Este loco, cuyo nombre no aparece en la novela, es el narrador protagonista de Un loco sí puede (editorial Verbum, 2017), la obra más reciente del narrador cubano Félix Luis Viera (El Condado, Santa Clara, Cuba, 1945).
A través de la visión de ese sincero y especial personaje, nos sumergimos en un drama aterrador: familia disfuncional (madre y hermana putas, padre cruel); un barrio marginal, Las Chinches Perdidas, una ciudad del interior de la Isla y, finalmente, una época convulsa en extremo, las décadas de los cincuenta y sesenta de la Cuba del pasado siglo.
La clínica donde estaba internado el protagonista es cerrada por el Gobierno Revolucionario. Su propietario, amante de Leticia, la psicóloga, sufre un infarto poco después. Nada esperanzador podía vislumbrarse de ese gris panorama; sin embargo, un alma piadosa, la propia Leticia Suárez del Villar Fernández Calientes, personaje importantísimo de la novela, recoge a este ser desprovisto de amor y de casi todo, y se lo lleva a su casa porque ella
… sentía afán de ser escritora, contaba con un montoncito de páginas tecleadas —en una máquina de escribir sobre un escritorio en su cuarto, desbordado (el escritorio) de papeles, libros, recortes de periódicos, revistas—, que revisaba casi a diario. Y leía mucho. (Yo también, aún más luego de que me fui con ella.) Pero el libro bueno que yo escribiré será precisamente el que salga de lo que tú anotas (creo que no pasaba un día sin que me dijera esta frase).
Con ese propósito lo acoge y se justifica con sus padres aduciendo que sería bueno tenerlo en la casa, con razones acerca de la bondad y de la grandeza humanas.
Lo más novedoso de la obra, aparte del rescate de la memoria valiosa de esos años, de esa Cuba profunda, descarnada, errática y cambiante, radica, a mi modo de ver, en que supuestamente es contada por este desequilibrado mental (incluye escenas con Leticia y sus relaciones con el psiquiatra, con su familia, con los vendedores ambulantes, los criados) quien nos aclara, que esas notas pasarán a las manos de Leticia, quien será la encargada de corregir todo ese material salpicado de sexo, pasión, tristeza, nostalgia, erotismo, con altas dosis de humanismo y poesía.
Leticia no puede conseguir su propósito por razones de fuerza mayor.
El psiquiatra que trata al narrador como «loquito», quien es amigo —el psiquiatra— del escritor Xilef Suil (¿Félix Luis?), acompaña a los agentes que hacen un registro en casa de la psicóloga, y se convierte en el héroe que salva el manuscrito del olvido con el propósito de entregarlo a Xilef Siul.
Se supone entonces que fue Xilef Suil el que corrigió la obra que el lector tiene en sus manos, lo cual me remite a Octavio Paz: «Los poemas (las novelas) son objetos verbales inacabados e inacabables.» Los famosos borradores de borradores de borradores.
¿Quién entonces cuenta las cosas que leemos? ¿El loco, Leticia, el psiquiatra que rescató las hojas, Xilef Siul…?
Por otra parte, en «Un loco sí puede», encontramos un elemento importante a tener en cuenta: la complicidad del lector:
Si en El Quijote, Cervantes se ajusta a lo que cuenta Cide Hamete Benengeli, dándole toda la credibilidad al supuesto narrador de la novela; en «Un loco sí puede», como ya se dijo, el narrador aclara que Leticia va a corregir la obra: ella tacha, rescribe, adiciona, inventa, quita, pasa en limpio. Pero a su vez, otro la va a corregir a ella: Xilef Siul, que recibirá el borrador rescatado por el psiquiatra, como también se dijo arriba. De modo que el lector se convierte en coauthor, aunque no quiera. El narrador (los narradores) van hacia el lector (narratario). Pero el lector a su vez se convierte en otro narrador más, pues su mente va creando una historia paralela, aproximada de lo que lee y analiza, de lo verdadero y de lo falso, de lo quitado y lo puesto. O sea: somos narradores y narratarios, destino y origen, lectores y coautores de la novela que tenemos delante. Obra hermosa y profunda que marca una época muy agitada del acontecer cubano.
Finalmente corresponde también al lector hacerse esta pregunta, una pregunta que se le pega al cerrar la última página: ¿Qué ha sido de Leticia, de Leticia Suárez del Villar Fernández Calientes? ¿Cómo ha sido su vida luego de tomar aquella trascendental decisión? ¿Se encontrará de nuevo con el loco? Si este loco «sí puede», ¿puede o no puede seguir este loquito haciendo su trabajo?
