Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Ratas

ISABEL CIENFUEGOS

Si yo me hubiera dedicado solo a las ratas.

¿Pero qué iba a hacer yo? ¿Qué tenía que hacer yo?

Luis Martín Santos

Jueves 16 de septiembre

Una oportunidad. Una salida, como dice mi madre. Hay carreras con salida y sin salida. Importante a la hora de elegir. Menudo rollo. Ingeniero es con salida. Biología no. ¿Qué se puede hacer con biología? No irás a ninguna parte. Nadie gana nada con los bichos. Mira por dónde he conseguido la beca. Un año entero, dos con suerte. Hasta cinco, si hay publicaciones, ha dicho el Jefe de Departamento. Me temblaba la mano al firmar, de emoción supongo. No hay que hacerse ilusiones, no voy a dirigir el trabajo científico. Mi tarea en el laboratorio es de auxiliar. Manejar animales. Anotaciones. Por algo se empieza. Y dentro de quince días en el Centro de Investigacion. ¡Toma ya!

Sábado 18 de septiembre

En el experimento hay dos tipos de ratas. Unas que se acojonan rápido y otras que van de duras. A todas se les hacen las típicas cosillas para estresarlas y ver por donde salen. Parece que no son tan distintas de la gente. No sé si luego les darán pastillas, algo para levantarles él ánimo si se quedan hechas polvo. Tengo que acabar de leerme los papeles, a ver si me da tiempo. En cualquier caso, no quiero mezclar estas notas con mi trabajo. Aquí solo vida privada, personal. Bajo clave y en una carpeta que no pueda rastrearse del portátil. Bueno, mejorar mi expresión escrita también puede valer para las publicaciones científicas. Prosa fluida y concreta a la vez. No está reñido lo literario con la ciencia, y si no, ahí tenemos a Freud.

Lunes 20 de septiembre

He ido con Lo a la Dehesa de la Villa. ¡Qué tía! Nos lo hemos hecho tres veces. Así, en el verde, como quien no quiere la cosa. Me pone a tres mil. Y eso que antes me daba asco el piercing de la lengua. Hoy me lamía la oreja y la bola daba golpecitos. «Ratas», me soplaba al oído, retorciéndose de gusto. ¡Qué tía más cachonda!, y eso que no lo parece, tan gótica, tan fúnebre, con las botazas. Tiene sus cosas el look. Los agujeros en las medias, por ejemplo. Me encanta meterle los dedos. Quieto, que me empalmo. Da corte llevarla con Luis y Carlos y las superpijas, pero no hay por qué mezclar, y lo de hoy ha sido la hostia. Al final hemos rematado en su cama. Después todo eran preguntas sobre la beca y venga a que le explicase lo del estrés y los animales. Es superlista la tía. Y supervaga. Dice que no se le dan los libros pero no se lo curra. Ella, con tener para sus cosas lo mismo le da la peluquería que la caja del supermercado. Total, no dura ni un mes en cada sitio. Para mí que trapichea, si no a ver cómo.

Enseguida han venido las otras dos petardas de su piso y hemos tenido que dejarlo. Ese sitio no es para compartir. Un estudio, ¡ja! El salón es como el pasillo de mi abuela. La cocina un estante allí mismo. Suerte que Lo duerme en el cuartito, aunque sea con otra. El sofá cama ya es demasiado. Yo, con la beca me voy a buscar algo solo. Necesito mi espacio.

Viernes 24 de septiembre

Fiestorro en casa de Luis con las superpijas. Cómo mola ser rico. Y que tus padres estén de crucero. La casa para nosotros. La casa, la piscina, el jardín, esas cositas. Las superpijas impresionantes después de Mallorca. Trajeron otra superpija nueva. La misma calidad. Pata negra. Patas interminables y bronceadas, pelos largos, lisos. Un poquito tontas de risa, la verdad, pero qué dientes, y qué bocas y qué todo.

