En la lluvia de Lauterach
La brisa que no llega
incita a otro mar despejado y cálido.
Cuencos para colocar lo que no está,
lo que se escurre.
Sé que vendrás de otro lugar, lo presiento
para volcar tinta agria
sobre el papel y decir: !basta!
¿Cómo frenar la tinta que se corre y altera
un paisaje comprometido?
Me voy a tu viaje, «Mar negro»-dices.
con dos amigas típicas que te darán de mamar
leche de cabras.
Hallar un sujeto poético es difícil a esta edad,
no tiene rostro que absorber en un espejo cóncavo.
(Sin ti, como sujeto líquido estaría paralizada).
Vuelvo a fingir que estás y me comprometo.
En la lluvia de Lauterach
faltan otras curiosidades,
piedras que me contengan cuando
caigo hasta el despeñadero
de un sujeto poético sin obstrucción:
el «yo» mentido, tan viejo,
ante el «tú» que se sacrifica.
Bien hacen los textos en parar la caída
con lengua endurecida, rota.
No te vanaglories no eres nada más
que un imperativo del poema,
una fuerza abstracta que baja con la lluvia
y despedaza el clima
las creencias.
Poemas de Navidad, colección «Puerta del Mar», Málaga, 2011
El 15 de junio de 2013 10:54, Revista Conexos