Revista Conexos

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Plantas invasoras: para una poética de la atracción

RACSO MOREJÓN

 

Donde los críticos literarios hablan de organicidad para referirse a la entramada solidez de un cuaderno de poemas, he preferido resaltar una cuidadosa coherencia imbricada entre los planos temáticos, estéticos y simbólicos que crecen en la medida que leemos, folio tras folio, la poesía que habita en el poemario Plantas invasoras, de Antonio Herrada Hidalgo, para más señas Premio Calendario de Poesía, 2016 que bajo el sello de la Casa Editora Abril será presentado al público lector en la venidera Feria Internacional del Libro de La Habana.
  Antonio Herrada Hidalgo nace en Holguín, en el riguroso año de 1992, escribe poesía y narrativa y se licenció en Geografía por la Universidad de La Habana en 2016 resultando el graduado más integral de su promoción. En 2012 consigue el Premio Nuevas Voces de Poesía, en 2014 obtiene el Premio Rafaela Cahcón Nardi in memoriam y en 2016 le es otorgado el Premio Calendario de Poesía por su poemario Plantas invasoras, tiene publicados además Asimetrías (Editorial La Luz, Holguín, 2015), su obra ha sido divulgada en antologías nacionales y extranjeras, en la actualidad coordina precisamente la sección Asimetría en la revista Alma Mater.
  Pero algo extra para celebrar con/de este galardón es la dimensión e(s)tética del jurado que lo distingue con este Premio; digamos que su “ancho de banda” le permitió a sus miembros una conectividad más efectiva con el poemario presentado por Antonio Herrada. Así, tres generaciones de poetas y -en consecuencia- tres referentes literarios disímiles lo avalan; a la razón, Virgilio López Lemus, Yanira Marimón, y Julio Mitjans conciertan justiprecian a Plantas Invasoras como un libro de poesía a incluir dentro de lo más granado del repertorio de premios nacionales convocados para jóvenes creadores por la Asociación Hermanos Saiz (AHS). Tres miradas que despejan cualquier posible niebla sobre el alcance expresivo de un libro que se mueve con soltura de lenguaje y una voz lírica fiable.
  Más cómplice con las páginas de este poemario merece destacarse el cuidado editorial de Sonia Pérez Tobella que alcanza una limpieza feliz y lúcida; así como el diseño del perfil de la colección que permite, desde hace algunos años, distinguir el repertorio de los Premios Calendario dentro del panorama editorial cubano con solidez profesional y una visualidad rotunda detrás del crédito –y el sello creativo– de Ranfis Suárez; todo sin desdorar el favor de las imágenes de interior del cuaderno desde la que se manifiesta certero el fotógrafo Israel Moya y la mismísima portada del poemario que, dicho sea de paso, involucra la mirada inquieta, acaso la intencionalidad, del propio poeta y su vocación de geógrafo, haciendo un guiño de identidad con su topografía natal, al traer a la fachada del poemario el árbol –pino australiano o pino de París/(o pino sin nacionalidad definida)/ árbol de la tristeza o cola de caballo/semiperenne/ pino que no es pino/ sino un árbol disfrazado de otro–, más allá del símbolo mismo “sembrado” dentro de sus textos. Una fotografía de portada que no delata en gratuidad sino que hace un llamado a la sugerencia, a lo alegórico que encontrará el lector pasadas las diez primeras páginas del volumen.
  Para eso la poesía de este libro posee el postrer anhelo del hombre en su destino definitivo por (de)velarse, y por eso el poeta se pega al muro buscando un verso que (lo)me fusile, como inicia el poema:
 
  POÉTICA DE LA ATRACCIÓN

  Estoy buscando un verso que me fusile
  pero mis versos no atraviesan nada.
  No atraen balas.
  no son balas
  todavía.
 

Porque en lugar de hacer mutis ante su desvelo creativo, lanzó la palabra contra el muro, entiéndase la página lapidaria y alevosa, y contra él ejercer el exilio, es entonces cuando el autor apunta al silencio para hacernos saber desde la primera persona un rasgo de su naturaleza: Yo soy el aprendiz hasta que me sentencien y disparen.
  Puesto que con la (su) poesía ocurre lo que con las semillas y su itinerario, ese antimomento único que se desgaja hacia la idea de la trashumancia, lapsos privilegiados, decisivos, instantes excepcionales, más bien una dispersión que apela a lo simbólico donde el poeta toma disímiles referencias literarias y vivenciales como substrato para hincar –con su lírica– ese bosque “invasor” que es la poesía cubana escrita por los jóvenes.
  ¿Mero gesto de consonancia, sentido de pertenencia que hace pensar en la soledad del poeta contra la página en blanco y su mar de conjeturas?, ¿Razones para un diálogo que tiene sus referencias en la geografía como profesión y en la poesía como vocación?, «¿Tenciones entre paradigmas y realidades?»
  En todo caso cuenten estas interrogantes para el goce artístico que cohabita con toda lectura, cuando el simbolismo al que apela el autor posee la lógica equivalencia con su contenido, en este sentido dentro de Plantas invasoras el recurso literario empleado por Antonio Herrada no es una simple hoja mecida al viento por el artificio retórico, sin renunciar al caudal de las imágenes y los símbolos que el género en sí no posterga en todo libro de poemas que se precie; como es sabido la poesía se escribe a edades tempranas desde el relámpago del dolor, lo mismo que desde esa primera persona transfigurada en sujeto lírico con el que se presenta y/o se ausenta el poeta para permitirnos el lujo de la complicidad con la duda edificante de cada creador y lo que advierte Antonio Herrada a manera de despedida en el poema que cierra este ciclo autoral:
 
