Ya sé que la buena poesía, por sí misma, debe bastar para el acto poético. Pero en mi caso, probablemente porque no se trate de “buena poesía” y porque un buen amigo me lo ha pedido, me he animado a desoír ese sabio consejo, y escribir estas líneas que no pretenden, no obstante, “explicar” el poema, sino su circunstancia.
Hay ceniza en el agua y Oración están relacionados con la muerte y con Reinaldo Arenas. El primero está fechado el 3 de diciembre de 1991, a pocos días de cumplirse el primer aniversario de su muerte, ocurrida el 7 de diciembre de 1990. Rey había dicho que su cadáver fuera incinerado y sus cenizas lanzadas al mar, en el malecón habanero, cuando Cuba fuera libre. Para esa fecha convocaba desde ya a sus amigos (si es que alguno queda vivo para entonces). Debían reunirse allí y leer el poema Para entonces del poeta mexicano Manuel Gutiérrez Nájera antes de efectuar la ceremonia. Pensaba en todo eso y cerré los ojos y volví a vernos en mi casa, cantando a gritos en el cuarto del fondo –cuando aquello al pequeño grupo nos había dado por poner música a los poemas que más nos gustaban de Quevedo, Lezama, Casal, Reinaldo y de nosotros mismos– ese hermoso y triste poema, que para nosotros representaba el amor al mar y a la libertad:
Quiero morir cuando decline el día,
en alta mar y con la cara al viento,
donde parezca un sueño la agonía
y el alma un ave que remonta el vuelo.
No escuchar en los últimos instantes,
ya con el cielo y con el mar a solas,
más voces ni plegarias suplicantes
que el majestuoso tumbo de las olas.
Morir cuando la luz triste retira
sus áureas redes de la onda verde,
y ser como ese sol que lento expira:
algo muy luminoso que se pierde.
Morir, y joven, antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona,
cuando la vida dice aún: “Soy tuya”,
aunque sepamos bien que nos traiciona.
Después me vi corriendo, esas carreras locas bajando la colina del picadero en el Parque Lenin, y leyendo debajo de los árboles. Luego recordé la primera vez que leímos juntos, ya en libertad, en otro parque, esta vez El Retiro de Madrid. Y vi la ceniza flotando en el agua… El segundo está fechado en 1994, en medio de la crisis de los balseros, y es eso, una oración.
Enero del 2001.
HAY CENIZA EN EL AGUA
Después entramos al Retiro
y nos sentamos debajo de los chopos.
Es el otoño y hace frío.
Nos acomodamos sobre las hojas,
te arreglas la bufanda
y otra vez te oigo.
Pero no es este el parque.
Bajamos la colina del picadero
y echamos a correr.
Finalmente ganaste la carrera.
Hay ceniza en el agua.
ORACIÓN
Mar,
tú que acogerás en tu eternidad las cenizas hastiadas de Reinaldo Arenas,
tú que insolente y colérico cantas desde otros tiempos
más inocentes,
ajeno a los hombres que desde su pequeñez y su miseria,
todavía te amamos.
Tú, que estirando tus manos puedes tocar las dos orillas.
Tú, que como fuego te agazapas y saltas y golpeas,
por favor,
no hagas daño a esos muchachos, sólo protégelos.
Y si te es posible,
burla a políticos y comisarios,
a patrias y países,
y permite que sus cuerpos hambrientos
y desnudos,
sus cuerpos furiosos y gastados,
arriben a esta orilla.
Hazlo a cambio de las cenizas hastiadas de Reinaldo Arenas,
que fue joven, hermoso,
y te amaba.
dos textos hermosos,un preciso homenaje.