Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Poemas de Marian Raméntol

MARIAN RAMÉNTOL

UNA MEJILLA COMO ÚLTIMO SERVICIO AL SUFRIMIENTO ANÓNIMO DE MIS LETRAS INTERMITENTES

La sombra de trapo que me nace en las encías

es como un iceberg en la boca de mi sexo.

La joroba de la frente, la espalda de la cavidad más oscura,

el subsidio en el que me sucedo

hasta besar el nombre subrayado, prometido

en todos los desiertos.

Para olvidar la estimulación del clítoris en mis zapatos,

como lo hago con el abecedario de repuesto

que llevo en mis paisajes,

me abandono a la infección traviesa de los ojos

a la mancha en el cuello de la frase

el día de su graduación.

Me rindo a la honestidad del semen indeclinable,

ese que apenas respira

bajo la hipérbole del adjetivo que nos observa desde la tumba,

para que se apodere de mi ropa,

de la corteza de todos los labios, de la virginidad del verso,

y me haga polizonte de la delicadeza de los cadáveres

cuando se prestan las palabras, los párpados

y el vello repetido en la memoria.

Más que el viento calle abajo,

necesito una mejilla como último servicio

al sufrimiento anónimo de mis letras intermitentes,

y la dimensión panorámica

sobre el abismo que llueve a fogonazos.

DOS PAUSAS SIN PASAPORTE QUE HUYEN A LOS LÍMITES DEL HOMBRO

Mi sangre ha capitulado, su lengua inflamada

chupa la excesiva temperatura de su feminidad,

la rotura inminente de mis hijos,

su alma negra como la bala sobre el ciego,

su soledad descalza, el aborto entre una distancia y otra,

la palabra asesinada antes de su iniciación

en la boca de los verbos aun niños.

Me queda el dolor del barro cuajado en las pupilas,

los sueños obesos de tristeza,

la violación del pecho en los charcos,

la humana ferocidad del hambre en la última maleta,

los osos de peluche que rugen por el ombligo,

y un par de souvenirs de plástico apasionado y enérgico.

Siento la coz puesta en pie

como la luz cuando señala, obstinada,

la arruga del espejo, la locura en los pómulos,

el crimen sobre la hiedra,  unos ojos cerrados con llave,

el dramatismo del día y su cojera, dos pausas sin pasaporte

que huyen a los límites del hombro.

Siempre ha sido así, a lo largo de todas las muertes

a las que siempre llego tarde.

TRAS MI PALABRA DE TOBILLOS DIMINUTOS

A bordo de la sombra, en este frío exánime,

me subo al silencio arenoso de los talones,

y el vértigo me arruga,

con mi chaleco especialmente diseñado

para que la vida vaya de bohemia por mis ojos,

abro mis horizontalidades, las desordeno

mientras la necrófila  nieve se apodera de mi espalda,

y me inocula el estertor de un cielo

en el que solo hay palomas de manteca, listas

para untar sobre las nubes.

En este paraíso boca abajo,

me siento a la derecha de mí misma,

para acabarme después en el abrazo de mis venas

como lo harían un par de lágrimas antiguas

sobre el cuerpo de un violín condenado a muerte.

Tras mi palabra de tobillos diminutos, el alma

desaparece molida a palos.

YO, COMO MALLARMÉ, ME TAPO LA NARIZ FRENTE AL CIELO

Las palabras portuarias

fondean la respiración despacio

como se hacen las cosas importantes,

y en las esclusas, cargan con el peso del sonido,

con el sudor de su plegaria dilatada

en sus mares de clausura,

se alimentan de las tónicas heces de sus madres,

prosódicos animales de brea en canales dragados,

malolientes, escamas de lujuria átona sobre la saliva.

Las sílabas astilleras hacen blando el olvido,

los muñones del trazo

saben cómo esconder las vísceras de tinta,

para que nadie sepa dónde fue a parar

el signo de interrogación de su sangre,

el color de su desesperación

al llegar al borde de la blancura, al abismo

vertical de la página que muere al abrigo de las aguas.