  POEMA PARA DESPEDIRSE

  Más allá de este bosque uniforme
  sembrado en nuestras mentes
  hay también
  un árbol.
 

Siendo así, un atisbo interesante a la poesía de Herrada es notar, a simple lectura, que en Plantas invasoras hay una vehemente perspectiva temática que arbolan el conjunto de poemas propuestos por su autor y un criterio ideo-estético que escapa magistralmente de los lugares comunes, muy comunes, por cierto, en una porción de la poesía publicada hoy por los más jóvenes autores en Cuba.
  Para finalizar esta hojeada merece destacar que temas universales como el hombre y sus angustias; la Historia y sus conexiones; la vida y su contra figura, los poetas y la tradición literaria, la esperanza en lontananza que estos inscriben no escapan de estas páginas y sus fronteras:
 
  LOS POETAS MUEREN A LOS 21 AÑOS

  Habiendo cruzado la frontera
  puedo declararme muerto.
  Escribir como un muerto y acomodarme a la idea.
  Temerle a la idea.
  Pero apenas entiendo las dimensiones del muerto.
  Mis verdades sujetan el mundo como otra gravedad.
  La frontera es dejar un cuerpo y seguir con otro menos vivo.
  La frontera es una flor que alguien siembra a mis espaldas.
 
 
  LUCHA DEL ÁRBOL

  La única diferencia entre un hombre y un árbol es la lucidez.
  El árbol nace y el hombre nace.
  El árbol crece y el hombre crece.
  El árbol siembra y el hombre siembra.
  El árbol utiliza su equilibrio para permanecer.
  El hombre confía en su hambre.
 
 
  FRENTE AL MURO

  Todo cae.
  He esperado en nuestra tienda
  a que se derrumbe el muro.
  Desperté preguntando quién escribe la historia en estos días.
  Algo pequeño
  Que naca algo pequeño
.
  No hay un libro interminable en la memoria.
  Solo un muro donde colocarnos.
  Donde dar la espalda.
  La parte de la vida que nos queda.
  Nada nace frente al muro.
  Es solo esperar el derrumbe
  o el desplome de otro cuerpo.
 
 

Plantas invasoras (Casa Editora Abril, 2016)

Plantas invasoras
(Casa Editora Abril, 2016)


 
Antonio Herrada (Foto cortesía del autor)

Antonio Herrada
(Foto cortesía del autor)

Antonio Herrada Hidalgo (Holguín, 1992). Poeta y narrador. Estudiante de la Facultad de Geografía de la Universidad de La Habana. Graduado del Centro Onelio Jorge Cardoso. Obtuvo mención única en el premio Pinos Nuevos 2014 con el cuaderno Asimetría y el Calendario 2016 de la AHS, también en poesía, por Plantas invasoras, al cual pertenecen estos poemas. Ha publicado su obra en revistas y antologías de Cuba, Canadá, México, España, Italia y Estados Unidos. Coordina la sección de literatura joven de la revista Alma Máter

 

Racso Morejón (Foto cortesía del autor)

Racso Morejón
(Foto cortesía del autor)

Racso Morejón (La Habana, 1965). Poeta y Promotor Cultural. Aparece incluido en la antología Rapsodias, selección de poesía contemporánea, Montevideo-2006-Brasilia Editores Bianchi del Movimiento Cultural aBrace que organiza el Festival de Poesía de Montevideo, Uruguay y en El ojo de la luz. Antología de poetas y artistas plásticos cubanos, editado por Diana Ediciones, edición bilingüe sin fin lucrativo. Es coordinador de la tertulia El Cántaro Azul del Diplomado de Historia y Práctica de la Creación Poética, que se imparte en el Centro Cultural Dulce María Loynaz.

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Esta entrada fue publicada el 18/03/2017 por en Reseña.
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