toda palabra escrita sea parte de mí
he visto. fui feliz sin abstenerme sin evasiones. todo cuanto sufro no lo aprendí en esta vidamiseria. anduve. ando. vine de la muerte que es como gramo de polvo sobre el asfalto. ya está dicho: algo roe las entrañas del país. las trazas del odio ya no suman. en noches de tos y salmos soy parte del desfile antiguo. vidainútil. he visto. una palabra no dicha está flotando. está en el aire. está en las aguas. va a estallar como torpedo como granada en mano. la línea diurna destaca el añejo dolor. si una
sombra duele ¿será mi sombra?
toda palabra escrita sea parte de mí
como silencio que recorre el terraplén de polvo
esa lengua de olor contaminada
cualquier todo escrito: noche espléndida, el rumor de ciudades sitiadas, golpes en la puerta, surcos de tierra en rodillas que sangran
quiénes frenan la rabia cobijada en el párpado y la raíz
vidamuerte. en esto que va a la deriva yo creí. ahora la casa de mi fe está cercada por lobos tumbada en la
manigua. el sitio donde ahogar los cadáveres de mi
guerra.
soñé una isla de amparo y desnudez. al despertar hallé
el manicomio en sordina de otros cuerpos danzando.
los he visto. tú lo has dicho.
algo como la noche está cayendo.
fui el ciego salvado de su ceguera. por el susto de convertir el agua en vino terminamos haciendo el amor sobre las hojas secas de octubre.
hoy voló sobre la casa el pájaro que apesta. voló en círculos hasta extinguirse. vi en su ojo negro el secreto tránsito del pan alado.
tengo los riñones rotos de mi padre. rotos sin cura. a veces dios sale de cacería. a veces aprieta al gatillo y es la máquina que da y quita.
cuando dios hizo mi casa mirábamos fijo al horizonte.
esperábamos que acabara la guerra.
la guerra es infinita, dijo mi padre y tomó la azada.
martha:
podrás decirlo sin mí
duelen los saltos de agua
lo que echa a volar cuando suena el claxon
quisimos un hijo del modo más feroz
no hay otras verdades cerca de aquí:
la lengua de asfalto nos unió
cuando a otro sitio partíamos
no soy el que va de compras y halla un sí en el camino
duele en la mano tener que cifrar
la vida recta
la vida del que no repta
la vida que nos restan
vine del pueblo que la espuma se tragó
miraba los iconos que crecían en negro
transparentaban templos de otro mundo
aun nos aguarda la sal de construir
aprendí a ensimismarme como un rito
camisa limpia para preguntar si era acaso pertinente
no podía saber la utilidad de la virtud
también quise romperme las manos de niño
como el amigo del tango adjetivado
pero siempre en las fotos unía el rompecabezas
se reían del modo en que cargo mi cuerpo
alcé la casa donde somos tres
han puesto cortinas en el cristal de azogue
cuando llaman a comer
nada nutre el deseo de morir
cuando salgo a caminar soy muchos
he sido muchos
más de una ciudad he sido
ahora estoy despierto
es la luz de mi deudor quien habla
la noche tendida humedad y voz
ese alguien grita que no soy
he querido ser enfático
voy perdido como el otro
nadie dijo de qué batallas vengo
de cuáles muertos tomé yo este aire
dije no entiendo y fui a beberme un cántico
una brújula
soy el animal –qué memoria
si no fueras aquello que me cruza
lo que existe y no me espanta.
dibujaría un cadalso a la vera del camino.
Estos poemas pertenecen al libro en país extraño (Editorial Silueta, 2014) que será presentado próximamente.
MICHAEL H. MIRANDA (Cueto, Cuba, 1974). Poeta. Graduado de Comunicación Social en la Universidad de Oriente, de Santiago de Cuba. Trabajó como periodista y editor de libros, periódicos y revistas durante los años que vivió en Cuba. Ha publicado los poemarios Viejas mentiras de otra clase (2000), Las invenciones del dolor (2001) y en óleos de james ensor (2003). Poemas, narraciones y artículos suyos aparecen en varias antologías, selecciones y publicaciones periódicas en España, México, Canadá, Estados Unidos y Cuba, entre otros países. Vive en USA desde 2008.