POEMA A UNA CASA FAMILIAR
con el eco llenándonos los ojos
escribimos sobre el blanco muro que alguna vez nos unió
juntando las monedas para disponer de un almuerzo de fines de semana
en donde podamos estar juntos ante una única mesa
en una casa de cielo propicio para el pacto con lo cotidiano
ese recinto en donde todavía no se habla de pérdidas humanas
ni de la prolongada incertidumbre del que ha quedado dentro
aguardando una nueva cita contra el futuro.
blancos fueron los muros
la cal los hacía cada vez más dignos
pero un día despertamos sin el resplandor de tanta limpieza
y callamos al ver lo que nos hizo seguros ante el polvo
padre y madre, el primogénito y el benjamín dibujando
secuencias de un plano que jamás llegaron a completarse
el día fue trozado en fragmentos que ahora
ni yo puedo unir para hablar de lo que fue delicia entre columnas
o en aquel jardín de adelfas que de sólo contemplarlo
daba la impresión de que el mundo era perfecto
padre y madre bajo el mismo umbral
ante una calle empedrada que luego tuvo su asfalto requemado al mediodía.
todas las cosas que pienso tienen su inicio en ese paisaje
en este largo trayecto, una salida
dejando el muro pleno de un extraño silencio
dejando el recuerdo en cada utopía
padre y madre que dijeron acaso lo que yo no pude
cuando cerraron la puerta y quedaron abandonados en su espera
la vuelta prolongada
el reencuentro imprescindible que se cuece en ese auxilio
a lo lejos
entre columnas que no aguantan ya el peso de tanto cielo inmóvil
deudores del tiempo irascible
de la sombra que apaña
deudores
de la vida cercenándose desde una casa.
UNO SABE
uno sabe lo que quiere cuando lo torna realidad en el verbo diario
en la calle más apretada del mundo
en el aroma del cuerpo enajenado o febril
en el campo visual donde la belleza se niega a ser transitoria
o en la lluvia de septiembre que recluye tu mano en su levedad fortuita
uno sabe lo que quiere cuando procura nacer de la insatisfacción con la vida
(semejante sarcasmo olvidado en el curso de una estación invernal a otra)
cosas comunes en el hombre que busca su igual
uno sabe lo que quiere porque lo sueña y lo ampara hasta la saciedad misma
y crece en todas direcciones como un verso tendido bajo este mismo sol que incinera
y que uno cree conocer
como la casa en donde hemos visto asomarse algún futuro incierto
uno sabe de la saciedad en la tarde, de empeñarse en hacer de su tiempo
una conexión espontánea con el mundo
(diversos los puntos de vistas que el escriba dispone hasta tocar tierra).
uno sabe de la plenitud del silencio
con el que sabrá que ha ganado un minúsculo tramo en la trayectoria que en la noche
irá corroborando
hasta llegar a las miradas que se pierden dentro de estos mismos esquemas.
NOCTURNO INMEDIATO
Premeditaciones
si en la noche el cuerpo del amor se reduce a un espacio limitado
si apenas logras conseguir un tributo al olvido y el silencio
cunde toda una atmósfera delirante e inaccesible en donde
habitar la sala ya no será sagrado como antes
si el libro que te acompaña no te parece apropiado para seguir en su recorrido
porque es otro el interés que siembra penitencias y el rumbo
que le das a la vida se curva en lo que consideraste evidente e inflexible
si al abrir la puerta la ciudad te resulta más quieta que de costumbre
allí donde sólo montículos de nieve sepultan el camino
y en el oprobio de esa ausencia hay algo que te hace detenerte a pensar en lo inmediato
pero lo inmediato (te has dicho)
se disipa en su acelerada fuga a la nada
y prefieres dialogar del tufo pestilente que el corazón exhalaba esta misma mañana
y no existe algo que te produzca más placer que
el sentido de escribir algún verso
a lo inexistente en tu patria hecha a montones de metáforas
entonces
acompaña el ritual y conversa con tu otro yo
y redacta este poema aunque te resulte inútil, redáctalo
para cubrir esta misma página en paz contigo mismo
a mitad de la noche y para tu propio bien.
DESDE OTRO RETORNO
esperanza mínima / paisaje idéntico (el de siempre)
jóvenes pasados por el barbero
estándar tercermundista
ignorancia ajena / vida actual
día de sol y acumulación de penosos errores
falsificación de ideas
solución intemporal
puesta de sol
propuesta
paisaje isleño bruñido de un largo y demorado adiós
a la madre / al padre
la vida cuece sus peces en la sal que falta en las bodegas
paisaje de prostitutas y melancólicos borrachos
trovadores olvidados en plena calle
solución impersonal
venta de cerveza en la Calzada de Infanta
cabeza reclinada en el puño de Dios.
Ihosvany Hernández González (Ciudad de la Habana, 1974) hizo estudios de Historia en la Universidad de la Habana. Escribió programas radiales hasta su salida del país. Desde el 2004 reside en Montreal, Canadá. En el 2011 publica su primer poemario Verdades que el tiempo ignora, editorial Linden Lane Press (Estados Unidos). Es ganador de algunos premios literarios, entre los que destaca el Primer Premio del concurso de cuentos “Nuestra Palabra” (Canadá, 2010), el de Reseña Literaria Azafrán y Cinabrio ediciones (México, 2008), y el Segundo Premio de la categoría cuento del evento Tendiendo Puentes convocado por la Universidad de Toronto (Canadá, 2005). Sus poemas aparecen en antologías de España, Estados Unidos, y Canadá.