Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Despedida en La Habana como si fuera «Ítaca» y otros poemas

EDUARDO HERRERA BAULLOSA

 
Despedida en La Habana como si fuera Ítaca
 
En mi tienda escucho la partida de las naves,
la mente puesta en otra cosa,
           en todas partes.
Camino de los hombres abrazados y curiosos;
de las aves como puntos del paisaje.
Rodeado de gentes que tropiezan
impacientes: espíritus de muchos aspavientos.
En mi tienda, al otro lado,
arreando dos bestias que van al sacrificio.
La puerta abierta del cuarto de mi madre
me tomó por sorpresa.
Cuando nadie sabía, ella tenía la mente
en desahogo; el llanto por razones que
la mujer comprende.
Me besó despacio como queriendo morder.
Agradecí y fui al patio a desnudarme,
a buscar una razón para estar solo.
Aquel lugar triste donde ardían las
lámparas de aceite, fue el último que vio
partir las naves.
Con una ráfaga de viento miré el puerto.
Aunque nadie supo nunca que te amaba.
 
 
 
El llanto que no puedes ver en las estatuas
 
Las estatuas lloran
en la oscuridad de los espacios.
 
Ahogadas por el
severo multiplicador
de rigidez.
 
El dolor le sangra
por el hueco de los ojos
como un eco
de voces que retornan.
 
Lloran sobre el desfile
de hombres
que llegan para verlas.
 
Las pequeñas estatuas
celosas de los cuerpos.
De sus vestidos.
De los pies que caminan y dejan huella.
De las arañas que tejen en sus senos.
 
 
 
También mi mano en la ceniza de la hornilla
 
Me he perdido muchas veces,
muchas más de las que hubiera deseado.
Muchas en las manos de otros hombres.
Hoy perdido en nuestra casa: el corazón hecho un tornillo
clavado en las tablas de la mesa.
No espero a nadie,
pero insisto en que me hablen las barajas,
la veleta oxidada, la mueca de humedad.
Paso el tiempo vuelto hacia una pared insuperable.
Indefinido en el fondo de un bolsillo.
Aquí hay frío/gato mojado.
Quiero que alguien me muestre la salida.
No hay cielo en este techo.
No hay pájaros.
Nada puedo hacer cuando vuelas con alas de plumeros.
Hubiera querido salir, ponerme en libertad.
Obedecerte en el reverso de la espalda.
Pero te niegas a encontrarme con terquedad de cuerda,
–en cualquier momento herramienta del destino–.
 
Y es triste estar aquí, repartido en el paisaje de las habitaciones.
 
También mis años y las raíces de la ceiba
se extravían bajo los cimientos.
Ahora es el teléfono descolgado y el llanto
como teclas unidas de una forma extraña.
 
Algo ya no está.
Se fue saltando en el lomo ancho de una tabla.
También mi mano en la ceniza de la hornilla.
 
 
 
No hay sonidos tan largos en el mundo
 
Busco sonidos para guardarlos como centinelas/
percutidos uno a uno con la acostumbrada
disonancia de la mente.
Para convocar conciertos inarmónicos/
ceguera en remolino/
lenguas de metal.
Mis puños/Appiâ viâ en el espejo de mi mano/rompen el ritmo de la soga/
Santa Cecilia humeante se evaporada entre los tubos del órgano de cera/no se acostumbra al ridículo sombrero de Benson/con la carne azafranada por cien mil alas de Monarcas mariposas.
Maniático en el descenso del silencio trinitario/
en el óxido que dejó frío al gato/
infinitamente más real que estar dormido donde las paredes son idénticas.
Nadie sabe del tambor/
nada del gato muerto en el último día/
del columpio que no existe en el último día/
En el último.
Hay silencio para buscar sonidos/cruel como las dos monedas en mis ojos/
como la ventana que caduca fingiendo miedo.
Diminutos ojos sin retumbo/
como balazo de martillo/
llego/olvido/
afán de encontrar algo: realidad de mundo/
idea de que nada existe: realidad de hombre.
Busco en los sonidos sodomitas/con gran pudor porque encendí una vela.
No mentiré como un extraño/
el martillo no es sonido/
el órgano de la Santa Cecilia no es sonido/
el viento en la ventana no es sonido/
el zafrán centinela no es sonido/
me los tragué con negligencia junto al maullido lentísimo del gato.
 
 

Eduardo Herrera Baullosa (Foto cortesía del autor)

Eduardo Herrera Baullosa
(Foto cortesía del autor)

Eduardo Herrera Baullosa. Graduado de Medicina: Eduardo fue escritor de un programa radial especializado en arte lírico, para la emisora Habana Radio de la Oficina del Historiador de la Ciudad de la Habana, por dos años. Luego integro el equipo técnico del Anfiteatro del Centro Histórico como asesor y asistente de dirección de teatro musical por seis años. Poeta y narrador, ha impartido cursos de poesías, análisis y críticas de textos y su hermenéutica dentro de la casa de la poesía de Ciudad de la Habana. Es miembro del grupo literario “Silvestre de Balboa”. Ha escrito cinco libros de poesía y las novelas “El muro que detiene al mar” y “Crónicas de blanco”, así como un cuaderno de cuentos eróticos. Ha obtenido premios en diversos certámenes como el primer premio del concurso “Oscar Hurtado” en la categoría de poesía fantástica 2010(ha participado como jurado en las ediciones posteriores de dicho concurso), fue mención del concurso “Salomón 2009” y en 2011 finalista en la categoría poesía del concurso “Premio David” de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba. Su obra ha sido publicada en Cuba y en México. Resultó primer premio del concurso internacional de poesía “El mundo lleva Alas” que auspicia la editorial Voces de Hoy. En la última edición de la feria internacional del libro de la ciudad de Miami, fue lanzado su primer poemario publicado en los Estados Unidos de América, titulado: “Despedida en la Habana como si fiera Ítaca”. Actualmente es columnista de la revista “Cuba Contemporánea” editada en España.

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Esta entrada fue publicada el 17/12/2016 por en Poesía.
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