Ornelas
…yedra el uno es tenaz del otro muro. GÓNGORA
si el poema es un lugar donde no entra el tiempo
un error de la memoria en busca de lo cierto
azar premeditado, tortura de la idea
angustia no resuelta que arde en la conciencia
si con su filo todas derrama las arterias
dejando el cuerpo exangüe, en vida verdadera
y es reinvención constante del universo entero
—súbito despertar, inesperado encuentro—
entonces habitamos refugio de vocablos
después del movimiento telúrico en tu espalda
antes que con tus ojos reacomodés el orden
cuando se abren tus labios para decir mi nombre
metamorphosis omnes susurraste
todo es metamorfosis
al encontrarme
habías escapado de los canes
y yo quedé con ansias de ser río
así llegamos juntos a reclamar un mismo paso:
irresolutos, tercos, enarbolando un desafío
para la lógica del todo; vamos ensimismados,
bajo la égida de los malentendidos, cayendo juntos
mano con mano
por el abismo
Manual para sobrevivientes
No quiero un panegírico leído por Ernesto, Sergio o Claribel
ni un mausoleo en la Colina de los Ilustres Hombres.
Que no maquillen mi pellejo
ni disfracen mi esqueleto y su cubierta de un Gran Señor que nunca fui.
Prohibidos los videos y las fotos que después circularán por Internet
o serán salvapantallas, tapiz del Escritorio,
imagen destacada de perfil en red social.
Nadie publique un reportaje, una noticia, un obituario.
Alejen a la prensa de la fosforescencia de mi profundo oscuro sueño.
Golpeen todo rostro cuyos ojos enrojezcan
ante el primer ardor de mi chorreante témpano
y humillen a cuanta mujer aparezca
queriendo, enlutada, acaparar la propiedad privada del Dolor.
Desnudo amordazado dando vueltas frente al fuego,
aguarden su ración de carne asada los presentes;
trituren lo que sobre, hagan moronga
y coman hasta hartarse de mis restos.
Si al rato van al baño a descargarse,
no olviden con las hojas limpiarse de mis libros.
Jamás se les ocurra de todo lo que dije o escribí
copiar ni media frase en las paredes.
Olvídense de dioses y de héroes.
En estos tiempos los monumentos hieden.
Conviene reajustarse los grilletes.
Una mujer se asoma a la vida una mañana
Un arco amenazante si apareces
dulce batalla a punto de ocurrir
discreta sílaba insinuada pro-
yectil a paso lento muy certero
Oculta tras espuma falsa y humo
atada por cadenas de binarios
empuñas tu silencio en esta noche
tu rabia hecha cenizas me sonríe
Ahora amanece Cansadas tus sábanas
de fuerza son camisa blanca Ves
cómo se atasca el día en el semáforo
Habitación y calle se confunden
vagabundeas quieta sin refugio
y observas a tu sombra mientras duerme
®
¿Qué hacés allí encerrada? No te preciso, ¿quién sos? ¿Representás a alguien? ¿Un nombre, una marca, una palabra? (Especulo si no sos abreviatura de representante). ¿Quién se esconde, loca, atrás de vos? ¿Una regina? Reina del misterio, centro de atención en el corral de tu pleito impreso, ¿estás allí por mártir o recibís salario y prestaciones? Fijate, niña, que mi sobrina admira tu sonido: vieras vos cómo su todavía inocente lengua te realiza, antes del preescolar incluso… Pero no dejés que me pierda en mi discurso chueco, contestame: ¿tenés algo que ver acaso con Rimbaud? Te sabés especial y callás por eso; es decir, ¿qué sería sin vos el molino rojo? Y así todavía insisto: sé que no es redención tu signo y nada más decime: ¿pensás salir alguna vez de ese hula-hula? Si lo hacés, veámonos en un subtítulo de una película de estreno o en un pliegue de algún traje semiíntimo de Lady Gaga.
Ciao / Un beso.
