Juan el destripador
Siempre quise ser un asesino en serie. Esconder para mí todas las razones de un perfecto crimen y después caminar entre la gente como el más respetable de los hombres. Siempre me gustó ocultar mi verdadero rostro. Eso de nacer en una isla que adore el gesto bullanguero no es algo acorde con mi naturaleza. Jack el destripador nunca hubiese podido resistir esta isla, o tal vez se conformaría con ser un frío desguazador de mataderos clandestinos.
Aquí no hay gesto elegante de homicidios callejeros. Los que usan la navaja son casi siempre tipos deplorables, como ese Pedro Jesús y los otros guapetones de poca monta. Son demasiado previsibles, siempre intentando hacerse notar, dejando huellas, provocando ruidos o una señal que los defina.
También están los otros, pepillos y frikis que carecen de elegancia, con modas extravagantes y cabellos largos, buscándose problemas en esta escuela de tantas reglas absurdas.
Por eso prefiero aislarme y que no sepan mis gustos, por eso escojo el silencio cuando hablan. Me gusta estar callado en una esquina mientras pasan las cosas, mirar cada detalle, cada gesto extrovertido que me parece estúpido. Al final disfrutar de estar oculto, un placer incomprendido para los demás; sintiendo el deseo de ser un Jack el destripador en esta isla.
Las ridículas voces llegan llamando para el vespertino. Antes de entrar a las aulas todos los chivatoncitos de la escuela se pondrán al servicio de la dirección para que no quede nadie en los albergues. Me agrada verlos pasando trabajo, caminando los rincones entre el calor asfixiante y el agotamiento de la voz.
Ya no pueden usar las bocinas, nadie imagina que ese ser apocado que soy yo las arranqué hábilmente sin testigos. Una por una las fui zafando de las paredes esa noche en que me percaté que el profesor de Educación Laboral quedaría de guardia. Se sabe que es un vago que estaría durmiendo en vez de vigilar. Esa mañana no pudieron levantarnos con himnos, fue un pequeño caos que ocasionó demoras e incomodidad. Después llegaron las amenazas de que sospechaban quiénes eran los culpables, que eso era un sabotaje contrarrevolucionario y todas esas boberías. Yo disfrutaba en silencio.
Muy pronto esas bocinas repiquetearán con el sonido de una banda de rock. Las llevaré a mi amigo Adrián, quien me prometió que las compraría. Hoy, ocultas entre la hierba, muy lejos de este lugar y tapadas con una montaña de sacos, aguardan mi próxima fuga. Aquí no hay periódicos que hablen de la noticia. Jack el destripador debió tener una vida muy excitante; porque la emoción está en que todos conozcan el crimen pero nadie al causante, en escuchar de cerca que es un monstruo desalmado, que debe ser alguien muy violento, muy peligroso, y tú estar entre los que quedarían libres de sospecha, los que no tienen ni razones ni el carácter de un sádico incontrolable.
Desde niño soñé con ser un asesino en serie, aún cuando no sabía esta definición. En ese entonces no me habían llegado noticias de Jack, ese ídolo de multitudes más conocido que cualquier estrella de cine, y sin duda con mayor elegancia. En realidad era un pilar de la sociedad como decía en sus cartas a la Scotland Yard. Siempre se necesita arreglar el curso de los acontecimientos para darle una forma más personalizada.
De niño no conocía las historias fascinantes de Ted Bundy, ese llegó muy lejos para demostrar que las reglas estrictas y sus seguidores pueden ser una fuente perfecta para el crimen. Nada tan maravilloso que iguale al caos, nada tan necesario para respirar un aire no contaminado con el poder, como esa voluntad de nuestros deseos impuesta a la fuerza y en silencio.
En la infancia tenía esos impulsos que anteceden a los vicios mal razonados. Los dones naturales suelen ser primero un acto primitivo e inconsciente. Un reflejo incondicionado parafraseando a Pavlov. Sin duda el hombre es un animal muy peligroso. Cuando niño me gustaba correr hasta los brazos de Manuela, ella me consentía y era capaz de pasar largos ratos contándome historias fascinantes mientras visitaba su casa. Ella le decía a mi madre que me quería como a un hijo, pero a mí no me bastaba. No podía soportar esa misma ternura vertida sobre otro que no fuera yo, pero nunca revelaba ese sentimiento. Me hice el amigo de su hijo, el compañero de sus travesuras y su cómplice en envenenar los peces de Manuela durante su ausencia. Yo le proveí del detergente necesario para el crimen. Después, sin que él lo notara y sabiendo del pronto regreso de Manuela, dejé disperso en su cuarto las huellas de aquel polvo difícil de ocultar. Regresé a mi casa sabiendo que era inevitable que lo culparan, y que ella no creería en mi complicidad. Lo pude comprobar al día siguiente cuando visité la casa, fingiendo la búsqueda de su hijo para los juegos. Supe que estaba sometido a un castigo que duraría toda la semana, entonces me brindé para hacer los mandados y traerle el pan, escuchando de su boca la primera victoria de mi siniestro plan. Manuela decía que yo sí era un buen muchacho y me ponía sobre sus piernas, mientras en el cuarto gimoteaba su hijo.
