Del buen sentido
De una tela de Cesar Vallejo
Debo decirte madre,
Que existe un lugar en el mundo al que todos llaman Nueva York
Un lugar alto y lejano y aún más alto
Más alto que la iglesia en el cerro de Monserrate y sus palomas sonámbulas
Más alto y lejano que el volcán en que pereció nuestra especie
y sus cenizas azules quemando nuestros rostros mestizos
Más lejano que yo mismo cuando fui a París a visitar a Vallejo
Más alto que Vallejo que ahora valleja a ras tierra
Alto y lejano como yo, visto desde abajo
Cuando salto desnudo a nadar en el Hudson
y encuentro inmigrantes tratando de alcanzar la costa
Sus cuerpos sin vida me llaman desde el fondo
Y yo les hablo de ti, madre
de la mariposa que se fue de tu vientre
del día en que soñaste que yo era un enano
Madre, este lugar en el mundo al que todos llaman Nueva York
No es París, pero tiene una dama francesa que le sonríe a Europa
Al otro lado del teléfono, mi madre me desea primaveras
Y aquí florecen las margaritas de plástico y sonríen las chicas con tetas de goma
Madre, no me ajustes el cuello para que empiece a nevar, sino para que cese de nevar
Déjame vagar por esta isla soberbia entre las luces del Show Business
Embriagarme a solas con tu ausencia y comienza a vivir cansada de mí
Ausente de mí, vacía de mí, sorda de mí, ciega de mí, muda de mí, insomne de mí
Bajo esta muralla de sombras
yace un Titanic de granito y un niño que llora en los trenes subterráneos
La madre de otro hombre lo despierta y se acuesta en su cama
Nosotros madre, somos de otro tiempo
Nuestra piel es cuero de tambor y jamás perderemos el acento.
La ciudad me llama
corro hacía ella, con los brazos abiertos
vengo a crucificarme en sus esquinas
a caer de rodillas en sus escaleras eléctricas
a gritar mi nombre entre la multitud
que camina hacia su lugar de trabajo
Espero que alguien me reconozca y se detenga
a preguntar por mis días en la infamia
los años que he pasado entre trenes y aeropuertos
entre hoteles de segunda y pensiones de barrio
Grito mi nombre como quien escribe un mensaje en una botella
y lo arroja a la basura para reencontrarlo
como una etiqueta de cerveza importada
Grito mi nombre y con el puño en alto
inicio una arenga a mí mismo
¡Continúa! ¡Continúa! Me repito y me aplaudo
Manhattan, amante entrada en los cuarenta, abollada y sucia
Manhattan, halitosis de vodka y la promesa del placer
pasa junto a mí y me hace un guiño
corro hacia ella con una botella en la mano
quiero amarla en todas sus esquinas
decirle mi nombre al oído e intentar que no lo olvide
escribir su nombre en una botella y lanzarla al Hudson
dormir junto a ella y soñar que juego
en el patio donde mi abuela criaba sus gallinas
soñar que amé mi ciudad natal
mi pueblo escondido entre las piernas de Manhattan.
Que la ciudad se rinda
que la ciudad se rinda y hable mi lengua materna
implora el inmigrante
y la ciudad se rinde y le habla la lengua de los brazos
Trabaja -le dice.
Vine a Nueva York para consumirme
arder como una bujía desde la punta de los dedos
arar moviendo cajas, cultivar abriendo latas,
cazar animales salvajes en el supermercado
construir mi choza en nueve metros cuadrados
y leer a Rimbaud en inglés
Hay que ser absolutamente neoyorquino
y olvidar que existe el tiempo libre
Hay que ganar un dólar por minuto
y gastarlo al minuto siguiente
Y pasan
el carro de supermercado que hala a una anciana hacia las cajas registradoras
la goma que las chicas usan para templarse al pelo
los pantalones con bolsillos en las rodillas
las cadenas de oro, los zapatos tenis y las chaquetas
con las que algunos soportan la pobreza y los veranos intensos
y el inmigrante reciente que trata de masticar la lengua
el que pierde un diente buscando trabajo
el que pierde todos los dientes a causa del trabajo
el que miente acerca de su status migratorio
el que deja que le mientan y ahorra unos penies
La chica que deja a su novio troglodita y se enamora del ciudadano
el joven que traiciona a su mujer con la anciana del cuarto piso
el que llama a su casa desde su casa
el hijo que conoce a su padre por teléfono
Vine a Nueva York para consumirme
arder como una bujía desde la punta de los dedos
y sonreírle a este invierno que sopla
gigante infinito que me persigue entre túneles
La ventana existe porque la observo, porque la creo,
porque en la oscuridad de los túneles del subway,
la ventana es un sarcasmo, prolongación de la oscuridad.
Ese gusano de plata, la ballena automática que se indigesta de hombres, que se atraganta de lenguas, que se detiene a respirar,
que se convierte en rumiante, que traga, que mastica, que inhala,
que exhala, que no distingue entre razas, que pertenece al camino,
que parece haberse propuesto acabar con sus zapatos de hierro
y encontrar la luz en Queens al volver de Manhattan,
abre sus puertas y me deja entrar.
Una Babel acostada, rodante, peregrina, una Babel ambiciosa,
una torre que intenta alcanzar las entrañas del infierno,
me lleva en mi camino cada día hacia Harlem.
Renuncio a releer el periódico, a mordisquear un Best Seller,
a engullirme de Hip-Hop, a concentrarme en mi horario,
y creo la ventana, la dejo aparecer en el techo, la dejo ser
redonda, rasgada, arabesca, la dejo ser una ventana.
Luego, como una rata en subway me interno, me extravío, me pierdo
en busca de luz, de agua, de una alcantarilla en Times Square
o de una oportunidad en Broadway.
La ventana existe porque la observo, porque la creo,
porque en la oscuridad de los túneles del subway,
la ventana es un sarcasmo, prolongación de la oscuridad.
El chiste magnífico que hace reír al idiota, al autista, al newyorkino,
al roedor que me habita desde que vine a esta isla.
Carlos Aguasaco (Bogotá, 1975). Profesor asistente de Estudios Culturales Latinoamericanos y Español en el Departamento de Estudios Interdisciplinarios en The City College of the City University of New York. Doctor en literatura y lenguas hispanas (Stony Brook University), Máster en literatura (The City College, CUNY), Profesional en estudios literarios (Universidad Nacional de Colombia). En marzo de 2010 recibió el premio India Catalina en la modalidad de video arte dentro del Festival Internacional de cine de Cartagena de Indias. Su trabajo en video arte ha sido exhibido en Cartagena, Nueva York, Washington D.C., Buenos Aires, Camaguey, Puerto Vallarta, Islas Canarias, Vigo y Sevilla. Es coeditor de cuatro antologías: Antología del Festival Latinoamericano de poesía ciudad de Nueva York (2012), Ensayos sin frontera (Estudios sobre narrativa hispanoamericana) (2005); Narraciones sin frontera 27 cuentistas hispanoamericanos (2004) y 10 poetas latinoamericanos en USA. (2003). Ha participado en festivales internacionales de poesía en Estados Unidos, Puerto Rico, España, México, Honduras, Colombia y la República Dominicana. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés, el catalán y el alemán. Libros de poemas: Conversando con el Ángel (2003) & Nocturnos del Caminante (2010).
Besos de tu Manhattan, entrada en los cuarenta, sucia y abollada, halitosis, etc…todo lo que quieres y no tienes en Queens…