Nos pusimos en bañador, y Carlos que es un crack se metió a cocinar. Yo preparaba copas, y ellas en el borde de la piscina tocando el agua con los deditos. No se bañaron, claro. No sé qué tienen las pijas que ni se bañan, ni comen, ni deben de cagar. Son de plástico. ¡Pero qué plástico!, con olorcito suave a crema o a colonia. Nosotros nos metimos en el agua para jugar a una especie de waterpolo bestia. Y ellas risita va risita viene. Luego, comilona en el cenador. Me encanta lo del cenador, la sala, el ofis o como se diga, el cuarto de la plancha, esos lugares inexistentes en una casa normal. En fin. Me dormí de tanta birra en una tumbona y desperté medio quemado. La gente iba de siestas por aquí y por allá, Luis sobre todo, que se tiene ligada a la pija mayor. Todos estábamos la mar de amigables jugando a una especie de prendas. Al final las chicas se quedaron en topless, yo creo que más que nada para que viésemos que las tenían morenas, y se dejaban algo más. Bueno, como se dejan ellas, que nunca rematan bien, pero así son las cosas y ya no se quedaron a la cena, aunque casi mejor. Nos metimos a nadar en bolas y nos empujamos unos espaguetis. Hablamos de sus masters y de mi investigación. Son unos tíos puta madre y nos va a ir de cojones a los tres.

Lunes 27 de septiembre

Me largo de casa. ¡Por fin libre! He hecho cuentas. Hay que apañarse hasta la primera paga de la beca. Llega. Justo, pero llega. Y he encontrado algo. Una chorra que te cagas. Casi un loft. Para mí solo. Una planta baja que era mercería. En Fuencarral, cerca del metro. Me llevo el colchón y he comprado un calentador de butano. Hay una cocinilla de gas y un medio váter con ducha. Habrá que pinchar la luz. Se lo pido a Luis, para algo es ingeniero. Alguna pega tenía que tener tan barato.

Que la tonta de Marta se quede mi habitación si quiere. No volveré nunca.

Adiós a las histerias de mi madre, a sus neuras de jefa de telefonistas locas en la Fonotimo Móvil. Adiós a los resoplidos del viejo tirándose de la corbata y quitándome el mando de la tele, a sus siestas de rinoceronte comercial a sueldo del Concesionario Cutremonovolumen. ¡Hasta nunca!

Me largo con mis cosas y el portátil. ¡Ahí os quedáis, pringaos!

Tengo tres días para instalarme antes de mi nueva vida de científico.

Miércoles 29 de septiembre

Las ratas en el experimento son de una raza especial para investigación. Hay dos tipos: las sensibles al estrés (RS) y las resistentes (RR). En los papeles pone cómo hay que hacer las cosas. El día uno tal, el día dos cual.

Las ratas al principio están como unas reinas en cajas grandes y limpias, de tres en tres con toda la comida y el agua que quieran. Luego hay unos experimentos que se detallan mucho. Así nadie pondrá pegas a los resultados. Por ejemplo, se les da azúcar, a diferentes concentraciones, para ver cuál les gusta más. El azúcar es para las ratas como el placer en humanos. Si luego no se toman el azúcar es porque el estrés las ha dejado más o menos lelas.

Después de lo del azúcar, empiezan las putaditas, que también están muy detalladas, aunque esa parte no he terminado de leerla. Es muy larga y voy a tener tiempo de sobra.

Con todo el rollo se me ha hecho tarde. Ya no pensaba salir, pero he llamado a Lo. Me han dicho las del piso que se ha mudado. Supongo que también ella busca su espacio. No me han sabido decir dónde está. Le darán el recado por si quiere buscarme. Me temo que debe de estar tiesa, tiene muerto el móvil.