Esta tarde hablaré con Rita. Ella siempre me ha propuesto con mucha energía para que forme parte de los jóvenes militantes. Le demostraré mis habilidades en el dibujo, mi capacidad de artista puesta al servicio de todo lo que ella dice, debemos defender. Ya llega y me escucha que quiero hacer un mural enorme que parezca un diario. Yo haré las caricaturas condenando la vagancia de los rezagados que nunca cumplen las normas en el campo. Haré los dibujos alrededor de este mural y con su ayuda impresionaremos a todos los jóvenes de la escuela. Trazo líneas perfectas y ella se entusiasma. Me esmero en los colores mientras ella recorta figuras y fotografías para hacer un collage de todos los triunfos de la escuela. A Rita le brillan los ojos, sólo falta ese rótulo con letra perfecta salida de mis manos y usando su idea. Escribir que “con disciplina y producción ganaremos la emulación” y que luzca elegante ha sido todo un reto, pero yo escogí unas letras con un tamaño adecuado para no romper la armonía del conjunto.
Al día siguiente Rita fue una de las primeras en despertarse. Muchos estudiantes rodeaban el mural. Hasta el director de la escuela lo miraba con gesto estupefacto. Rita se lanzó sobre mí al apenas notar que me acercaba. Lloraba fuertemente, y entre gemidos, con apenas perceptibles palabras, pude escuchar que su llanto era por lo que le habían hecho al mural. Yo intentaba consolarla pasando mis manos suavemente por su pelo. Al llegar al sitio donde estaba el mural mi cara tomó una expresión de ira y pesar mezclados. Una fusión de actor frustrado que ensaya sus gestos en el escenario de la vida. Nadie podría imaginar que aquella noche, donde decía producción, yo había puesto la palabra derrota. Por supuesto que todos dormían. Caminé hasta el lugar usando sólo medias para no hacer ruido. También dibujé una svástica con pintura negra que cubriera todos los ridículos recortes de periódicos. Después regresé al albergue por la puerta del baño, por si alguien quedaba despierto pensara que estuve en ese sitio. En mi litera soñé con placer este momento del día que ahora era tan real. Rita sigue llorando en mis brazos. El director ha dicho que no nos preocupemos, que encontrarán a los culpables. De haber diarios en este lugar se podría leer la noticia. Me gusta consolar a Rita. Mientras paso la mano por su pelo le digo que lo arreglaremos.
Han colocado cientos de banderas pequeñas por todos los aleros. El 1ro de Mayo es un día muy importante. Esta noche será el momento para arrancarlas. Qué lástima que la noticia no salga de esta escuela. Mucha más gente detestaría al autor de los hechos de leerlo en los periódicos. Jack el destripador debió de tener una vida muy excitante.
RODOLFO MARTÍNEZ SOTOMAYOR (La Habana, 1966). Ha publicado los libros Contrastes (La Torre de Papel, Miami, 1996), Claustrofobia y otros encierros (Ediciones Universal, Miami, 2005I), la compilación de textos Palabras por un joven suicida: homenaje al escritor Juan Francisco Pulido (Editorial Silueta, Miami, 2006) y Tres dramaturgos, tres generaciones (Editorial Silueta, Miami, 2012). Cuentos suyos han sido incluidos en recopilaciones y antologías como Nuevos narradores cubanos (Siruela, Madrid, 2001), traducido al francés por Edition Metalie, al alemán por Verlag, y al finés por la editorial Like, Cuentos desde Miami (Editorial Poliedro, Barcelona, 2004), La isla errante (Editorial Orizons, París, 2011), Cuentistas del PEN (Alejandría, Miami, 2011), Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Ediciones Universal, Miami, 2001). Su cuento Encuentro fue traducido al húngaro por la revista Magyar. Algunos de sus poemas aparecen en las recopilaciones Poetas del PEN, (Ediciones Universal, Miami, 2007), La tertulia (Iduna, Miami, 2008), y La ciudad de la unidad posible (Editorial Ultramar, Miami, 2009), traducida al inglés por la misma editorial. Ha publicado críticas de cine, de literatura, de teatro, artículos de opinión en revistas y periódicos como: Carteles, Diario Las Américas, Encuentro, El Nuevo Herald, El Universal. Fundador y Presidente de la Editorial Silueta; codirector de la Revista Conexos.
Entre el instinto de odio y destrucción, y el instinto erótico que unifica y conserva, descritos por Freud en la modernidad, hay un espectro de matices que la literatura viene a dimensionar y que está muy bien logrado en esta narración. No podemos definir a la ligera si este émulo de Jack el destripador es un sicópata o un alma justiciera, probablemente eso y más. ¿Qué resulta más patológico, un medio donde la norma concede escasas opciones a la individualidad, o un ser diferenciado y atípico que reacciona ambivalentemente a este medio, tratando de salvaguardar lo que cree su esencia? Esperamos el resto d ela novela, pero por favor, no lo pongan a desguazar animales en mataderos clandestinos.
Muy interesante………aunque no consigo imaginar como continúa la historia……pero me gusta la idea de individualizar a un sujeto en medio de esas grandes escuelas monolíticas donde no pasaba nada y estaban creadas todas las condiciones para inventarse un mundo siniestro……claro que eso debe estar en el resto de la novela donde seguramente jack el destripador terminará quedando chiquito.
Lograr el crimen perfecto con carita de yo no fui y aspecto de persona respetable: me encanta el personaje que se ha propuesto este objetivo y le deseo toda la suerte del mundo. Y por supuesto, a Rodolfo también.
Es un muy buen abrebocas. El personaje me recuerda al Dr. Jekyll and Mr. Hyde, que tiene esa misma doble identidad, un caballero que es en verdad un personaje macabro. Gracias Conexos