Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

El eco del pintor en uno mismo

OSVALDO HERNÁNDEZ MENÉNDEZ

 

Catálogo obras de Sergio Chávez Bonora. New York (‘Entre dos aguas’, Bluebirds Editions, 2021),

La ciudad sumariamente dispuesta. Muros y paredones cegados, un obsesivo entrecruce de caminos y la azotea como atalaya. Algunos deambulan absortos. Otros acarrean, igualmente de prisa y retraídos, los atributos de la precariedad cotidiana o se detienen a contemplar el mar al final de la calle.

El mar representado como un telón pintado. La ciudad y el mar concebidos como espacios simbólicos. Un universo expuesto por substitución: lo uno por lo otro o lo otro por aquello. La tenaz reinvención de un espacio intemporal. Un espacio minuciosamente codificado, sin continuidad o evidencias. Un laberinto en el que a nadie parece importarle en lo más mínimo la entrada o la salida del mismo. Apenas un ir y venir de los que pasan atareados en todas las direcciones. El gesto como abstracción. Un escenario prorrogado en el que el mismo autor ha sido suplantado por su alter ego, omnipresente e imperturbable.

El pintor y la muerte juegan dominó. La muerte se aparece con su ficha y la multitud le da la espalda a la tribuna vacía. Los que se despiden y los que regresan al tablero de juego. Los personajes de espaldas, en su rictus de negarse, y la muerte con su ficha en alto, de cuerpo presente, regresando. El homenaje como pretexto. El homenaje y el escarnio. La inquietud y el desasosiego detrás, a la espera, sibilantes.

En este relato, lo mismo que en el dominó, todas las fichas cuentan. Las que se muestran y las que se ocultan. La ciudad encerrada y los que allí deambulan. La aparición de la muerte frente a la señora que ha colocado sus fichas en la mesa. Vírgenes, balseros, niños uniformados, policías y caminantes en su parada de pequeños monstruos. Y el alter ego del pintor como encarnación del drama. Existir fuera de este caos parece imposible. Caos o concierto lapidariamente articulado que sigue sus propias e inescrutables reglas.

Un discurso irónico y perturbador sobre una ciudad frente al mar, el individuo y su soledad. Un despliegue de situaciones y personajes recurrentes, perseverantemente reiterados. La reiteración y el juego con la nostalgia, operando como instrumento de liberación. La salvación de la memoria por medio de la representación y la autorrepresentación. El trueque de la angustia y la nostalgia, llevado a cabo pertinentemente. El trueque o representación y sus resonancias.

Y de esto se trata: el eco del pintor en uno mismo, en nosotros. Es decir, todo el espacio habitado por el pintor en nosotros. Un espacio que el pintor atraviesa y convierte a su semejanza, sin sonrojos, en su totalidad, expansivamente, con nosotros allí también, ahora dentro, en su espacio, el espacio del creador. Un creador que se lo juega todo sin otro propósito que el de conquistarnos. Que se asoma en su habitual azotea o atalaya y nos observa pasar, impasible, desde lo alto. A nuestro alrededor la atmósfera parece suspendida y nadie más repara en nosotros. Nadie repara en nadie. Un negro se aleja flotando sobre un neumático y una virgen se planta en el mar frente a la ciudad. Ni un grito. Una ciudad sin avisos, sin sobresaltos.

El pintor piensa su obra como el hombre que lleva juguetes a un niño. Y este es un pintor entre dos aguas, con sus juguetes a cuestas, sus inefables encantos y seducciones. Alguien que se ofrece y se entrega a salvarnos con zapatos de tacón alto.  

 
 

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Sergio Chávez Bonora (foto: cortesía del autor)

Sergio Chávez Bonora (La Habana, 1965). Reside desde 1999 en la Florida, Estados Unidos. Estudió pintura y escultura en la Academia de Bellas Artes de San Alejandro, en La Habana (1984-1986), y diseño escenográfico en la Escuela Nacional de Artes Aplicadas (1983-1984). Participó en talleres de creación dirigidos por Antonia Eiriz y en performances con Manuel Mendive. Exposiciones personales recientes: en Miami, Desde esta orilla, Galería Artefactus (2018); Más allá de la inocencia. Miguel Rodez Art Projects (2015); Habana mía, Unzueta Gallery (2012); y en París, Francia, La Havane Naïve, Galería Ars Atelier, de Zoe Valdés (2010-2011). Ha participado en múltiples exposiciones colectivas (entre ellas, Artistas Pro Derechos Humanos, Cuban Art Club, 2017).

 

Osvaldo Hernández Menéndez
(foto: cortesía del autor)

Osvaldo Hernández Menéndez. (Camagüey, 1983). Graduado de Historia en la Universidad de La Habana en el 2007. Máster en Procesos Culturales Cubanos. Profesor Auxiliar de Cultura Cubana en el Instituto Superior de Arte (ISA) en La Habana. Asistente de dirección de Teatro El Público. Ha participado en diferentes exposiciones como asesor y dirigiendo performances. Tiene varias publicaciones en revistas de cine. Coordina la sección de Itinerarios en el proyecto Ánima. Ha participado en eventos nacionales e internacionales sobre cultura cubana e historia.

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Esta entrada fue publicada el 29/09/2021 por en Uncategorized.
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