Revista Conexos

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El príncipe y el mar: Pieza infantil para tiempos modernos

RODOLFO MARTÍNEZ SOTOMAYOR

 

En tiempos de mercadotecnia y adicciones a juegos de videos para niños y adolescentes, de constantes imágenes que rivalizan con la más pura imaginación, de editoriales que esperan un mercado seguro, hay autores que no temen a fantasmagóricos molinos, y leales a su pasión, escogen la difícil ruta de la literatura infantil; Eddy Díaz Souza es uno de esos autores.
Cuando presencié su versión teatral de Meñique, cuento homónimo de Laboulaye, que tradujera José Martí para los niños de La Edad de Oro, me pareció sugestivo el manejo moderno del lenguaje, el giro humorístico de ciertos parlamentos, sin apartarse del sentido original de la obra. Los actores-titiriteros convergiendo como personajes frente al espectador, así como la música y decorados cautivaron al público asistente al Centro Cultural Español, donde tuvo lugar el estreno del montaje.
Al asistir a la presentación del libro El príncipe y el mar (Editorial Panamericana), de este joven dramaturgo cubano, no pude resistir la tentación de comprar un ejemplar.
Lo primero que llama la atención, antes de adentrarnos en la lectura, es la belleza estética del libro, con ilustraciones de Esperanza Vallejo y la diagramación y diseño de cubierta de Martha Isabel Gómez. No hay que buscar influencias cuando el mismo autor confiesa sus motivaciones. Por supuesto que los grandes clásicos, Charles Perrault, Los Hermanos Grimm, y el inevitable Hans Christian Andersen, por citar tres imprescindibles, dejan su presencia bien asimilada y a veces con breve y consciente intertextualidad, siempre con un fin efectivo. El anhelo de un niño por conocer el mar y guiar un enorme barco; la sobreprotección de sus padres y la aparición de una abuela salvadora que promete hacer realidad sus sueños, son los hilos conductores. Petra y Eutimio son los padres de Mariano, el niño enfermizo al que llaman príncipe en un juego del teatro dentro del teatro, donde ellos juegan a ser reyes, desde el inicio de la pieza.
Eutimio, es el Rey mangoneado con pequeñas dosis de rebeldía durante el desarrollo de la obra, donde los personajes evolucionan y escapan del maniqueísmo de antiguos cuentos infantiles; humanizando aún más la historia. Petra, podría ser una metáfora de todas las reinas villanas de los cuentos, y hasta flirtea con un espejo mágico y apologético de su belleza. También Petra puede ser ese rival a la imaginación en la modernidad; esa realidad alternativa ofrecida a los niños en pantallas planas de las que hablaba al inicio. La abuela Ángela asoma como una figura esperanzadora. Detrás de esa lectura, que conduce por hilarantes situaciones y no exenta de vuelo poético, en lo que aparenta ser una fábula sobre la comunicación entre padres e hijos, puede verse la necesidad de perseguir un sueño sin límites, el derecho a la fantasía desde la infancia. Un fragmento que puede avalar ese «disparate» o tal vez también mi derecho a imaginar, es este parlamento de Ángela:

«Nadie contradijo a la reina. El príncipe se encerró en su cuarto y no vio más la luz del sol. Una cáscara de tristeza vistió su cuerpo. Entonces, la reina ordenó que dibujaran el mar en la habitación de su hijo. Y su mandato fue cumplido».

Ángela, podría también ser un remedo de todas las Hadas buenas de los cuentos, solo que su magia se amolda a nuestros tiempos y a niños de un mundo que no confía en varitas mágicas para escapar de involuntarios encierros. Mariano, puede evocar ese eterno príncipe inmortalizado por Saint-Exupéry, con su intensa curiosidad, y ese afán por encontrar su propio sendero. Y yo por mi parte, después de hacer uso de mi derecho a soñar, a inventar o ver cosas que solo habitan en mi imaginación, me abstengo de dar algún detalle que delate el final de este libro de teatro para niños, que puede leerse además, como un bello y breve cuento infantil.

Portada El principe y el mar

Para adquirir el libro El príncipe y el mar, pinchar en el enlace: http://www.panamericanaeditorial.com/

Rodolfo Martínez Sotomayor (Foto de E. M. V.)

Rodolfo Martínez Sotomayor
(Foto de E. M. V.)

RODOLFO MARTÍNEZ SOTOMAYOR (La Habana, 1966). Ha publicado los libros Contrastes (La Torre de Papel, Miami, 1996), Claustrofobia y otros encierros (Ediciones Universal, Miami, 2005I), la compilación de textos Palabras por un joven suicida: homenaje al escritor Juan Francisco Pulido (Editorial Silueta, Miami, 2006) y Tres dramaturgos, tres generaciones (Editorial Silueta, Miami, 2012). Cuentos suyos han sido incluidos en recopilaciones y antologías como Nuevos narradores cubanos (Siruela, Madrid, 2001), traducido al francés por Edition Metalie, al alemán por Verlag, y al finés por la editorial Like, Cuentos desde Miami (Editorial Poliedro, Barcelona, 2004), La isla errante (Editorial Orizons, París, 2011), Cuentistas del PEN (Alejandría, Miami, 2011), Reinaldo Arenas, aunque anochezca (Ediciones Universal, Miami, 2001). Su cuento Encuentro fue traducido al húngaro por la revista Magyar. Algunos de sus poemas aparecen en las recopilaciones Poetas del PEN, (Ediciones Universal, Miami, 2007), La tertulia (Iduna, Miami, 2008), y La ciudad de la unidad posible (Editorial Ultramar, Miami, 2009), traducida al inglés por la misma editorial. Ha publicado críticas de cine, de literatura, de teatro, artículos de opinión en revistas y periódicos como: Carteles, Diario Las Américas, Encuentro, El Nuevo Herald, El Universal. Fundador y Presidente de la Editorial Silueta; codirector de la Revista Conexos.

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Esta entrada fue publicada el 31/05/2014 por en Crítica.
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