“Contra gentiles”, de Manuel Sosa
Demoré unos tres años en leer un libro de 130 páginas en formato pequeño: Contra gentiles, del poeta cubano Manuel Sosa (Meneses, Cuba, 1967), publicado en 2011 por Avondale Ediciones, de Estados Unidos, y que contiene los textos que el autor publicó entre 2007 y 2010 en su ya desaparecido blog La finca de Sosa.
Cuando, años atrás, había yo llegado a la página 13 (ahí está mi marca, ya vieja, en esa página), la vida, sus circunstancias, me llevaron a marcharme de la casa en que habitaba, tan “ligero de equipaje” que debí dejar no solo libros, sino otros haberes de suma importancia; pero lo que más me dolió abandonar entonces fueron los libros.
En mi memoria, recordaba cuatro o cinco títulos que no había podido rescatar; entre ellos, este de Manuel Sosa.
Aunque se podría decir que, no hace mucho, pero casi momentáneamente, volvieron aquellas oscuras golondrinas, y logré salvar varios de los textos antes abandonados.
Ya sabemos que “gentil” tiene variadas acepciones (aparecen en la contracubierta del libro que nos ocupa), pero creo que el autor va, sobre todo, contra este significado: “Notable”.
Como ya debe imaginar el lector, si el libro aúna lo aparecido en un blog, pues resulta una especie de catauro, una miscelánea, una vidriera de alguna buena tienda de mixtos. Desde un ensayo sobre el escritor cubano Lorenzo García Vega, hasta la abundancia de la poesía en la isla de Cuba o la aridez de este arte-oficio, pasando por la “comercialización” de la creación literaria hasta una ingeniosa traslación de Birán (zona rural cubana donde nació Fidel Casto) hasta Delfos.
Como en su poesía, Sosa, en estos textos —que mucho de filosofía tienen, amén de ese tono de ensayo omnipresente—resulta agresivo, más bien transgresor, y a menudo críptico.
En ocasiones, además, sarcástico, como en “No dejes que tus amigos escriban mal” o en “Tareas de poeta, tareas de funcionario”, en los cuales, como en otros textos, el autor, altanero por momentos quizás, no deja espacio para la réplica, o no concibe que esta pueda existir. Si bien, en “Tareas…”deja una admonición incontestable sobre la llamada Generación de los Ochenta de la poesía cubana: “El reto ha sido siempre, ni más ni menos, hablar y escribir con honestidad, dígase lo que se diga”. Algo que, precisamente, hoy escasea sobre todo en la novelística, género que cada día, lamentablemente, se convierte más en un episodio digno de la grandeza mercadotécnica de la Coca-Cola.
Bueno, ya dije, son muy variados los asuntos, más que los temas, que se hallan en Contra gentiles. Así tenemos “Exceso de realidad”, en el cual el autor disecciona ese traspaso de la ficción a la “realidad cubana” de hoy, o de hace tiempo; es decir de ese absurdo impuesto en Cuba que cualquier persona que viva en el “mundo real”, lo concibe como eso, como absurdo, irreal, inexistente. En este texto, como en otros del libro —“El asedio”, por ejemplo—, Sosa, creo que con toda intención, “intemporaliza” a veces un poco, a veces mucho. Así, trata de huir del panfleto, y lo logra; de evadir el planteo trillado hacia otro sumamente fino, y lo logra; de convertir la materia prosaica, azarosa, con la que está trabajando, en prosa pulida, alusiva, hasta un plano universal, y lo logra. Pero mis preguntas son: ¿esto funciona en lo que a crónica se refiere?, ¿funciona, digo, para un lector extraño, digamos que para un japonés de hoy o un cubano del 2050? Esa duda me queda.
Sabemos que dentro de unos años, aquel que quisiera investigar la realidad cubana de este último medio siglo, no hallará hemeroteca sincera; en estas solo aparecerá un paraíso desaparecido. Así, tristemente, la novelística y la cuentística, en parte, y a veces con rigor artístico, han debido sustituir la realidad que una prensa pagada por el gobierno se encargó de ocultar durante más de media centuria.
De este modo, un libro de tanta y tan variada sustancia en cuanto a lo referido en el párrafo anterior, como Contra gentiles ¿no deberá contarse entre esos que iluminarán esa zona tenebrosa de la actualidad cubana desde 1959 y hasta hoy (y lo que pueda faltar)? Claro que sí, pero el estilo de Manuel Sosa, en mi opinión, niega en parte que muchos pudiesen beber, con facilidad, en esa fuente en el futuro.
Un ejemplo: el extraordinario, irónico “De Birán a Delfos” resulta creo, aún hoy, demasiado hermético para un lector extraño, por obra y gracia de ciertas “ocultaciones” referenciales que con todo propósito establece Manuel Sosa.
Pero bueno, ese es el estilo del autor, ese su propósito. Y así hay que entenderlo; a Sosa le interesa menos el testimonio, que el ensayo, el esclarecimiento a fondo. Y esto lo logra hasta el estremecimiento.
Textos más “nobles” en su percepción, en relación con los antes citados e insinuados, son aquellos que se dedican precisamente a la literatura, la cultura. Pongamos por caso “Agrimensura de la trascendencia poética”, o “Nos vemos en el próximo canon”, más lo ya citados sobre Lorenzo García Vega y la Generación Poética de los Ochenta.
Los “Proverbios” (Pág. 124), son excelentes, dos ejemplos. “Bienaventurado aquel que huye de sí mismo y jamás lo consigue” o “Cuando la llaga desaparece sobreviene entonces el calvario de las evocaciones”.
Lástima que este libro haya tenido una tirada tan pequeña y una distribución tan accidentada. Y en mi caso, como decía al inicio, andar tan extraviado.
Pero de lo que sí estoy seguro es que este es un buen libro. Lo digo y lo sostengo.
Félix Luis Viera Pérez (19 de agosto de 1945, actual Provincia de Villa Clara, Cuba) es un cuentista, novelista y poeta de origen cubano; actualmente nacionalizado Mexicano. Tiene seis cuadernos de poesía publicados. En narrativa, ha publicado las novelas: Con tu vestido blanco (1987), Serás comunista, pero te quiero (1995), Inglaterra Hernández (1997), Un ciervo herido (2003), y El corazón del Rey (2010); y tres libros de cuentos. Ha merecido los premios David de Poesía (1976) por Una melodía sin ton ni son bajo la lluvia; Premio de la Crítica (1983) con En el nombre del hijo y Con tu vestido blanco (1988); Premio Nacional de Novela de la UNEAC (1987) por Con tu vestido blanco.