Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Hay soles que caen y otros poemas

HENRY ALEXANDER GÓMEZ


LA NOCHE nos bautiza

con su aliento de ruinas.

Habrá que detenernos

ante la inmensa piedra

de montaña:

una grieta

pulsa nuestros nombres.


UNA LECHUZA

se desliza por la boca del viento.

Su sombra

traza un círculo inmortal

en la herida del árbol.

En donde página

tras página

se incendiaban las palabras,

un aleteo oscuro

anuncia

lo que no puede nombrarse.


EN ALGÚN lugar

el asesino se resguarda

y aprieta el puñal.

Su piel se descompone

en un aleteo

de pájaros nocturnos.

Un cuerpo sin vida

es la cicatriz de una calle,

la oscura libertad de la noche.


CONTRA la ventana

un pájaro

se da un golpe certero.

Bebe la sed de su alarido.

Aquieta sus alas.

Yo me aferro a su recuerdo

mientras olvido

la transparencia del agua,

como una cicatriz

que da vueltas por el mundo.


LA NOCHE

ha llegado, por fin,

a su estado más sólido.

Intentamos descifrar

una palabra

y sin embargo,

todo lo ha ofrendado

la herrumbre

de las cosas.

La escritura pende

del hilo de sangre de la tierra:

sílaba de viento,

luz aniquilada.

Ahora,

ya nada puede condenarnos.


HAY SOLES QUE CAEN

Un ángel juguetea en el ramaje del árbol.

Es tan grande el abismo,

y tan silencioso el techo del mundo,

que nos abraza la pesadumbre,

y bebemos aguardiente,

y lloramos,

porque no entendemos

cómo Dios juega con sus dedos de piedra

entre las hojas del álamo.


VELO DE NOCHE

Vivir la lentitud

de la hormiga,

confuso

en una ola de arena.

Entre el amor y mi sangre

hay un silencio de pájaros,

velos

como mareas de hielo

bordados

con filamentos de sal.

Alguien ha escrito mi nombre

en

una

roca

incendiada

con el carbón que tiñe

lentamente

la noche.


MEMORIAL DEL ÁRBOL

Nos susurra el viento su nostalgia de nieves

y el copetón tañe su silabario de alas.

Qué silencio es mi corteza,

y mis raíces

tejiendo la sangre de un sueño.

Hay en las rocas una sed de tormenta.

De mis brazos cayó la hoja

con la que un hombre descalzo

cubrió su sombra.

Se ha roto las muñecas golpeando mi silencio.

Mi inconmovible reposo le ha dejado

una herida imposible abierta al crepúsculo.

Ráfagas de orquídeas a las orillas del lago

expanden la soledad del abejorro.

Dos niños olfatean una bolsa de huesos.

Un bramido,

es una piedra que expira en el agua.


Estos poemas pertenecen al libro Memorial del árbol.

Henry Alexander Gómez (Foto cortesía del autor)

Henry Alexander Gómez (Foto cortesía del autor)


Henry Alexander Gómez nació en Bogotá en 1982. Estudió Licenciatura en Ciencias Sociales en la Universidad Distrital Francisco José de Caldas. Gestor cultural, es fundador y director del Festival de Poesía y Narrativa Ojo en la tinta. Accésits del Concurso Nacional de Poesía “Si los leones pudieran hablar” (2008), Casa de Poesía Silva. Sus poemas han sido publicados en diferentes revistas como Golpe de dados, Revista Casa SilvaLetralia de Venezuela,  La Otra y Círculo de poesía de México y en los libros Piedras en el trópico (2011) y Raíces del viento (2011). Actualmente se desempeña como promotor de lectura y escritura en la Red Capital de Bibliotecas Públicas de Bogotá–BibloRed y hace parte del colectivo literario y del comité editorial de la Revista Latinoamericana de Poesía La Raíz Invertida. Su libro, Memorial del árbol, fue premiado en el IV Concurso Nacional de Poesía Obra Inédita.

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Información

Esta entrada fue publicada el 15/09/2013 por en Poesía.
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