Destrucción de tu cuerpo
Está solo tu sombra. Desprendimos tu carne, tus cabellos, la perfecta mudez de tus formas con una frase que únicamente juntos podemos decir. Uno por uno arrojamos al océano tus ojos, piedras que saltaron rectas hasta el horizonte y más lejos, con su estela pura y sus ondas de radar imburlable. Al mar también echamos, devolvimos, tus labios marítimos, acuosos, intoxicantes, siempre en fuga. Me levanté sin remedio del nido de tus camanances, antes de verlos hundirse despacio en un hueco que habías hecho. Así perdimos tu rostro, así te acercabas a tu esencia de estrella implotada. No quedó siquiera el aroma a dulce ceniza de tu boca. Tu voz se tragó a tu voz, definitiva, línea enrollada sobre sí misma hasta hacerse punto y luego nada; serpiente que deglute su propio cuerpo.
Aquí te pronuncio por última vez, me sumerjo en la silueta oscura que pende de una soledad que ahora solo a mí pertenece. Está solo tu sombra. Ya tus brazos, tus manos, tus dedos fueron borrados de toda hoja, inexistentes ante cualquier ojo; tu espalda cayó como árbol talado y se reventó en seis mil millones de pedazos contra la dureza del enladrillado, pulverizada, esparcida por el viento cómplice tuyo. No volveré a mirar tus pechos, nunca más mi lengua melancólica se castigará contra la inflexibilidad de tus pezones, jamás mis dedos filosofarán nuevamente en torno a tu ombligo, no estaré una vez más, una última vez antes de dormir(nos), restregando lo mejor de mí entre tus piernas. No existen tus piernas. Se va apagando tu sombra.
Declaré la rendición de mis manos, indescifrable puzle, mágico cubo policromo que se me escapa; imposible mirar a la vez tus seis caras, huís de mi ávida pupila, has escapado del movimiento de agarre de mis uñas, toda mi piel renuncia a tu sonido, a tu aroma de ventisca en desbandada.
No te pronuncio. Con tu cuerpo exterminamos también todas tus letras. Lentamente, con la velocidad de una renuncia, se desvanece asimismo tu sombra. Pero aún hay sombra, está solo tu sombra. He olvidado tu nombre, no te llamás. Jamás tuviste un nombre.
Veo tu nada, por última vez tu ausencia. No más cuerpo, no más nombre. No más aroma ni voz ni sonido.
Dejaste de ser real; ahora sos verdadera.
anandroginopausia
polvo
solamente
bajo la cama
sobre la superficie blanca
nada acontece
inviolado silencio oculto
nada más que el tacto de este instante
en cada pliegue de la sábana
acaricia dos cuerpos
con violencia
pliegues que son olas, dallana
y piélago la sábana en que estamos
sacudidos
anulados
colocados allí
por algo que nos sobrepasa
perdidos
solos
no existe orilla, sólo cuerpos anegados
ruge en su movimiento envolvente de naufragio
y estamos quietos
y no escuchamos nada
mi lengua tu nombre articula
buscando salvación
todas las olas lo pronuncian
me empujan a tus letras
cerca del horizonte
se ven dos líneas, dos seres paralelos
descubriéndose, acercándose
sin poder tocarse nunca
la cama en el vacío, el mar sin costas
los transporta
hacia una luz
que no se sabe si es aurora
o si es ocaso
sobre pálida espuma
mi cuerpo frente al tuyo
se descubre signo
letra
sonido mutilado
sólo somos
dos letras de tu nombre
separados no decimos nada
dígrafo sonoro palatal
a cada lado de tu lengua
intentando un escape del naufragio
en la canoa que es tu nombre que es tu cuerpo
sobre esta sábana
este mar
esta hoja incendiándose
Carlos M-Castro
(Foto cortesía del autor)
Carlos M-Castro nació en Managua, Nicaragua, en 1987. Es autor del libro Antropología del poema (Managua: Leteo ediciones, 2012) y ha sido incluido en antologías como Flores de la trinchera. Muestra de la nueva narrativa nicaragüense (Managua: Soma, 2012), Apresurada cicatriz. Instantáneas de poesía centroamericana (México, D.F.: Literal, 2013) y De ahí nomás. Poesía actual de Centroamérica y del Caribe (Buenos Aires / San José: VOX / Germinal, 2013). Editó la revista literaria Voces Nocturnas, así como las digitales Soma yNotiCultura.com, además de colaborar en medios como Carátula.net, El hilo azul o La Brújula Semana. Ha sido corrector de estilo de los diarios La Prensa y El Nuevo Diario. Actualmente edita Contrarruido, blog sobre literatura centroamericana.