Más allá del pueblo de La Cebolla, según nos contó entre refrán y refrán el maestro Benito Manso, había una ciénaga repleta de cocodrilos.
Entre todos los cocodrilos, sobresalía por sus enormes dimensiones uno de más de ciento cincuenta años, muy habilidoso, pues nunca lo habían podido atrapar.
En aquellos pantanos tenía su campamento el famoso bandido y salteador de caminos Grillo Fiera. Cuentan que él y sus hombres se ocultaban por el día en unas cuevas y que de noche salían a cometer sus fechorías.
Grillo Fiera solo tembló dos veces en su vida. La primera, cuando su esposa lo obligó a bañarse el día de su boda –cosa que él nunca antes había hecho–, y la segunda, cuando cruzó el firmamento, con tantos colores como una cotorra, el cometa Halley, y mucha gente pensó que el mundo iba a acabarse.
Grillo Fiera tenía gran prestigio entre rufianes y forajidos. Cuentan que tenía seis dedos en cada mano, y que por ese motivo era tan hábil manejando las armas de fuego.
Hay quien afirma que una vez Grillo Fiera decidió atrapar al viejo cocodrilo de más de ciento cincuenta años y que organizó una gran cacería en la que participaron también sus hermanos Jíbaro y Felipito Tempestad, que eran tan bandoleros como él.
Cuentan que mientras navegaban en un bote, el jefe de los bandidos perdió el equilibrio y se cayó al agua. De cabeza fue a parar al pantano. Unos afirman que nunca más volvieron a verlo. Otros aseguran que se salvó porque pudo encaramarse encima del caparazón de una tortuga.
Otros, en cambio, dicen que eso de la cacería es un cuento de camino. Que Grillo Fiera nunca hubiera tratado de cazar al viejo cocodrilo porque en realidad este era su hombre de confianza. Que jamás el bandido daba un golpe sin contarle sus planes y tener su aprobación. Vaya, que era su consejero.
Mucha gente juraba que en realidad Grillo Fiera era sobrino del viejo cocodrilo. La verdad es que, con tantos cuentos y tan distintos, uno no sabía a quién creerle.
Bueno, lo único seguro es que más allá del pueblo de La Cebolla había una ciénaga repleta de cocodrilos. O al menos eso era lo que nos contaba el maestro refranero Benito Manso…
Tomado del libro Abuelita Milagro, reedición por Panamericana Editorial, Bogotá, 2015.
Antonio Orlando Rodríguez es escritor e investigador literario cubano. Estudió Periodismo por la Universidad de La Habana. En 1998 ganó el Premio Alfaguara de Novela con su libro Chiquita. Ha publicado, para lectores adultos, obras como Striptease, Querido Drácula, Panorama histórico de la literatura infantil en América Latina y el Caribe y Aprendices de brujo. Su producción para niños incluye títulos como Cuentos de cuando La Habana era chiquita, Los helados invisibles y otras rarezas, Concierto para escalera y orquesta y El rock de la momia y otros versos diversos.
Excelente narrador. Orgulloso de que sea, además, avile;o como yo. Gracias.
Francis Sánchez