La sombra de trapo que me nace en las encías
es como un iceberg en la boca de mi sexo.
La joroba de la frente, la espalda de la cavidad más oscura,
el subsidio en el que me sucedo
hasta besar el nombre subrayado, prometido
en todos los desiertos.
Para olvidar la estimulación del clítoris en mis zapatos,
como lo hago con el abecedario de repuesto
que llevo en mis paisajes,
me abandono a la infección traviesa de los ojos
a la mancha en el cuello de la frase
el día de su graduación.
Me rindo a la honestidad del semen indeclinable,
ese que apenas respira
bajo la hipérbole del adjetivo que nos observa desde la tumba,
para que se apodere de mi ropa,
de la corteza de todos los labios, de la virginidad del verso,
y me haga polizonte de la delicadeza de los cadáveres
cuando se prestan las palabras, los párpados
y el vello repetido en la memoria.
Más que el viento calle abajo,
necesito una mejilla como último servicio
al sufrimiento anónimo de mis letras intermitentes,
y la dimensión panorámica
sobre el abismo que llueve a fogonazos.
Mi sangre ha capitulado, su lengua inflamada
chupa la excesiva temperatura de su feminidad,
la rotura inminente de mis hijos,
su alma negra como la bala sobre el ciego,
su soledad descalza, el aborto entre una distancia y otra,
la palabra asesinada antes de su iniciación
en la boca de los verbos aun niños.
Me queda el dolor del barro cuajado en las pupilas,
los sueños obesos de tristeza,
la violación del pecho en los charcos,
la humana ferocidad del hambre en la última maleta,
los osos de peluche que rugen por el ombligo,
y un par de souvenirs de plástico apasionado y enérgico.
Siento la coz puesta en pie
como la luz cuando señala, obstinada,
la arruga del espejo, la locura en los pómulos,
el crimen sobre la hiedra, unos ojos cerrados con llave,
el dramatismo del día y su cojera, dos pausas sin pasaporte
que huyen a los límites del hombro.
Siempre ha sido así, a lo largo de todas las muertes
a las que siempre llego tarde.
A bordo de la sombra, en este frío exánime,
me subo al silencio arenoso de los talones,
y el vértigo me arruga,
con mi chaleco especialmente diseñado
para que la vida vaya de bohemia por mis ojos,
abro mis horizontalidades, las desordeno
mientras la necrófila nieve se apodera de mi espalda,
y me inocula el estertor de un cielo
en el que solo hay palomas de manteca, listas
para untar sobre las nubes.
En este paraíso boca abajo,
me siento a la derecha de mí misma,
para acabarme después en el abrazo de mis venas
como lo harían un par de lágrimas antiguas
sobre el cuerpo de un violín condenado a muerte.
Tras mi palabra de tobillos diminutos, el alma
desaparece molida a palos.
Las palabras portuarias
fondean la respiración despacio
como se hacen las cosas importantes,
y en las esclusas, cargan con el peso del sonido,
con el sudor de su plegaria dilatada
en sus mares de clausura,
se alimentan de las tónicas heces de sus madres,
prosódicos animales de brea en canales dragados,
malolientes, escamas de lujuria átona sobre la saliva.
Las sílabas astilleras hacen blando el olvido,
los muñones del trazo
saben cómo esconder las vísceras de tinta,
para que nadie sepa dónde fue a parar
el signo de interrogación de su sangre,
el color de su desesperación
al llegar al borde de la blancura, al abismo
vertical de la página que muere al abrigo de las aguas.
En ese escenario venenoso de martillos y punzones
donde la soledad de los containers es un paraíso
yo, como Mallarmé, me tapo la nariz frente al cielo.
Las letras que mueren en el dique de la boca
deberían tener un réquiem en cada muelle,
un libro donde amarrar por última vez el iris
para que la gaviota, fiel, estire el calendario
hacia el infierno y reafirme con el pico su existencia.
Poema perteneciente al libro del mismo título, galardonado con el XVIII Premio Nacional de poesía «Acordes»
La nieve es un esfuerzo.
Luis Rosales
Así el viento es ahora mi tierra para morir,
la superficie donde detener la caída
de la soledad morena del aire,
el sonido que sabe que atardece anclado
y se agarra aún más a este sol
que anda siempre de rodillas
ante la oración de la carne,
embustera, desnudamente sola,
con el triste enlutado de los huesos
crujiendo sobre espumas y costumbres,
y eyacula agua helada sobre el abdomen,
con la vida reunida y la sangre a medio gas.
Así mi nombre doblado sobre la cama
me lame y me desmortaliza,
calienta el duelo de los colores,
y evita que me crezca demasiado el corazón.
Me quedo distinta en cada muerte,
en cada espacio de sal que le robo al horizonte
y en cada holocausto autografiado
que me regalan los besos de la palabra
cuando se viste a diario con mis ropas.
Veo el muñón en las alas, la luz suicida
que trepana la inocencia y nos convence
de que es mejor subir a dentelladas por la sangre
que bajar los escalones del silencio.
La voz en miniatura pasa rápida
por los oídos, con el cuerpo a la carrera y las manos
poco hechas, un aire naive resbalando por la nariz
de un cuadro demasiado grande,
la saliva en la boca, quemada.
Nada cuadra en estas trenzas,
muñecas de verdad con pecas de mentira
que juegan al escondite en las empalizadas
y violan la niñez que nos vive.
Quizá tengo demasiadas palabras en los ojos,
sílabas pequeñas que no alcanzan la pared
de mi garganta, y viven agachadas, con la falda
huérfana y las piernas cortas, esperando el turno
para inventar un nuevo puente colgante
desde donde practicar el salto al vacío,
sin perderse y sin tener que perdonarse.
Marian Raméntol (Barcelona, 1966). Poeta, traductora y directora de la revista cultural La Náusea. Miembro del grupo musical O.D.I. Miembro del grupo artístico Tremó (2010). Miembro del grupo poético-musical OxímoroN. Ha traducido a poetas contemporáneos italianos al catalán y al castellano. Ha publicado diez poemarios y ha sido incluida en diez antologías. Ha sido premiada en diversos concursos nacionales e internacionales, y su obra ha sido ampliamente difundida en revistas especializadas donde ha publicado poesía, ensayo y artículos de opinión. Ha sido traducida al inglés, italiano, rumano, armenio, búlgaro y estonio, y ha prologado varios libros de poesía. Su actividad en el ámbito poético le ha llevado a formar parte de festivales, exposiciones, recitales y diferentes actos patrocinados por ayuntamientos, editoriales y otras entidades culturales.
Revista cultural La Náusea: http://www.lanausea.tk
Servicios Literarios Profesionales: http://www.lanauseaservicios.tk
Blog personal: http://www.marianramentol.blogspot.com
Grupo Artísitco-poético-musical OxímoroN: http://www.oximoron.tk
Grupo musical O.D.I: http://www.odiritualdrone.tk
Vengo siguiendo a esta poetisa desde hace algun tiempo y me resulta una creadora extraordinaria, imprevisible, llegando mas alla de lo que se pueda esperar de una metafora. Solo se pueden visualizar sus poemas desde la
sangre y las venas que ella nos revuelve.
Jorge