Viernes 1 de octubre

El Centro, el Cei como ellos lo llaman, está en Cantoblanco. Bueno, están allí los animalarios y los laboratorios y todos esos sitios donde se hacen las cosas de verdad. Luego creo que hay un edificio en Madrid para la estadística y eso. Mi jefe ha dejado claro que él está en el edificio de Madrid. Hoy me ha recibido para la firma. A mí y a otro chaval, que ya es doctor y que debe de estar en los dos sitios, y se supone que va a dirigir el experimento. Bueno, este y otros, no sé cuántos, la verdad. No hablaban más que de fondos y de no perder el tren y de que tiene que haber resultados y de las publicaciones. En realidad hablaba el jefe. El otro respondía de vez en cuando con algún dato. Poco, porque el jefe parece un cabroncete. Todo era decir que no podía ser, que iba con retraso, que esto y lo otro tenía que estar ya terminado. Una bronca, vaya. Menos mal que se ha ido corriendo a la lectura de una tesis.

El chaval ha dicho que se llama Amador. Menudo nombre. Supongo que le vendrá de algún abuelo. Yo es que me llamo así y me lo cambio. Anda que no se tienen que haber reído de él en el cole. Él también tenía prisa. Estaba en la mitad de no sé qué. Dijo que ya hablaríamos. Me llevó al laboratorio, un semisótano. Me ha dado otra vez el protocolo del estudio. Ha dicho que las ratas llegarían mañana, que me familiarizase con el sitio. Sabe que acabo de terminar la facultad, pero dice que no importa, que lo haré bien y que me lo estudie.

Me he quedado un rato. No estaba mal el sitio. Antiguo, supongo, por los desconchones y la roña de las cañerías, pero despejado. Al fondo hay una encimera, una pila, un ordenador y un taburete. A los lados están los estantes para jaulas y cositas aquí y allá. El sol entraba por los ventanucos, unas rendijas casi en el techo. Me sentí un bobo y me he pirado. Casi tengo leídos los papeles. Allí ya no había nada que hacer.

Sábado 2 de octubre

Sin noticias de Lo. Con las del piso no se ha puesto en contacto y el número del móvil dice que no corresponde a ningún usuario. Tampoco hay noticias en el correo. Fui a casa de los viejos a por juegos y cosas que me había dejado. Estaban en el cine. Me piré enseguida, no fuesen a volver. Efectivamente la tonta de Marta se ha quedado con mi cuarto. Es imbécil. La pillé tirada en mi cama con mi i-Pod. Se lo he quitado de un tirón. Lloriqueó diciéndome que mamá lo está pasando mal. ¿Y qué quiere que yo le haga? Te podías haber esperado, dice. Seguro que repite lo que oye decir. Habría dado igual, la buena siempre es ella. En fin, yo a lo mío. He dado un buen portazo al salir. Se oían los chillidos desde la escalera. Insultos, supongo. ¡Qué gusto largarse!

Domingo 3 de octubre.

Jugué toda la tarde al Halo. Comí un trozo de pizza sentado en la cama. Un gustazo. En el loft nadie te chilla ni te hace recoger las cosas. Es verdad, van saliendo pelusas, pero todavía son pequeñas. A las diez se han presentado Luis y Carlos. Hemos jugado un rato juntos. Carlos se ha picado mogollón porque iba perdiendo y ha dicho que nos habíamos aliado. Le hemos tomado el pelo. Después hemos ido a tomar unas birras por Argüelles. Las superpijas también estaban allí, a la puerta de la disco. Al final hemos entrado. No es que me encante bailar, pero me muevo como cualquiera. Carla la superpija morena ha estado muy simpática. Le he contado que vivo solo y me ha puesto ojitos. Pero tengo que cortarme. Hoy me he gastado casi lo del mes. Supongo que las becas se pagarán por meses como los sueldos, porque el otro día no se dijo nada. Hay que enterarse y mientras tanto a espaguetis y tomate de bote.

