Evitando pasar por la Rue Descartes
Fui bajando hacia el Sena, como viajero temeroso,
Un joven bárbaro que recién llegara a la capital del universo.
Éramos muchos, provenientes de Jassy o Koloshvar,
[Wilno o Bucarest, Saigón o Marrakech,
Avergonzados de guardar en la memoria las costumbres
[de nuestros hogares,
De las que con nadie convenía hablar en este sitio:
Palmadas para llamar a las sirvientas, muchachas
[que acudían descalzas y con prisa
a dividir los alimentos con plegarias,
ensalmos recitados a coro por el amo y todos en la casa.
Yo había dejado atrás la brumosa provincia
Y estaba penetrando, ávido y deslumbrado, en el universo.
En breve tiempo muchos de Jassy o Koloshvar,
[de Saigón o Marrakech,
Serían asesinados por querer borrar las costumbres de su tierra.
En breve tiempo otros como ellos tomarían el poder,
Para matar en nombre de ideales hermosos, universales.
Mientras tanto, la ciudad siguió su rutinario curso,
Entre susurros y risas semiahogadas en la oscuridad,
Sacando pan en largas barras de los hornos y vertiendo vino
[en jarras de barro,
Comprando pescado, limones o ajos en los mercados callejeros,
Indiferente a los honores y la culpa, a la grandeza y a la gloria,
Porque todo eso había ocurrido antes y se había transformado
En monumentos que nadie sabía ya a quién honraban,
En arias de ópera que apenas se escuchaban, en giros del lenguaje.
Me apoyo una vez más en el tosco granito del muro al borde de las aguas,
Como quien retorna de un descenso al inframundo
Y ve de pronto en esa luz, girando sin cesar, la rueda
[de las estaciones,
En la que se desmoronan los imperios y los seres que una vez vivieron
[ya no existen.
No hay capital del universo, ni aquí ni en ningún sitio;
Las costumbres abolidas vuelven a instaurar su mínimo prestigio
Y el tiempo de las generaciones de los seres humanos, lo sé ahora,
[es muy distinto al tiempo del planeta.
En cuanto a mis pecados de importancia, hay uno que recuerdo
[con singular vivacidad:
Un día en que andaba por un sendero del bosque, junto a un arroyuelo,
Empujé una piedra y aplasté una serpiente de agua que se había
[enroscado allí sobre la hierba.
Lo que en esta vida ha venido a mi encuentro es el justo castigo
Que tarde o temprano reciben los que violan un tabú.*
Versión al español de Reinaldo García Ramos
* En la región donde el autor pasó su infancia se rinde culto a las serpientes de agua, también llamadas mocasines, que los creyentes asocian con el sol. Un tabú las protege contra cualquier daño que les puedan causar los seres humanos. [Nota de R.G.R.]
Czeslaw Milosz nació en 1911 en Szetejnie (Lituania) y murió en Cracovia en 2004. Poeta, ensayista, traductor y diplomático. Recibió el Premio Nobel de Literatura en 1980. Después de la Segunda Guerra Mundial fue agregado cultural de Polonia en París y en Washington, hasta que en 1951 rompió con el gobierno comunista de Varsovia y se estableció en Estados Unidos. En 1953 publicó El pensamiento cautivo, un clásico de la ensayística anti-stalinista. Desde 1961 hasta 1998 fue Profesor de Lenguas y Literaturas Eslavas en la Universidad de California en Berkeley. El poema “Evitando pasar por la Rue Descartes” pertenece a su libro Himno a la perla, de 1981.
Reinaldo García Ramos
(Foto de Ernesto G.)
Reinaldo García Ramos. (Cienfuegos, 1944) publicó su primer poemario, Acta, con las Ediciones El Puente en 1962. Salió de Cuba en 1980. Entre sus libros de poesía se destacan El buen peligro (1987), Caverna fiel (1993), En la llanura (2001), Obra del fugitivo (Premio Internacional de Poesía Luys Santamarina-Ciudad de Cieza, 2006) y El ánimo animal (2008). Es autor de una novela testimonial, Cuerpos al borde de una isla; mi salida de Cuba por Mariel (2010). Rondas y presagios, una compilación de sus poemarios, apareció en 2012 por la Editorial Silueta, de Miami.
Bello poema, gracias Rey.
«Yo había dejado atrás la brumosa provincia
Y estaba penetrando, ávido y deslumbrado, en el universo».
Hay mucho de eso en nosotros. Gracias, un abrazo.
Ena