Palabras de presentación del libro En el extraño viaje (Alexandria Library, 2015) de Manuel Vázquez Portal.
Pues bien, presentar un libro de sonetos allende del reto, para mí es un elogio, puesto que el soneto en su eucarística esencia, es un canto a la poesía, un canto cuyo rigor se enrosca en la belleza del lenguaje como una plausible interrogante. A pesar de todo, el soneto sigue siendo el ruiseñor de este oficio que nos asiste, un ruiseñor de sapiencia oracular cuya armonía hoy nos llega a través del travieso viaje, poéticamente extraño que deriva del cálamo de Manuel. Sin embargo, es tan riguroso ese ruiseñor que resulta difícil atraparlo con una visión simplista de la dialéctica, por lo que se ha convertido en algo tan raro como el relámpago en la ventisca. Aunque esas consideraciones breves forman parte, como es natural, del mecanismo del poeta, donde el lenguaje es la fuerza motriz que lo impulsa, consideremos por consiguiente, la métrica no, como una monotonía que pasa, sino como una energía luciferina que nos aterra.
Este libro, que tengo el placer de presentar es una oda al soneto, o sea un homenaje a otro homenaje, digamos que, a manera de divertimento, y ya que estamos en presencia de un viaje, por qué no dar un recorrido tan siquiera unos instantes, por el siglo de oro donde un soneto me manda hacer Violante, la razón que me lleva, a mí por ejemplo a esa época, es el ritmo lope(de)vegiano del autor, incluso, partiendo del texto inicial en forma de prólogo, en el que Manuel revela el curso de la travesía, ahí vemos la cara aflautada del soneto sosteniendo la lira de Apolo.
Me atrevo a decir que el autor de cierto modo se aparta de la estructura tradicional del soneto de 4/4 – 3/3, usando al mismo tiempo un lenguaje dentro de un conteo silábico endecasílabo, que oscila entre lo grotesco y lo marginal, en algunos casos de natura prosaica, que si bien propone una dialéctica quevedesca, o gongorianamente culterana, de improvisto también insinúa un acercamiento pictórico a Louis-Ferdinand Céline ←o→a Émile Zola, por ejemplo.
Referente al contenido de esta propuesta, me llama la atención «Grandeza» no por lo anteriormente dicho, sino por ser un texto en el que poeta se manifiesta como Crusoe abandonado en sí mismo, hinchado de incertidumbre, esa incertidumbre que pellizca el alma cuando nos deja la edad de oro, pensamiento que extraigo de Novalis.
Volviendo a las definiciones tempranas, más allá de la belleza que despide la piedra filosofal de la palabra, la poesía es cosmogonía, y esta entrega no es la excepción, dado que el poeta se desplaza de una estancia a otra, expectorando: cicatrices, soledades, medidas sin medidas, sin contraseñas, sin nombres, sin mecenas, sin oráculos, sin aureolas, sin partidos, sin gobiernos. El poeta se presenta como un sileno que se vale de sus recursos para cantarnos sus epopeyas picarescamente.
De igual forma hay ciertas zonas de búsqueda lo cual complace una de las leyes de la retórica, al respecto me detengo en el texto «Endromuria guíglica para una comunicación perfecta con traducción incluida», en el que esgrime un sugerente uso del lenguaje.
«Aumega desotón resulidada
mas el tovin galul con que cadico
un perto: Atorpolto resupico
sánica tanución baliculada»
En fin, un libro de soneto en pleno siglo XXI, donde el llamado verso libre poetiza la estocada definitiva al parecer, aunque si nos detenemos a considerar los elementos etimológicos del oficio, la métrica es para el poeta lo que el boceto para el pintor, o las escalas para el músico, en fin, un libro de esta índole hoy en día, no deja de ser una osadía que pone al poeta en la cuerda floja entre la destreza y la torpeza. La eucaristía del ruiseñor como un fénix que se sacude la ceniza barroca de la estirpe, y como bien sabemos de ahí deriva nuestra poética muy bien marcada por las Erinnias desde Manuel de Zequeira hasta la fecha. El viaje un homenaje entre la cordura del poeta y la locura de Erasmo que desvela la metamorfosis de un ruiseñor cargado de intemperie. El viaje. Un contrapunto silábico entre la continuidad y el juicio final.
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Jesús Alberto Díaz Hernández
(Foto de Ulises Regueiro)
Jesús Alberto Díaz Hernández «Tinito» (29 de Mayo, 1971, Pinar del Río). Escritor, dibujante, traductor. Estudió licenciatura en lengua inglesa en el Instituto Pedagógico de Pinar del Río. Tiene publicado los poemarios: Discurso en la penumbra (Editorial Hoy no he visto el paraíso, 2012); Sanctasanctórum (Editorial Eriginal Books, 2012); Deltedio (CreateSpace, 2014) y Aurea Mediocritas (Eriginal Books, 2015). Sus poemas han aparecido en varios blogs y revistas literarias, tales como: Otro Lunes, Caña Santa, Inactual y La Peregrina. Textos suyos han sido traducidos al francés. Actualmente reside en Miami, Florida.