Un loco sí puede
(editorial Verbum, 2017)
Para adquirir un ejemplar de Un loco sí puede (editorial Verbum, 2017), de Félix Luis Viera, pinchar en el enlace: https://editorialverbum.es/producto/un-loco-si-puede
Gumersindo Pacheco
(Foto: Eva M. Vergara)
Gumersindo Pacheco nació en Cabaiguán, Cuba, en 1956. Ha publicado, entre otros libros: Oficio de Hormigas (cuentos, 1990) Premio Abril; y las novelas Esos Muchachos, María Virginia está de Vacaciones (premio latinoamericano Casa de las Américas, el premio anual La Rosa Blanca, y el Premio de la Crítica, 1994), así como Maria Virginia mi amor o Maria Virgina y yo en la Luna de Valencia finalista del Premio Norma Fundalectura); y Las raíces del tamarindo, finalista del Premio EDEBÉ, y publicada por dicha editorial en Barcelona. En el 2003 la Plaza Mayor, de Puerto Rico reeditó su novela María Virginia está de vacaciones. Cuentos suyos han aparecido en las antologías Cuentos de la Remota Novedad, Los muchachos se divierten, Diana, Fábulas de ángeles, Antología del cuento espirituano, Punto de Partida. Algunos de sus textos han sido publicados en México, Rusia, Venezuela, Argentina y España. Actualmente reside en Miami, Estados Unidos.
Félix Luis Viera
(Foto: cortesía del autor)
Félix Luis Viera nació en Santa Clara, Cuba, en 1945. Ha publicado los libros de poemas: Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia (Premio David de Poesía de la Uneac 1976, Ediciones Unión, Cuba); Prefiero los que cantan (1988, Ediciones Unión, Cuba); Cada día muero 24 horas (Editorial Letras Cubanas, 1990); Y me han dolido los cuchillos (Editorial Capiro, Cuba, 1991); Poemas de amor y de olvido (Editorial Capiro, Cuba, 1994), La que fue (Red de los Poetas Salvajes, México, 2008), y La patria es una naranja (Ediciones Iduna, Miami, 2010; Edizioni Il Foglio, Italia, 2011 —Premio Latina in Versi—; Alexandria Library, Miami, 2013). Los libros de cuento: Las llamas en el cielo (Ediciones Unión, Cuba, 1983); En el nombre del hijo (Premio de la Crítica 1983, Editorial Letras Cubanas, reedición 1988) y Precio del amor (Editorial Letras Cubanas, 1990; Alexandria Library, Miami, 2015). Las novelas Con tu vestido blanco (Premio Nacional de Novela de la Uneac, 1987, Premio de la Crítica 1988, Ediciones Unión, Cuba), Serás comunista, pero te quiero (Ediciones Unión, Cuba, 1995); Un ciervo herido (Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2003; Edizoni Cargo, Italia, 2005; Editorial Eriginal Books, Miami, 2012; y Editorial Verbum, España, 2015); El corazón del rey (México, 2010), y la novela corta Inglaterra Hernández (Ediciones Universidad Veracruzana, 1997).
Su libro de cuentos Las llamas en el Cielo es considerado un clásico en su país. Sus creaciones han sido traducidas a varios idiomas y se han publicado en antologías en Cuba y otros países. En su país natal recibió varios reconocimientos por su trabajo en favor de la cultura. En Italia se le conoce por su novela Un ciervo Herido, editada con el título El trabajo os hará hombres (Edizoni Cargo, 2005), que aborda el tema de las Umap (Unidades Militares de Ayuda a la Producción), en realidad campos de trabajo forzado que existieron en Cuba, de 1965 a 1968, adonde fueron enviados supuestos desafectos a la revolución castrista, como religiosos de diversas filiaciones, lumpen, homosexuales y otros.
Su novela El corazón del rey incursiona en el decenio de 1960, cuando en Cuba se establecía la llamada revolución socialista, y expone el mundo marginal de esa época. Ese mismo año dio a la luz el poemario La patria es una naranja, Ediciones Iduna, Miami, 2010; publicado en 2013 por Alexandria Library, Miami; y que en 2011 fuera traducido al italiano por ediciones Il Flogio y resultara merecedor de uno de los Premios “Latina in Versi”, otorgados en Italia.
En 1995 fijó residencia en México, país del cual es ciudadano por naturalización.