra regencia universal:
¿la china?, que por lo visto
tampoco favorecerá estos vínculos-;
¿qué será entonces de las chicas
así, como nosotras,
de ahora y de mañana,
en esos tórridos países?
¿Y qué será de nosotras,
todavía hoy y aún mañana,
si ahora mismo no sentimos
su malestar igual que ellas?
Tanta mujer, que ya no hay dedos
Tanta mujer
de esa manera
en cualquier parte,
comida por el quejido
interior aquel,
que es un valor de uso.
Tanta mujer hervida
en el caldo mismo,
sabor canela,
de su reverberancia.
Pendiente de cada gesto
y de cada comportamiento a la caza.
(Al punto de que no escapa ni una.
Porque no estamos para pérdidas
mayores que las justas).
Tanta mujer picada
por el impulso grave
de posar la boca hirviendo
sobre el temblor de un sexo
igual al suyo.
Y así pasar la noche tierna.
Y la mañana y las tardes siguientes
a esa noche.
Y saborearlo.
Y dilatarlo hasta que se pueda.
Y adulterarlo con agua
o miel para que dure.
Tanta mujer, que ya no hay dedos.
Tanta mujer así,
desde hace tanto.
Un otro Getsemaní
A Norma Téllez, que me abrazó
y a Teresa Pérez, que lloró
mientras el tribunal sexual me condenaba.
Con lo diverso que era
el repertorio sexual
de mis vecinos y colegas,
con la de formas amorfas,
groseras y hasta penosas
con que unos y otros
se mezclaban, perforándose…
con la de coito sádico
y provisional y adúltero,
con la de nulo empate,
que había tenido lugar
hasta esa cruda fecha
del año dos cero cero nueve…
y que me prohibieran amar
y ser amada, escrupulosamente,
por una chica emblemática.
A ver, partida de genízaros,
¿cuánta llovizna de sexo miserable
no había caído ya
sobre todos ustedes?
Sé que el ancho, pero estrecho
territorio nacional
corregirá, sin prisas,
lo que nos hicieron.
Pero, caramba, compatriotas,
hijos y nietos de compatriotas,
vecinos y colegas
de mis antepasados,
parientes míos:
¿por qué me dejaron sola
con tanto que perdonarles?
***
Gleyvis Coro Montanet. (Pinar del Río, 1974). Tiene publicado los textos: Con los pies en las nubes (Gran Premio Vitral de Narrativa, Ediciones Vitral, 1998), Cantares de Novo-hem (1999), Escribir en la piedra (Premio Alcorta de Poesía, 2000), Poemas Briosos (2003), Aguardando al guardabosque (2006), Jaulas (2009) y Mujer de letras/Woman of letters: The Spanish text and facing English translations of the poems of Gleyvis Coro Montanet (2010). Ha publicado la novella La burbuja (Premio de novela “Cirilo Villaverde”, 2006, Premio Anual de La Crítica Literaria 2007, y Tercer Premio en Concurso Interamericano de narrativa, Fundación AVON para la mujer, 2007). Textos suyos aparecen en publicaciones periódicas y varias antologías.