Juegos de pólvora
No le gusta la sangre
ni el sonido de un revólver.
Jamás perdería su tiempo
diseñando alas para un gato.
Ella se casó con las cuentas
de un vestido para locas
y todo el mundo
aplaude su cordura.
Recoge miel contaminada
que a ti y a mí nos debilita.
Tú sabes esconderte en pecados inéditos;
comprar maquillajes, reputaciones,
meter al horno el orgullo
y luego de una hora
sacar de ahí el cadáver del enemigo.
Ella no destroza caracoles
con la mirada.
La expulsaste en febrero,
le hiciste ver el aire
y se cubrió los ojos.
Le hablabas de un flor invisible
y te pidió crayolas.
Nunca te inspiró un conjuro,
pero es mi hermana.
En su cabellera
nacen fuegos imposibles.
Este hombre joven que me lleva de la mano
ha encendido un bosque en cada córnea
con fuegos diminutos en alguna parte de la flama
que azul sigue bailando para marear a la culpa,
a todas las palabras desvaneciéndose
en el aire cuyo aliento es un portal al milagro,
a los sueños del aire vagabundo
nacido en una ciudad lejana
cuando otro hombre me llevaba de la mano
y los arces se mecían
llamando al viento, se mecían
dibujando mi primer escalofrío.
El futuro era un gigante
en las nubes a ras de mi aventura.
Después, como si la noche y el encaje
de todos los deseos se multiplicara,
como si todas las lunas en jauría
saborearan mi miedo,
aprendí que cuando un hombre te lleva
de la mano, una hoguera
cada vez más sabia te desnuda.
Ahora entiendo qué se hizo aquel nudo en la garganta: creció con el aire. Se colmó de noche para enrojecer como fruto que lame la luna. Llevaba dentro la semilla de otro nudo en tu garganta. Así tenía que ser para poblar el cementerio, para venir a llorar con el perfume del valle, para volver a cantar la suerte de las tumbas, para ver cómo crecen y se abren, en cada estación, los frutos negados de nuestras gargantas.
En esta noche, porque vienen,
el aire es una risa de fuego queda frío.
La tierra se deja humedecer por memoriosa,
por el maíz blando del perfume
y todo aquello que esta noche crece
a la sombra de un latido de sal,
del trago de tequila dándole luz al fotorama.
Vienen y el esqueleto danza en el paisaje,
en la bruma que nada sabe del volcán ni de los ríos.
Qué viva es la eternidad y la escalera al cielo.
Qué amor por la nave de la noche brilla en su cuerpo de fantasmas.
Qué corona de espinas y amuletos que no pueden tocar, ya no.
No con su purgatorio ennegreciendo el útero
y las cadenas y el orgasmo de la muerte
que es caminar sobre los mares.
No más esta noche con chocolate y canela,
con lengua dulce y besos amargos, no más.
La muerte nos creció donde se acaban las pestañas
y el barro que fuimos se quiebra en el incesto.
Hermanos todos, todos entrampados,
todos persiguiendo la carne del otro que es la nuestra,
el sabor a cempasúchil, esa piel de la agonía,
el anís en el pan que nos consume.
Lo que no se dice resplandece. En el secreto respiran gemas de maras antiguos. Para rescatar el oro se precisa una derrota. Un fracaso que sangre cuando más solo parece el horizonte.
Es por eso que cuanto se guarda echa raíces en las galerías de los sueños y las sombras. Pero una tarde llega el milagro y aquello escondido vence, escapa de los territorios de mutismo con plomo en cada herida. Entonces se hace de noche, como en un eclipse que tiñe de azul cobalto nuestros ojos. Entonces las frases se cumplen.
Es así como los árboles nocturnos sueltan su perfume y con lágrimas, por fin, la aurora viene.
Poeta, narradora, periodista y catedrática. Especialista en Enseñanza del Español como Lengua Extranjera por la Universidad Complutense de Madrid y Magister cum laude en Literatura Latinoamericana por la Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. Máster Ética y Construcción Social por la Universidad de Deusto, Bilbao, así como maestrante en Periodismo Político en su alma máter. Es Doctoranda por el CIDHEM en Literatura. Actualmente labora como Profesora de Cátedra del Instituto Tecnológico de Monterrey. Fue primer lugar del Concurso de “Géneros Periodísticos Carlos Septién García”, en ensayo. Premio Nacional de Periodismo AMMPE 2011, en crónica, y dos veces ganadora del Premio Nacional en Creación Literaria del ITESM dentro del rubro de poesía. También ganó los Juegos Florales de Cuernavaca 2012, en las categorías de cuento y novela corta. Ha publicado los poemarios: Corredor de las antorchas (2000) Universidad del Estado de México. Todo es edad (2003) Universidad del Estado de Morelos. Estacionamiento de avestruces (2006) Editorial Domingo Atrasado, Bogotá, Colombia. La misma escarcha (2009), Editorial Pasto Verde de Orizaba, Veracruz. Para un árbol amarillo (2010), Ed. Eternos Malabares, FONCA y CONACULTA. Cementerio de pequeñas cosas (2011) Ediciones Zetina, Cuernavaca, Morelos. Hipnosis (2011) Editorial Tintanueva, Distrito Federal. La dueña de la isla (2012) Editorial Lengua de Diablo, Cuernavaca .