Martes 5 de octubre

Caramba con las ratas. Yo me había imaginado unos ratoncitos blancos, pero son marrones, grandes, casi sin rabo. Van en jaulas de tres. Cinco jaulas de cada tipo. Treinta en total. Viven como reinas. Hay que rellenarles el pienso cada poco, tenerles el agua limpia y quitarles las cacas todo el tiempo porque cagan continuamente. Dan vueltas a la caja olisqueando. A veces levantan la cabeza y miran. Tienen ojillos estúpidos y sobrados, como si fuese normal tener a un tío a su servicio. En fin, para eso me pagan, supongo. Amador vino el lunes, con ellas. Me explicó dónde tengo que apuntar las observaciones. También apunto la comida y el agua que gastan. Las cacas no, menos mal. Y habría que anotar si ocurriera algo raro. Me dieron ganas de preguntar qué sería algo raro, pero después de su discurso sobre las ventajas de que yo sea biólogo no me atreví a decir nada. Supongo que lo iré viendo. Amador no volverá hasta dentro de dos semanas, lo que llama el periodo de adaptación.

Domingo 10 de octubre

Lo apareció de repente el viernes por la tarde en el loft. Más ella que nunca. Quiero decir más negra y eso. Uñas negras, boca negra, sombras negras en los ojos. Piercings en las orejas. Las botazas, las medias, una especie de capa hasta los pies o algo así. No sé bien, desde la entrada se lo empezó a quitar todo y nos enrollamos allí mismo, en el suelo. Luego me contó que ha conocido a unos okupas muy enrollados, por Embajadores, y le han dejado un sitio. Estaba la mar de contenta. No paga alquiler y se dedica a hacer joyas con pinchos. Yo le conté lo de las ratas, pero la verdad es que sonaba soso porque todavía no ha pasado nada. Nos lo volvimos a hacer. Le sigue encantando soplarme lo de «ratas» al oído. Se ha quitado la bola de la lengua. Yo creía que era tan buena por eso, pero qué va, es todavía mejor, ¡qué tía! ¡Qué tetas! ¡Qué culazo! Especta-cular en toda la amplitud del término. Me propuso ir a no sé dónde, que había un concierto o no sé qué. La verdad es que estaba rendido de cambiar comederos y quitar cacas y no me apetecía salir. Repetimos y me quedé KO. Cuando me desperté se había ido. Una visión, un torbellino, Lo.

Jueves 14 de octubre

Las ratas están requeteadaptadas. No sé cómo vivirían antes, pero ahora les parece de lo más normal que todo caiga del cielo sin pedirlo. Hasta creo que miran mal si tardo en servirlas. Me voy del laboratorio a las diez de la noche y tengo que volver a las siete. Aquello no se puede dejar solo mucho tiempo. No comen, devoran. Si no engordan es porque no paran. Corretean por las jaulas, mueven sus ruedecitas de hacer ejercicio y cagan. Pocas veces levantan el hocico. No creo que se hagan idea de que puede haber algo más allá de su jaula. Ni se tienen en cuenta unas a otras. Están separadas por sexos. Y tres en una jaula es mucha holgura.

Viernes 15 de octubre

Hoy ha venido Amador nerviosísimo. Dice que vamos con retraso. Y a mi qué me cuenta. Se puso como loco a montar las cosillas para la fase siguiente que empieza el lunes. Hay que dar azúcar a las ratas. Mejor dicho, hay que probar a ver cuánto azúcar les gusta a las señoras ratas. Me ha enseñado a preparar las concentraciones y hemos repasado cómo tienen que probarlas de una en una. También cómo se hacen las cuentas, la estadística y eso. Al final se sabe qué concentración prefieren, no cada una, claro, sino en conjunto. Hay un programa en el ordenador. Se tiene que repetir todo un montón de veces y luego meter los datos. Va a ser un curro de narices. Él me ayudaría, ha dicho, pero resulta que tiene que supervisar otros tres experimentos, así que va a dejarme más o menos solo. Que se lo diga en los correos o le llame al móvil si tengo problemas. Del superjefe ni hablar. Estará dándose gomina para salir en la foto del Nobel.

