Dicen que un político en Miami invitado a la inauguración de una exposición de arte, en vez de agradecer a curadores y artistas, tuvo palabras de elogio para los que llamó, «curanderos».
Hace ya más de 15 años que en medio de una disputa gubernamental, por si se debía proseguir o no con la construcción de un edificio sobre las huellas de un círculo de los Indios Tequesta, otro político local dijo que «ningún circulito podía detener el progreso». La historia tuvo un final feliz o civilizado, el estado compró las parcelas por $26 millones de dólares y declaró el lugar de interés histórico. El tiempo ha demostrado que a pesar de navegar entre enormes marejadas, esquivando arrecifes de ignorancia y escollos de mezquinas ambiciones políticas, los habitantes de la ciudad han podido preservar la cultura y cierta herencia de su breve historia.
Además del Festival Internacional de Teatro Hispano, otro de cine y la Feria Internacional del Libro; uno de los símbolos más emblemáticos de la ciudad es la Feria Art Basel de Miami Beach. Siendo fundada por galeristas en 1970, Art Basel ha llegado a ser un ejemplo de arte moderno y contemporáneo mundial. Para un visitante primerizo como yo, fue estimulante al inicio, ver las piezas originales de Joan Miró, algunas de Chagall, de Renoir, Kees Van Dongen, Matisse, Modigliani, Lucian Freud, Botero, Keith Haring, Wilfredo Lam, Picasso, y hasta breves muestras de la locura de Dali. Por cierto, me llamaron la atención las piezas de un dibujante norteamericano, menos genial pero más esquizofrénico, llamado Edward Dees. El comienzo prometía, algo así como una económica visita a museos de arte del mundo en un reducido espacio; pero claro, a medida que aumentaban los pasos, se iba uno adentrando en una complejidad inexplicable a veces, de arte postmoderno, exacerbado y enajenante, que en ocasiones daba la impresión de no tener otra finalidad que epatar. Instalaciones que solo pueden ser concebidas en el primer mundo, como una pirámide de papel sanitario que necesitaría escoltas en algunos del tercero. En uno de los salones se apreciaban televisores conectados a la vez, quizás evocando una abrumadora tecnología, pero que podrían considerarse un plagio a cualquier sección de tienda electrónica. En fin, el saldo es positivo y valió la pena la mirada a esta amalgama de arte, donde un globo de cumpleaños juega con los colores de un cuadro de Miró, bicicletas cargan ladrillos y palomas de metal parecen custodios de una exposición donde a veces hasta los visitantes pudieran formar parte de una atractiva instalación móvil.
VÍDEO DE ERNESTO G.
Rodolfo, me llama la atención que luego que mencionas los dibujos esquizofrénicos de Edward Dees, te adentras en la otra vertiente de la muestra; ¿será que la disociación de su naturaleza es lo que prevalece en ese arte llamado postmoderno? Sensaciones semejantes tuve en las últimas bienales de arte que asistí en la Habana. Si bien están los que piensan que ningún circulito puede detener el progreso, retardando o truncando el devenir de ciertos procesos culturales, los creadores de formas y espectáculos de arte gestados como en laboratorio, tampoco consuelan mucho.
Ernesto, tu video complementa esa sensación de que los visitantes pudieran ser parte de una atractiva instalación móvil. Tal vez esos happenings espontáneos subviertan el sentido vacuo del arte de las ferias de lujo.
María Cristina, eso fue algo que observamos y comentamos durante la visita a la exposición: el público como happening. Fíjate, por ejemplo, en las tres personas que filmo mientras observan un cuadro o la foto de la esfera de acero en la que yo como fotógrafo me inserto en la obra que me refleja. Puede que en eso esté el consuelo del que hablas en tu comentario, en ese otro arte que surge de este espectáculo de arte. Ernesto
Yo fui testigo de ese momento, en el que el político confundió curador con curandero; de repente tuve una risa agónica, como la que tienes cuando ves una película de Chaplin…Quien sabe si este señor accidentalmente predijo el futuro de los curadores, con el «Arte Conceptual», se les está acabando la participación en las galerías y ferias, tendrán (a modo de curandero) que acudir a una especie de receta para salvar su participación en este Arte.
Miami, más que Ferias, necesita de críticos para los Artistas locales…
Gracias Rodolfo, por estar al tanto.