En la torre de la iglesia del barrio alemán, quedó atrapada una cigüeña. La voz aguda, doliente del pájaro cautivo se oía desde lejos. Los vecinos de las calles más distantes, hasta los habitantes del callejón del cementerio acudían a los lamentos desesperados.
Al principio creían que sonaban las sirenas. Solo más tarde avivaron el paso hacia el refugio antiaéreo construido en el jardín de la iglesia; corrió entre ellos la noticia de que era una cigüeña accidentada.
La cigüeña es un huésped frecuente por aquí. Anidan de buen grado en el techo de la escuela de música, o en los puntos altos de los alrededores y más a menudo en el poste eléctrico frente a la iglesia; cebando allí a sus polluelos.
Los vecinos del barrio las consideran suyas. Cuando se ponen en camino al principio del otoño las despiden con una ceremonia colorida y su regreso es también una fiesta.
Cuando el sacristán se puso a liberar al pájaro que chillaba, una multitud rodeaba la iglesia. Subió corriendo por las escaleras más y más estrechas de la torre. Al llegar a lo último abrió la ventanilla. Se estiró, pero en vano, no alcanzó al animal. Levantaba sus brazos gordos hacia la cruz como se estuviera orando. Visto desde la distancia resultaba un espectáculo cómico. Lo único era que nadie reía. Entonces, varios pidieron por el hojalatero.
Eneifel, el hojalatero, llegó con un largo bastón, se abrió paso por la ventana apenas más larga que una tronera. Desafiando la luz del sol deslumbrante se puso en camino. Se equilibraba en las tejas lisas. Su exhibición despertó la admiración del barrio alemán. Cuando llegó por debajo de la cruz, se agarró de ella con su mano izquierda y con el bastón en la derecha empezó a dar golpes buscando donde tocar para liberarla del pararrayos. El gancho desató una ola de miedo en el pájaro. Se lamentó desesperadamente retorciendo la cabeza, tratando de liberar las alas del alambre.
Visto desde abajo parecían convulsiones torpes. Luego, de pronto, se paró. El hojalatero levanto el cuerpo en el aire, con un gesto triunfante. Como se fuera la bandera blanca de la paz. Dio una mirada al alrededor, y comenzó a recular. Abajo en murmullos la gente comentaba llena de emoción.
Llegados a la pequeña apertura la cigüeña dio una patada. El bastón hasta entonces aferrado al puño del hojalatero se tambaleó, justo para que unos pedazos de tejas cayeran sobre los de abajo. El pájaro dio una vuelta y como un enorme paquete blanco, atado de una cinta oscura, se derrumbó sobre el polvo. Aquellos que se encontraban en el lugar no han podido olvidar durante días el ruido del terrible golpe.
Algunos creyeron oír el crujido de la defensa antiaérea. Luft gefahr vorbei! Otros se preguntaron cuál sería el castigo que caería sobre la población del barrio. Una niña de trenzos que hasta entonces estaba parada al lado del pozo se acercó al animal destruido y le quitó una larga pluma blanca.
Ya en la tarde, se dispersaron todos los congregados.
El sacristán cavó en el jardín de la iglesia para enterrar a la cigüeña.
A petición de la alcaldía, el sacerdote Juan Pilum añadió a su sermón de cada domingo un “ten piedad de nosotros, Señor, y perdona nuestros pecados”. Pero su voz temblorosa no llegó a su destinatario, o el Señor no decidió que sería pecado y que no. No se detuvieron a preguntar si el acento del sacerdote dificultó la comprensión. Fue como fue, a finales de diciembre me dio la noticia oficial: ¡hombres al frente de guerra!
Traducción del húngaro por Georges Ferdinandy.
László Kiss. Nació en 1976, en Gyula, Hungría. Es esta ciudad trabaja como profesor de historia. Ha publicado varios libros de poesía.
Georges (György) Ferdinandy (Budapest, 1935) abandonó su país después de la revolución húngara de 1956. Publicó sus primeros libros en francés, por los que obtuvo el Premio Mundial Cino Del Duca 1961 y el Premio Literario Antoine de Saint–Exupéry 1964. Se doctoró por la Universidad de Estrasburgo. Fue profe-sor de la Universidad de Puerto Rico durante treinta y seis años. Entre 1976 y 1986 colaboró como crítico literario para Radio Free Europe, de Munich. Su obra ha sido traducida al español, alemán, búlgaro e inglés. Recibió el Premio Pen Club de Puerto Rico en 2000. Es miembro de la Academia de las Bellas Artes de Hungría.