CUERPO
Esto es lo que dicen que se siente cuando tomo el lápiz y lo lleno de letras, confieso mis pecados, ya lo he hecho antes y es magnífico, se siente la tinta derramada por la venas, por las hojas, por los orificios; pedazos de cuerpo que se juntan bajo un mismo sello, cabello que se agota entre las manos secas como hojas, uñas descarnadas, superávit de grasa en la parte frontal, ojeras más grandes que los sueños, tatuajes desteñidos alrededor de y en torno a, consumidores naturales de chatarra, carbohidratos Zero; una mudez nerviosa ante una pregunta urgente el rostro en el espejo es una máscara nueva, mi nombre una falsificación apurada, mis amigos y familia se vuelven seres impenetrables y mi voz la dicta una desconocida.
Entonces soy transparente como un vaso vacío y una pared de ruido blanco se levantan…
Me siento tan rara que olvido qué significa intimidad.
Busco dentro de mí, ansiosa me deshago de cada cáscara colorida como jugando con una Matrioska, me detengo de golpe por la incertidumbre de lo que podría encontrar.
Resignada, trato de mirar la intimidad de los otros como un detective privado.
Pensemos en que las vértebras maduran con la experiencia y no con los años.
Pensemos en que la cabeza es un uniforme de ideas benevolentes y atractivas.
Un concierto de golondrinas muertas, un concierto de plumas de colores infinitos.
Pensemos en los mitos del pasado y de la fina hierba que se esconde entre los dedos de la infancia, en un chubasco de amaneceres petrolizados y días marchando sin numeración.
Pensemos en anocheceres terroríficos, en gatos que se comen otros gatos y huesos que se desgastan a cada segundo, pensemos en enfermedad, en camillas y en hospitales, en la piel corroída y arrugada, en la aguja que atraviesa la carne y el dolor que carcome la mente con pasajes siniestros de la más absurda poesía.
El dolor no es otra cosa que la vida, la enfermedad no es otra cosa que la vida, los ojos que se apagan, los ascensores que se cierran, las puertas que serán golpeadas por el viento, la lengua pegajosa que ya no habla, las cuerdas que se han roto.
Pensemos en sumergirnos en un mar de ocasiones inéditas, de recuerdos estériles, de imágenes desconocidas, de papeles blancos y bebidas negras, en el corazón que late desmedido, en la savia que rueda por la frente, en las manos que tiemblan sudorosas.
Pensemos en palabras sin sentido, en la boca del estómago que grita, en la soledad de una cama blanca y quieta, en las ventanas tapadas por la ausencia, en la cabeza que vibra a su propio ritmo, en la piel erizada por el frio y por el miedo, en la obsesión, en el vacío.
Pensemos en morir.
La escalera que se cierne sobre nosotros como previo aviso de lo que vendrá, la puerta que chilla y cruje.
El tiempo se nos escurre entre los dedos y la luz que traspasa el temor a la muerte, el horno esta rojo como el atardecer, como la piel que habla, no traspases esta propiedad, el reflejo oscuro, el olor a última etapa.
La feminidad estéril, el cuerpo es un abismo, sellado y guardado entre algodón pre lavado, no planchar dice: las arrugas son la prueba fehaciente de la existencia.
«La bicicleta me espera junto a la puerta, ha estado allí por siglos, pero no quiero salir, ese es el problema».
• Fragmento seleccionado como tentativa de tatuaje •
«el cuerpo es un abismo».
Quiero morir antes que llegue el tiempo en que se sequen las heridas y se caigan las uñas, todo es desierto seco, un sinfín de inseguridades, la belleza está coja y tose bajo una alfombra artificial.
La memoria, aquel antiguo encanto que hemos olvidado bajo las sábanas.
Hoy ya no es ayer y los pulmones se arrugan con el tiempo, dando paso a una camilla bajo la luz pálida del techo, única vista.
Después de ese momento, solo silencio.
Mi cuerpo es una fachada, la piel, aquella piel lozana y brillante, blanca, pálida.
Es ahora aún más pálida.
La enfermedad es un credo, es el presente y el abismo, un hogar siniestro que crece de adentro hacia afuera, extraño habitante.
La carne muere, la carne se pudre, soy la carne, el vicio que se consume en un solo ser, vamos caminando enfermos, deshabitados, inconscientes de la piel, del abismo, vamos dormidos en ella.
Desaparecer es el ahora, la muerte es el ahora.
El cuerpo es un abismo.
Giovanna Chadid
(Bogotá, 6 de Diciembre de 1985) Escritora y Poeta. Ha publicado artículos sobre arte, literatura y política en medios como: www.superdemokraticos.com/verseuchende-politik/ Alemania – Revista Migala/México – Revista Lamas Medula/Buenos Aires. Ganadora de la beca Colcultura 2009 Universidad Nacional de Colombia (Nuevas Herramientas Para la Creación) Su primer libro es Guevonaditas Varias (Corpos Editora/Portugal 2011) traducciones al español/portugués http://www.worldartfriends.com/store/1221-giovanna-chadid-guevonaditas-varias.html. Maneja la bitácora: www.literaturachadid.blogspot.com
Bellos poemas!
Estos poemas me han llegado a lo más hondo del corazón.
Hermosos…