No va a dar tiempo, le digo. Tiene que dar, dice. Lo del azúcar tiene que estar listo antes de fin de mes. Entonces empieza el verdadero experimento. Y cuándo me van a pagar, le pregunto. Cree que entonces, me dice. Espero. Ya no aguanto el tomate de bote y no me llega para el alquiler.

Domingo 17 de octubre

¡Me lo hice con Carlita la superpija! Todavía no lo creo. El caso es que salimos el sábado con ellas. La disco y eso, y luego todo el mundo sin ganas de irse, y va Luis y dice que sus viejos se han ido de finde, que por qué no nos vamos a su casa. Llamadita de las chicas para decir que se quedan a dormir cada una en casa de la otra. Vaya modo de meter bolas. Así que nos fuimos todos a Aravaca. Allí copitas y esas cosas y luego se empezaron a perder todos por las habitaciones y Carla y yo nos quedamos oyendo música en el salón, y noto que se acerca y me pone como ojitos un poquito mimosa, y le doy un besito, y me lo devuelve, y otro besito, y otra miradita, y que si me gustas y que si esto y que si lo otro. Un poco empalagosa, la verdad. Me la llevé a uno de los cuartos y nos lo hicimos como el que no quiere la cosa. Luego, por la mañana ni nos hablamos. Las chicas se fueron antes de desayunar. Nosotros pedimos una pizza y adecentamos un poco la casa, pero estábamos matados. No sé qué le echan a las copas en esa disco. Me he pasado la tarde tirado en la cama y acordándome de Lo.

Martes 26 de octubre

Escribo en el laboratorio. La norma era no escribir en el trabajo, pero va a ser imposible de otra forma. Lo haré en el pincho y lo meteré en el portátil algún día. Cuando pueda, porque esto es de locos. No salgo antes de las doce de la noche y tengo que estar aquí a las seis. Y ni siquiera tengo todo al día. Las ratas van a su bola. Se toman su tiempo para probar el azúcar. Les importan un pijo los plazos. Para mí que están empalagadas. Amador se cabrea por el móvil. Ha dicho algo de que no hay pelas sin resultados. De eso nada monada. Si las ratas no se espabilan habrá que espabilarlas.

Domingo 31 de octubre

Me levanto a la una molido. Un dolor de cabeza espantoso y sin haber tomado ni una birra. Ayer en el laboratorio hasta las dos de la madrugada. A. y yo cerramos las cuentas. Desde luego que las ratas acabaron de decidirse. Y qué si yo les ayudé. Se veía claro desde el principio: ni mucho ni poco. Tampoco hay que insistir tanto. Lo de la ciencia muchas veces es demostrar lo que ya se sabe. Ahora podemos pasar a la siguiente fase. Mañana me ingresarán mi paga, se supone.

Martes 2 de noviembre

Vamos a dejar en paz a las ratas mientras montamos la siguiente fase. El jueves estará lista. Como ya se sabía, empiezan las putaditas. No es algo tremendo como en los estudios de estrés agudo que hasta se les da una especie de picana. No, aquí es mas suave, solo que mantenido. Por un lado la caja inclinada: las ratas quieren subir pero no pueden, se escurren todo el rato hacia atrás. Luego está el hacinamiento, owercrowing dicen los papeles: nueve ratas juntas. Y también no apagarles la luz, dejarlas sin comida y no quitar las cacas. Todo va protocolizado, no se hace a la vez. Hay una plantilla. El primer día sin agua y en ayunas 22 horas, que para las ratas es una eternidad, el segundo día la cuesta 17 horas, el tercero cacas 22 horas, al otro la luz durante 26 horas, y así. Para que no descubran las pautas, que las ratas son muy listas, se va cambiando el orden. En total son 27 días y en el día 28 se mira a ver si todavía tienen humor para beber azúcar.

