ESTANCIAS DEL SUEÑO.
¿Dónde ocultar las frutas secas.
Los libros desencuadernados.
El sudor de las esteras gastadas por el uso?
Va ganando la rutina mi oración.
Abro los dedos al ocio. Dedos que alguna vez
sudaron sangre son hoy deshilachados guantes
devorados por la tinta.
El año camina por el borde de las encrucijadas
y se detiene y sus meses nos desgastan y se va…
se va saltando por mi pelo y queda un mal sabor
un sedimento que lo empobrece todo.
El año se va y su forma no se deja ver…
Mientras el campo doraba até mi agonía
a los cercados. La tormenta lo redujo todo:
mi visión la hierba las praderas…
Solo el amarillo me condujo a la distancia
pudiendo adivinar mis límites.
¿A dónde iremos?
¿Plantaremos este año?
En un pueblo de sembradores
la vida se planta y florece. Los muertos germinan
entre la hierba recién cortada.
Del campo regresan los hombres en sus yeguas cabizbajas.
Mientras el mundo esparce sus hijos amotinados
mi ciudad transita por las estancias del sueño.
¡Traigan leche y miel para untar mis piernas!
Hombres con ojos de vidrio
boquean a mi costado. Ojos que no duermen
cabecean tras las ventanas. Pendientes del deambular ajeno
del asmático pulmón de las gacelas.
Bronquios atascados por la sed y la rutina
beben de la placidez inerte de la tarde
que va deslizándose entre las paredes
blanqueadas por el sol y la intemperie.
Casas que alguna vez fueron azules.
Casas que alguna vez fueron retrato
de la prisa de sus moradores…
Casas que hoy son todas iguales.
El tiempo en su pasar las empareja.
La vida arrastra mis cantos.
Sus hilillos corren. Su cauce no se deja ver.
Busco un rostro en los acuosos ojos del silencio
y la sombra corre a preguntar:
¿Dónde ocultar las frutas secas.
Los libros desencuadernados.
Donde el sueño en las entrañas del olvido?
¿A dónde esparce el mundo sus hijos amotinados?
¿A dónde iremos?
RESPONDE
¿A dónde vamos?
SOLO ESPERO HABLAR CON DIOS UN DIA1.
AHORA:
Cuando la tarde me aísla en su quietud
y repaso el silencio componiendo poemas
l e t r a p o r l e t r a
sin una dádiva.
AHORA. Que regreso con los labios quebrados
/de presagiar caminos
(Trampa en que perdí mi voz
relamiendo los pequeños incendios de un poema)
Y no encuentro
ni árbol ni tranquilidad ni casa….
AHORA.
Que me detengo al borde del tiempo y su cordura
y en círculos de encanto el demonio sobre mi planea
dejando tras de sí un libro herido y sin palabras.
En que a falta de un pliego he tatuado mi boca.
Harta de luchar contra los barcos y las resacas.
AHORA. Escucho las salvajes hordas encabritar la memoria
/y regresar sedientas con retintín de pasos no vencidos.
Pongo mis oídos sobre la tierra
para escuchar la plática de las semillas.
(susurro noble que engrandece el día)
AHORA. Que tu cuerpo bendice mi sueño
y el mundo quiebra la esencia de sus hijos
-infelices bestias que nadie ama-
He dado de nuevo un soplo a la débil ascua
que me devuelve a mi condición de fuego.
1 Quien habla solo espera hablar con Dios un día. Antonio Machado.
CASANDRA.
¿Por qué el Don de la palabra ambicioné?
¿Qué materia perpetúa las amarras
/que nos atan a la vida?
Sola estoy con esta inagotable carga
indefensa al vértigo de la sombra.
No olvidaré ni una piedra
ni un rostro ni un grito…
De nada valdrá la confirmación de los hombres:
Poseo el Don.
Prescindo del ritual.
Cerraré los ojos para guardar este terror ardiente.
Aunque nadie reclame el testimonio mío.
El hambre es apertura
y la fragancia de Dios burbujea en la boca.
No sueño con el canto abierto al goce.
Dondequiera que miro
no hay juicio no hay cetro.
¿Qué extraño augurio me sostiene aún?
Yasmín Sierra Montes
(Foto cortesía de la autora)