Las Noches Salvajes
Y rodeado como estoy por tiernos efebos
y la tenue claridad de la noche
adónde ha de escapar mi cuerpo
cautivo como el viento
para los más exquisitos placeres.
La ciudad duerme
y tú también, mi dulce Laura;
yo sólo quiero vivir,
dilatar el tiempo de la Nada
y extraviarme en la espesura de la noche
como polilla inmolándose en la llama
perpetua.
-¿Es la vida una orgía perpetua?
No lo creo así;
la vida también es dolor, creciente dolor,
pero tú no estás conmigo, pequeña Laura;
tú duermes ahora sobre la tierna ilusión
del amor/ lejos de la voluptuosa mirada
de las luces de neón
tú duermes/
sobre la fresca lozanía de tus diecisiete,
implorando a los ángeles de tus sueños
que tu amor te proteja de mí.
Frente al castillo sin fantasmas
El mar se crispa como un recién nacido.
La dueña del castillo que ya no está
hacía versos en sus ratos de ocio
–que eran los más.
Algunos dicen que se escuchan voces,
tal vez de los antiguos habitantes
del valle de Lima, sacrificados
a los dioses después de una tranca con chicha
de jora,
o quizá de las pobres bestias sacrificadas
y convertidas en trofeos
para el deleite de la masa.
Ahora puedo ver en tus ojos
una imagen de los antiguos ritos
de Venus
–hipóstasis cantada por bardos
y boleristas en rockolas
de Quilca donde pude salmodiar
viejas canciones para ti.
Frente al castillo el mar de Chancay
es un fular en tu cuello de alabastro
que riela bajo la Luna Llena.
Hemos estado en un sitio
donde decenas de miles de promesas
son urdidas al caer la tarde.
En el viejo castillo sin fantasmas
escanciamos de nuestros vasos
plastificados,
esperando que la Noche nos dedique
sin más una de sus mejores sonatas.
Nikos
Mi hijo sonríe y canta como un niño feliz
Le pregunta a su abuela sobre los bailes
de moda
Ella no se incomoda ni se sonroja
Los bailes indecentes y pornográficos de los
adolescentes
Mi hijo les pregunta a los extraños
Y satisface su curiosidad libremente
Se ríe y vocifera como un loco
Me llama por mi nombre de pila
Mi nombre tan común y soterrado
10 000 veces
Y reemplazado por otro más musical.
«Vivir significa luchar” dijeron los estoicos
Mientras tanto mi hijo disfruta
de sus juegos
Y odia cumplir con sus tareas escolares
-como la gran mayoría de los niños.
El también odia alimentar a las palomas
Lo hace sólo para darme gusto:
Las dejaría morir de hambre si quisiera.
El me hace jugar como un niño de 30
Y pierdo de súbito la rigidez y la solemnidad
Y empiezo a recobrar lo que nunca debí perder.
Mi hijo canta como un niño feliz
No recuerda ni un solo verso que le enseñé
Mas recuerda nuestra canción de cuna.
Si dependiera de él, jugaría todo el
santo día
Y si se olvidara por un momento del Cable
Y de los vídeo-juegos
Y si bailara más gozosamente más endiabladamente
Con todos los otros niños felices sociables y nada serios del
Mundo
Tan diferentes a su padre.
CATS
La vi cazar palomas distraídas
en el jardín de mi casa
gata siamesa con nombre de hetaira.
La miré acicalarse un millón de veces
y luego leí en una revista:
«A ellos les gusta ser acicalados. Las caricias
mezclan el olor”.
No pudo presagiar un sueño aciago
entretenida como estaba.
Márlet Ríos (Piura, 1976): Estudió Sociología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos e ingeniería electrónica en una universidad privada. Ha publicado poemas en las siguientes revistas: Ónice, Bocanada, Dedo Crítico, Bosque de latidos, Socialismo y Participación, Estudios Privados, Delirium Tremens. Traduce poesía norteamericana (Snyder, Rexroth, Sandburg). Poemas suyos aparecen en la revista digital Ping Pong, de República Dominicana, y en Cinosargos (Chile). Ha publicado el poemario “La balada de Crates y otros poemas” en el 2010. Hace entrevistas y escribe textos sociopolíticos para revistas de ciencias sociales (Illarik) y publicaciones alternativas.