            Lo más complicado es saber qué le toca a cada una, porque van en grupos y por turnos para aprovechar el tiempo. Hemos dividido en equipos cada grupo. Tengo un planing en el ordenador y el mismo planing y la plantilla de tortura pegada en un corcho en la pared, al lado de las jaulas.

            He vuelto a pedir mi dinero. Mañana me dirán. A. va a reunirse con el superjefe.

Jueves 4 de noviembre

Menuda mierda. Llega Amador y me suelta 300. Pero ¿qué voy a hacer yo con esto? Dice que es a cuenta. Dice que las becas se retrasan a veces, que falta no sé que papel y que me lo van a ir adelantando por partes. Que se lo cuenten al buitre del casero. Amenaza con que tiene un chino esperando para montar una tienda en mi loft. A. no es mal chaval pero se le ha debido de ir la olla con tanto experimento. Me ofrece una tarjeta de comedor para no se qué facultad. Se la cojo porque menos es nada. Dice que los encargados cambian los tiques por bocadillos para llevar a casa. Le doy una semana para los 500 que faltan. Y tengo que pensar en algo. Con los viejos otra vez ni muerto.

            Más de la mitad de las ratas se han quedado sin comer y mañana no desayunan. Miraban con los ojitos bobos, sin podérselo creer.

Domingo 7 de noviembre

No hay quien pare: el grupo uno de las resistentes tiene ayuno cuando al grupo uno de las sensibles les toca cuesta arriba. A los doses, día y medio sin dormir. La cosa no cuadra del todo porque el ayuno es más largo que la cuesta, aunque igual que el tiempo con cacas, pero menos que la luz continua. Creo que lo llevo todo al día. Por lo menos A. no se ha quejado. Como sea yo meto los datos a tiempo.

Miércoles 10 de noviembre

Los bocadillos son malos, pero también cambian los vales por leche condensada de chorrillo. La traigo al laboratorio. Quita el hambre y es cómoda. Lo malo es que da sed, pero yo puedo beber lo que se me antoje. A veces tengo la impresión de que las ratas ayunadoras me miran comer y beber con odio. No siempre tienen la mirada perdida estas ratas.

            De mi dinero todavía nada. Le aprieto a A por el correo cada vez que mando datos. Me da la razón, dice que está al llegar. Como no paro en casa no me pilla el buitre. Esto no se puede detener dice A, porque entonces se va todo a la mierda y ni dinero ni beca ni futuro, que te meten un borrón en el curriculum. A eso tiene él mucho miedo. No hace más que repetir que no piensa tirar tres años por la borda y que si yo creo que tengo menos que perder no me haga ilusiones porque he tenido mucha chorra de encontrar esto, que él se pasó casi dos años en una pizzería y por la noche, cobrando 400 euros.

Viernes 12 de noviembre

Las ratas parecen descompuestas, lo mismo las sensibles que las resistentes. Y luego están las hechas polvo de verdad que son lo menos diez. Cuando les toca lo de estar juntitas algunas se quedan en un rincón, pegadas a la caja. Las que están mejor a veces las muerden. La sangre de rata me da un asco imponente, y si luego les toca caja sucia tengo miedo de que cojan algo. A. se enfada si lo digo. Repite que no podemos tener pérdidas porque el n de la muestra está muy justo. La estadística deja todo claro, lástima que a las ratas no se les dé bien. A lo mejor yo tampoco valgo para esto de la ciencia.

Sábado 13 de noviembre

Ayer no pude pasar por casa. Tocó cambiar de putadita a las tres de la madrugada. Para cuando terminé no merecía la pena. Estoy reventado. Dormiría aquí mismo. Me apestan los pies y los sobacos. Me pica el pelo. Puede que tenga piojos de las ratas. No me extraña porque están asquerosas casi todas. Algunas no, es curioso. Apunto datos y los mando al mail de A. Sé que le llega, pero no responde. Le doy tres días para mi pasta.

