Camarero, hay una emoción en mi sopa
Preservativos.
Una nacionalidad.
El cinturón de seguridad.
Gafas de sol.
Un plan de jubilación.
Cremas de protección solar.
Zapatos.
Dos apellidos.
Un más allá.
Señores pasajeros:
hacen lo correcto
al recubrir sus corazones
con varias capas de barniz.
Hacen bien al vacunarse
contra lo imprevisto.
Nos asombra su cautela,
su perfecta estrategia
contra el resbalón.
Pero si miran por las ventanillas
aún podrán ver pasar la vida.
***
El coleccionista de tentativas
Vuelves de suicidarte otra vez.
Traes sepultado bajo la lengua
el cuerpo de un Cristo
cuya cruz es de neón verde
y su génesis genérico.
¿Buscas la ascensión
o te conformas con la baja?
Aún estás a tiempo, huye del delirio,
vuelve al cauce plácido de la cordura,
déjanos las gestas psicóticas
a los crónicos:
danos la paz.
Por mucho que te empeñes
—Lázaro autolesivo—
simular un suicidio no es resucitar.
***
Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aún tengo un sueño. Martin Luther KingOnirican Express
Tengo un sueño recurrente, un sueño profundamente arraigado en el consumismo:
Sueño cada noche que despierto en un centro comercial diferente pero a la vez idéntico a sus semejantes. Sueño que empujo carritos que levitan sobre la niebla, con mostradores atendidos por ángeles, expositores que ofrecen mercancías de colores nunca vistos antes. Sueño que compro —y si el sueño es muy vívido incluso hurto— kimonos azules, huevos de animales mitológicos, paracaídas… objetos que solo tienen valor para seguidores de Freud o Lacan, objetos inútiles en la vigilia.
A veces me despierto y acudo a comprar a centros comerciales que parecen diferentes pero son idénticos a sus semejantes. Empujo carritos con artrosis entre mostradores atendidos por súcubos y expositores de mercancías de colores inasibles para la retina. Inevitablemente compro —porque despierto temo robar— trajes azules, huevos en oferta, paraguas, muebles levemente suecos, yogures desnatados, tiritas, fundas para las fundas y somníferos con los que sueño que despierto en un centro comercial diferente pero a la vez idéntico a sus semejantes y empujo carritos que levitan sobre la niebla.
***
A.D.N.
La más nociva y curiosa especie
es el homo sapiens.
Extermina
o
canoniza
con idéntica pericia.
Su casta domésticamente salvaje
le impulsa a matar.
Repta
e
intenta
a la vez despegar
y perpetuarse en un más allá.
No se cree animal
y aspira
a
ser dios.
Humano tampoco es.
Se reproduce por ganas de joder.
***
Declaración del pagafantas*
Voy a quererte
por amor al arte de quererte.
Voy a quererte a fondo perdido,
en vano, en balde, en saco roto,
incluso vestida.
Voy a quererte
apestando a Benedetti y a Platón,
al modo de los que son tan buenos
que parecen tontos.
Voy a quererte hasta sin querer
y voy a madrugar también
para hacerlo adrede.
Voy a quererte quieras o no quieras,
a quererte muy a pesar tuyo,
mucho más que tú a ti misma.
Voy a quererte tan bien tan bien
que si un día por lo que sea
me correspondes
me das un disgusto.
Pepe Ramos
Pepe Ramos, Madrid 1971. Ha publicado los poemarios Samsara (Crepitus, 1998), La copa rota (Línea de fuego, 1999), Cinco formas de dar pena (Crepitus, 2002) y La ansiedad del escapista (Huacanamo, 2012). En narrativa ha publicado los libros colectivos Sobras incompletas (Vosa, 1995) y Tres pájaros (Crepitus, 2001). Ha sido antologado en New spanish poetry (Nueva poesía española), Poemas para cruzar el desierto, Siete samurais, Agua: símbolo y memoria, Poesía para bacterias, El Tejedor en… Madrid, Polwysep w wierszu (Península en verso), Poesía en sidecar, Poesía en Los Jacintos, Esto no rima y en Diez de diez.
Ha coordinado la antología de poesía madrileña Poesía Capital (Sial, 2008). Parte de su obra se ha traducido al inglés, al italiano y al polaco. Ha sido becado por la Fundación Rafael Alberti y representó a España en los primeros encuentros de Poesía Joven Europea (París 2004). Ha trabajado entre otras muchas cosas como redactor, profesor de talleres literarios y guionista de videojuegos.