BOCETO Vas con la soledad en los labios clavas una estaca una y otra vez conmigo adentro. Buscas, interrogas, llevas mi carne como vicarias en los ojos. Pájaro que devoras cada rama seca ¿Por qué brindas tu luz? Asumes con ternura nada digo nada niego lloro el desamparo de los que advierten la vida. Vas con tus manos sobre las mías me das la ocasión de ser buena. Soy buena, limpia y buena tengo poderes verdaderos contra el misterio que compones. Venía mirando acaso las nubes no hubo luz más hermosa que el retrato sin fecha de tus ojos. CAMINITO DE PIEDRAS QUE OBEDECE CON UNA FAMILIARIDAD ENCANTADORA Confieso que mis últimos latidos son como piedras sueltas. Aquí hay piedras para todos los gustos. Lo peor no es eso lo peor son las consecuencias. He girado la cama, la he cambiado de lugar he pellizcado la carne ofrecida soy hermosa cuando salgo del baño. En el escenario visto blusas blancas basta con esconder el sudor del látigo. Hay brazos que me abrazan como en las letras invisibles de un contrato. Lo peor de todo no es eso. En la ducha, me paso la tarde entera esperando voy a lo limpio imprimo en seco cómo me mirabas con aquellos hermosos ojos de niño blanco. Elogio tu locura cuando me pagas un poema como salario. Porque el hombre busca las locuras como salvajes ondas que se escapan. Lo peor de todo no es eso. Lo peor son cien ejemplares de lo mismo jugarse la carne por ellos rectificar a los cuarenta las estrofas por las que anduve intensamente desnuda no eran mías. El poder de un poema es absoluto cuando se fabrica con esfuerzo. Sabemos pocas cosas. Números tras números usamos un kit de migajas de pan para el camino. Todos los pasos son distintos. POEMA DE CUANDO LA FÉ ES UN NÚMERO TREINTA Love is a verb seeking God’s glory Hay treinta agujas en mi corazón. Treinta noches mar abajo donde la esperanza y el miedo son cosas que no importan. Hay treinta crímenes cantando un blues treinta inmóviles teclas de un piano en busca de la tranquilidad apenas. Son treinta las entradas de una puerta treinta pactos que pierden su nombre con los años. Hay treinta motivos para alegrarse treinta mujeres guardan luto treinta los dioses que no acompañan. Treinta hormigas sobre mi cuerpo no sé que andarán buscando. Pese al mal tiempo hay treinta árboles con sus mejores frutos entrar en el corazón a treinta fuegos es un gesto tan hermoso. Como treinta trozos de leña caliente hay treinta horas sin nosotros. Voy escuchando como respiro lentamente respiro, treinta veces soy más sabia si tomo suficiente champagne. Voy escuchando cuántas cosas se van a partir de ahora pierdo gravedad cada treinta segundos, tengo poca fé en el próximo minuto.
Yosie Crespo
YOSIE CRESPO nació en Cuba en 1979 y reside en Miami, Estados Unidos. Ha participado en el libro Antología de la poesía cubana del exilio de Aduana Vieja (España, 2011) y en la Antología Gaceta Virtual, (Argentina, 2011). Dos de sus trabajos fueron seleccionados para la exhibición «Be inspired, 2011» en el Museo de Arte (MOA) de Fort Lauderdale, auspiciado por Nova Southeastern University, (Estados Unidos, 2011). Trabajos suyos han aparecido en diversas publicaciones de Cuba, Nueva York, México, Argentina, Venezuela y España.
Ha recibido los siguientes galardones: Primer Premio «Nuevos Valores de la poesía hispana 2011» Editorial Baquiana y Centro Cultural Español en Miami, Premio del IV Concurso Juvenil de Poesía Federico García Lorca 2011; Finalista del Premio Poesía Atiniense 2010 Argentina; Premio Internacional de Cuento 2010 Feria del Libro, Buenos Aires, Argentina; Finalista del Premio de Poesía 2011 Gertrudis Goméz de Avellaneda, España; Premio Luis Felipe de Cuento Corto 2011, Miami Fl; Finalista del I Concurso Hispano-Frances/Antonio Machado 2011, entre otros.
Tiene publicado el libro de poemas Solárium (Miami, 2012).
Yosie y sus finales… cierran con broche de oro lo que ya era oro de antemano.