Miércoles 17 de noviembre

El chino se ha quedado mi loft el lunes. Llegué a las doce de la noche. Lo había podido sacar mis cosas y me esperaba en plena calle sentada en el colchón. El chino ya tenía los estantes y estaba montando mercancía. Me dieron ganas de entrar y romperle la jeta, pero me corté porque tenía un matón en la puerta. El cabrón del buitre no piensa devolverme la fianza, dijo Lo. Nos metimos en el metro con colchón y todo y Lo me llevó a casa de uno que vive en el séptimo coño y alquila habitaciones. Un tío raro muy flaco, vegetariano y anticonsumista o algo así. La casa estaba llena de gente que entraba y salía. Para mí que utilizan las habitaciones por turnos.

            Lo no parecía ella, se ha quitado el luto, se ha hecho rastas y lleva una pulsera en el tobillo. Seguía estando para darle un viaje, y yo matado. Nos dormimos encima del colchón abrazaditos como hermanos gemelos. Mierda de vida. Lo único bueno es que no me ha dado tiempo a pensarlo porque no se puede perder comba y tardo más de una hora en llegar desde mi nueva «casa». Tenía tanto sueño cuando me he despedido de Lo en el metro que no me acuerdo bien qué me ha contado. Algo de los okupas, creo.

Viernes 19 de noviembre

Amador de los nervios. Nos mudamos al sótano para la última fase. Me suelta otros 300 y promesas de más, cuando cobre otra beca de lo que está montando en el sitio donde yo estaba antes. Tú ya estás acabando, dice. Te puedes apañar. Bajamos las jaulas entre los dos. Algunos carteles de clasificación de las ratas se despegan en el traslado. Los vuelvo a pegar. En su sitio, supongo. El sótano es húmedo y el aire espeso. Hay un váter al fondo del pasillo. Allí la humedad chorrea por los baldosines. No deben de limpiar mucho. Las ratas notan el cambio. Se remueven toda la noche a pesar de que hoy han salido bien libradas. Las cuento antes de dormir. Miran sin ver. Tienen el pelo ralo y mataduras en el pellejo. Mordeduras o calvas. Da igual, no se registra. Tumbado en la colchoneta, mi cabeza queda debajo del ordenador. No hay sitio, apesta, pero no puedo ir y volver a mi cuarto alquilado en el séptimo coño. Duermo pensando en Lo, en el tintineo de su tobillo. ¿Llevaba un aro en la nariz?

Jueves 25 de noviembre

Ahora todo cuesta un huevo. Los estantes de mierda. Quitar unas jaulas, alcanzar otras. Todo un desorden. Hace calor, la luz está chunga, parpadea. Uno de los tubos va a palmar, zumba continuamente. Si apago tarda la hostia en encender, así que no apago, total estoy toda la noche en danza con las malditas ratas y el jodido protocolo. Apenas puedo dar tres cabezadas. Solo me he ido una noche. Tuve que saltarme la cuesta del grupo tres de las RR y todas pasaron más hambre de lo previsto, incluidas las que ya estaban en ayunas, pero a ver, tenía que ducharme. Aunque para el caso. Menuda mugre también en ese piso. En cuanto tenga lo mío me voy cagando leches. El desagüe no corre, las cortinillas tienen roña. Supongo que el jabón habrá hecho su oficio. Me puse ropa limpia y me traje repuesto. Antes de amanecer ya estaba aquí. Por si aparecía Amador. El muy jodido. Aquí tenía que estar, echando una mano.

            Me ha costado soportar los parpadeos y el zumbido y casi poto al entrar con el olor a mierda de rata. Va a ser mejor no salir.

Viernes 26 de noviembre

Amador no vuelve. Manda un correo. Habla de otros 300. Muchas disculpas. Tiene otros trabajos, dice. Mucha labia sobre mi currículum. No sé qué dudas con los datos. Se los mando. Relleno las casillas. Está claro lo que pongo en cada una, creo yo.

