Qué bien conversar en calma
frente a ti junto al tesoro
de verte igualar el oro
con el oro de la palma
qué bien descansar el alma
cuando me encuentro contigo
qué bien parecer testigo
de tu verso cuando sueña
que en tu morada pequeña
tiene el leopardo un abrigo.
En cambio cuánto me duele
si un amigo en su espesura
guarda un llanto que se apura
porque mi leopardo vuele
a tanta traición me huele
su envidia por mi leopardo
que si en el sueño que ardo
queda un sueño sin herida
soñaré cómo se olvida
en su monte seco y pardo.
Creyó el amigo que hacía
una hazaña con mi nombre
porque sentirse más hombre
parece su fantasía
creyó ver que amanecía
su corta vida de nardo
y al desentrañar que ardo
en impropia luz mi brasa
hizo escribir en su casa
yo tengo más que el leopardo.
Pero en ti cómo descanso
el dolor por quien abruma
decir tu nombre es espuma
de río candil remanso
como de sufrir me canso
tu animal se vuelve abrigo
y si descorro el postigo
de la puerta que me encierra
la traición se vuelve tierra
porque tengo un buen amigo.
Juan Carlos Valls (Güines, La Habana, 1965). Premio David (Cuba, 1991); Premio Pinos Nuevos (Cuba, 1994); Premio ORIPPO (España, 1995), entre otros. Ha publicado De cómo en la estación de un pueblo el pretexto del viaje son las bestias (1991), Los animales del corazón (1994), Los días de la pérdida (1995), Conversaciones con la gloria (1995), Yerbas en el búcaro rojo (1996), La soberanía del deseo (2000), La ventana doméstica (2008) y la compilación Los días de la pérdida y La soberanía del deseo (Editorial Silueta, 2013).
Hermoso, Juan Carlos, me ha encantado leer estos versos.