En ese escenario venenoso de martillos y punzones

donde la soledad de los containers es un paraíso

yo, como Mallarmé, me tapo la nariz frente al cielo.

Las letras que mueren en el dique de la boca

deberían tener un réquiem en cada muelle,

un libro donde amarrar por última vez el iris

para que la gaviota, fiel,  estire el calendario

hacia el infierno y reafirme con el pico su existencia.

MI NOMBRE DOBLADO SOBRE LA CAMA

Poema perteneciente al libro del mismo título, galardonado con el XVIII Premio Nacional de poesía «Acordes»

 

La nieve es un esfuerzo.

Luis Rosales

Así el viento es ahora mi tierra para morir,

la superficie donde detener la caída

de la soledad morena del aire,

el sonido que sabe que atardece anclado

y se agarra aún más a este sol

que anda siempre de rodillas

ante la oración de la carne,

embustera, desnudamente sola,

con el triste enlutado de los huesos

crujiendo sobre espumas y costumbres,

y eyacula agua helada sobre el abdomen,

con la vida reunida y la sangre a medio gas.

Así mi nombre doblado sobre la cama

me lame y me desmortaliza,

calienta el duelo de los colores,

y evita que me crezca demasiado el corazón.

Me quedo distinta en cada muerte,

en cada espacio de sal que le robo al horizonte

y en cada holocausto autografiado

que me regalan los besos de la palabra

cuando se viste a diario con mis ropas.

QUIZÁ TENGO DEMASIADAS PALABRAS EN LOS OJOS

Veo el muñón en las alas, la luz suicida

que trepana la inocencia y nos convence

de que es mejor subir a dentelladas por la sangre

que bajar los escalones del silencio.

La voz en miniatura pasa rápida

por los oídos, con el cuerpo a la carrera y las manos

poco hechas, un aire naive resbalando por la nariz

de un cuadro demasiado grande,

la saliva en la boca, quemada.

Nada cuadra en estas trenzas,

muñecas de verdad con pecas de mentira

que juegan al escondite en las empalizadas

y violan la niñez que nos vive.

Quizá tengo demasiadas palabras en los ojos,

sílabas pequeñas que no alcanzan la pared

de mi garganta, y viven agachadas, con la falda

huérfana y las piernas cortas, esperando el turno

para inventar un nuevo puente colgante

desde donde practicar el salto al vacío,

sin perderse y sin tener que perdonarse.

Marian Raméntol

Marian Raméntol

Marian Raméntol (Barcelona, 1966). Poeta, traductora y directora de la revista cultural La Náusea. Miembro del grupo musical O.D.I. Miembro del grupo artístico Tremó (2010). Miembro del grupo poético-musical OxímoroN. Ha traducido a poetas contemporáneos italianos al catalán y al castellano. Ha publicado diez poemarios y ha sido incluida en diez antologías. Ha sido premiada en diversos concursos nacionales e internacionales, y su obra ha sido ampliamente difundida en revistas especializadas donde ha publicado poesía, ensayo y artículos de opinión. Ha sido traducida al inglés, italiano, rumano, armenio, búlgaro y estonio, y ha prologado varios libros de poesía. Su actividad en el ámbito poético le ha llevado a formar parte de festivales, exposiciones, recitales y diferentes actos patrocinados por ayuntamientos, editoriales y otras entidades culturales.

Revista cultural La Náusea: http://www.lanausea.tk

Servicios Literarios Profesionales: http://www.lanauseaservicios.tk

Blog personal: http://www.marianramentol.blogspot.com

Grupo Artísitco-poético-musical OxímoroN: http://www.oximoron.tk

Grupo musical O.D.I: http://www.odiritualdrone.tk

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Un comentario el “Poemas de Marian Raméntol

  1. Jorge
    11/03/2013

    Vengo siguiendo a esta poetisa desde hace algun tiempo y me resulta una creadora extraordinaria, imprevisible, llegando mas alla de lo que se pueda esperar de una metafora. Solo se pueden visualizar sus poemas desde la
    sangre y las venas que ella nos revuelve.
    Jorge

Los comentarios están cerrados.

Información

Esta entrada fue publicada el 10/03/2013 por en Poesía.
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