Sábado 27 de noviembre

¡La hostia! Se ha perdido una rata. O dos. Ha sido al juntarlas ¡Las muy putas! ¿Y ahora? ¡Mierda! Ni rastro. Se habrán colado por la ventilación. Desmonto la rejilla y solo hay mierda y más mierda. Creo que eran de las RS. Menudas zorras, mucha sensibilidad, pero se han largado. ¡Que les den por el culo! Yo a lo mío, las meto como del grupo tres y les pongo los resultados de las otras, o los que me dé la gana. ¡Hijas de puta! Si se creen que las voy a buscar van dadas. Aquí el que no corre vuela. Y ya estamos volando al final. Quiero largarme.

Domingo 27 de noviembre

Una cañería rota en el pasillo de salida. He puesto un cubo. Rebosa. Está todo encharcado. La colchoneta chorrea. No hay café. La leche condensada está por todas partes. No sé qué coño pasa con la calefacción, hace un frío de mierda. No me puedo dormir. No hay nadie. Dormir en la encimera y bajar las jaulas al suelo. Las mierdas de las ratas que se mojen. Aguantar. El lunes ya se prueba el azúcar.

/ / / / / /

El azúcar. ¿Se ha mojado el azúcar? Hay que dormir. No caer en el charco asqueroso lleno de pis de rata el lunes y el martes, y así, los grupos, y el azúcar y las putaditas, se cierra el estudio el análisis, los grupos. Ratita ratita putadita sube la cuestecita y resbalón, que te jodan, la mierda de la rata escapada por las cañerías a dónde vas, seguro que has jodido la salida del agua, como te pille te saco la piel de mierda que te queda. Nos vamos a ir por el desaagüe tú y yo y la otra, la sensible y la resistente, ahora ayuno, luego comida y sin agua y sin agua, aguantan todos alrededor sin poderse mover, sin poderse acostar, el espacio es de todos, nadie sale de aquí. Aquí, el azúcar te lo metes por el culo que yo me voy.

Febrero

 No tenía ni idea de que los almendros floreciesen tan pronto. En realidad nunca había visto uno. Lo me mira. Está desnuda salvo por las pequeñas flores blancas que se ha puesto en el pelo. Hoy es el primer día en que me río desde que fue a buscarme y me trajo a esta playa medio lelo. Le digo que parecemos robinsones. Nosotros y todos sus amigos okupas. No me hace caso porque está muy okupada haciéndome cosquillas. Me sopla no sé qué en el oído y me muerde. Es un bicho esta Lo.

Isabel Cienfuegos

Isabel Cienfuegos

Es doctora en medicina y neumóloga y trabaja en uno de los grandes hospitales universitarios de Madrid. Forma parte de los talleres literarios de Clara Obligado donde ha coincidido con otros escritores como Carmen Peire y Carola Aikin.  Publicó su primer cuento en los años 80 en la efímera revista valenciana Babel.  Ha publicado cuentos en antologías como Por favor, sea breve  y por favor sea breve 2 (Páginas de Espuma) Historias para viajes cortos (Trivium), Un lugar donde vivir  y Apenas unos minutos (Dragontinas), Los inquilinos del Aleph (DeLirios), Jonás y las palabras difíciles  y Futuros imperfectos (Colección nuevos narradores). Algunos de sus cuentos se han publicado recientemente en la revista Luvina de la universidad de Guadalajara (México) y en el número dedicado a la narrativa actual en España de la revista húngara Magyar Napló.  «Mañana los amores serán rocas» en Editorial Cuadernos del Vigía, presentado a primeros de octubre del 2012 es su primer libro de cuentos en solitario.

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Un comentario el “Ratas

  1. alenarterevista
    23/03/2013

    Un magnífico libro de relatos. De una altísima calidad literaria.

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Esta entrada fue publicada el 10/02/2013 por en Narrativa.
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