SOBRE UN LIENZO LA CIUDAD
Serían absurdas
conversaciones entre ruinas
ácaro y alcohol
cristales todavía opacándose
paraplejia, números que huyeron
la sombra cojeaba trasmutada
en los círculos obligados:
oficinas que iban de la urdimbre
a la sospecha de manuales
desfloraciones teóricas: el personaje
mismísimo ahora intenta flagelarse.
Sobre una lona el claroscuro devoto
disfraz de la única permanencia.
Las guitarras devanaban tesoros
sucio espectáculo de palmeras
para sentirse cómplice: demagogia
un golpe de rincones resarciéndonos.
Sobre un lienzo sigue la ciudad.
Su penitencia desperdicia sahumerio
en otras noticias: calamidades
que atraviesan el paso de las aguas.
Transgrediendo el fondo de otras noches
qué pudiera quedar: se supone imaginerías:
el sordo que blasfema en el oído del ciego
un prontuario de esperpentos
para dormirse en los laureles.
FRUTALES MECENAS
Por las tardes se adentran
cielos que oprimen tan iguales.
Se aniquilan predicciones
una mirada rastrera se asoma:
fantasma que padece constante
el ritmo de palabras menores.
Por los tumultos del cielo
se desdibujan planicies y campos:
justa temporada de emigrantes
historia frutal de mecenas: territorio
ahora reducido a la memoria
que fabrica el desdén de los cristales.
Por las tardes regreso a la caverna:
miserable es el que agrupa sabiduría.
CABALLOS GRAVITAN
Estampa urbanística de caballos que gravitan.
El verano distrae frustraciones
se evaporan diferentes espacios.
Cruzar el mar y otros tintes burocráticos
precisan conversación con el cuerpo:
falso el ojo que te acusa de advenedizo.
Caballos que huyen sin orden, sin fronteras
hacia límites que hacen florecer la derrota.
Piden orden a los sabuesos que denuncian:
aún se levantan alambradas y arrecifes.
Una distancia abriéndose, una yarda apenas
del condenado que respira corredores:
geografía con cadáveres para sosegarse.
ASUNTOS DE GOBIERNO
Todo camino se detiene en el país
que reparte ojerizas en la cabeza del otro.
Se esconde entre cortinas el mandatario
para no estar a la hora en que sólo ruge el diluvio.
Sentirse libre, músico, ausencia diurna
pudiera zarandear ventanas de la poetisa
que entre yaguasas y jardines edulcorados
compartía un idioma, perdices y el mapa pertinaz
que guindaba en los escombros encumbrados.
Lejos patología y pobreza, misceláneas y desencuentros
con el fauno que predice: parecen asuntos de gobierno
licuándose: lugares comunes de ríos que amenazan.
Se estrella el azul con el azul, ninguna migaja traspasa.
Una hora se rasca con la otra gritando denuncias.
Las esquinas del muro padecen vigilancia.
Ni un ave se desintegra en los caminos: sabana
agredida por el pésimo gusto que el azúcar nos produce.
Un perímetro nos hunde, ausencia de rapiñas por el cielo,
las casas inundadas, el placer de un descalzo calabozo.
Es una manía extirpar la pequeñez de los animales.
RECORDATORIAS
Y en lo pedestre, recordatorias
pudieran iluminar estancias
y otras minucias de adolescente:
pueblos de alquitrán, un tren lento
vacas por el cielo irrumpiendo.
Clandestino el ladrón todavía escapa
entre perros hacia los manglares.
Playas y límites, basura que inunda
viento que introdujo exploraciones
arboledas sin tiempo, un rastro de humo
epifanía, desván para los difuntos.
Ninguna cruzada se ha detenido:
en el último minuto que pende
cualquier historia pudiera ajustarse.
El aliento de rezar quizás nos ofrezca
la obsesión que sosiega, el aguacero
acuarela gratuita que se asfixia.
El haitiano de cien años recordable
afilaba sus ojos hacia golpes del sueño.
Bueyes, ladridos y visitantes, alimañas
también se unían a la demora circular.
Los campos descriptibles ya no existen.
ALEJANDRO FONSECA (Holguín, Cuba, 1954). Poeta. Su obra ha sido galardonada en diferentes ocasiones. Ha publicado los libros de poesía Bajo un cielo tan amplio (Premio de la Ciudad, Holguín, 1986), Testigo de los días (Premio Adelaida del Mármol, Holguín, 1988), Juegos preferidos (Premio de la Ciudad, Holguín, 1992), Advertencia a Francisco de Quevedo y otros poemas (Madrid, 1998), Anotaciones para un archivo (La Habana, 1999), Ínsula del cosmos (Miami, 2006), La náusea en el espejo (Miami, 2009), y De un tiempo deslumbrado (Editorial Silueta, 2012). Poemas suyos también aparecen recogidos en revistas y en varias antologías tanto dentro como fuera de su Isla natal. Actualmente vive en la ciudad de Miami.
Vuelvo a la poética de Alejandro luego de unos años…Gracias por ello../. Una distancia abriéndose, una yarda apenas
del condenado que respira corredores:/…….
Gracias amigo Salvador. Por ahi no veremos.