Tiembla la cólera
y en aluvión se desata la tormenta
el grito sacude los cimientos del instinto
que precipita la consecución de la ira.
Obscuro el furor tiñe la ventana
por donde saltan el despotismo
y las palabras.
Los sonidos chocan
contra los flancos del techo
y repercuten en la mente
que espera para contratacar.
Se inundan los sentidos
con tanto requiebro
y la tristeza oprime la herida
que el delirio desata.
La fascinación por la violencia
es amarga
lo sé.
Soy la rabia
y no hay perfume de almizcle
que calme tanto hedor
sólo se domeña al resoplar
para escupir el arrebato.
Después de la tortura
la ira escapa
es cuestión de tiempo
controlar el soplo salvaje.
Casi nadie susurra
al oído de los muertos
ni trata de sentir su roce
la leve cercanía
de sus manos heladas.
El olor expele el aliento extinto.
Yo besé la boca de mi madre
y le pedí que partiera
a mejor muerte
para así detener su agonía.
Le juré el reencuentro
— pronto — dije
y se fue aliviada.
Soy hipócrita.
Ella lleva un siglo de espera
y sobresalto
y aunque deba cumplir la promesa
no me decido a partir.
El deseo por la existencia me alimenta
a pesar de las sombras
y de una fiebre insólita que me cobija.
La vejez y la muerte se vuelven seductoras
hay que estar en paz con la congoja.
La paradoja merece tiempo
somos parte de un todo que se desdibuja.
Estoy atrapada
en una tela de araña
de la que trato de salir.
Soy un insecto
hay un juego lujurioso
con cada acometida
con cada frase que busco
para liberarme de esta tortura.
La libertad del aire es mi naturaleza
el dominio en que me siento íntegra.
Soy un ave
desafío el viento
que puede desgajarme
quiero seducir al monstruo
y miro directo a sus ojos
en un acto íntimo de entrega.
Soy un ser
trato de explorar la red
y palpo con las yema de los dedos
cada hilo cada fibra
que es mi cárcel
la estrangulación el tiempo.
Soy la palabra
entro en un ritmo loco
para vencer el miedo
y las frases manan.
Somos una en pálpito telúrico
desde el epicentro de la tela
al papel en blanco
nos derramamos.
Estos poemas pertenecen al libro inédito «Letanía.»

Ena Columbié (foto: cortesía de la autora)