coconut grove (selfie)
detenido junto al oratorio
–cubierto de hiedra–
frente a las casas
en las que pudiera vivir
para siempre
–allí
pero muy lejos de allí–
he visto que las cosas
cuando buscan su curso
encuentran su vacío
–el mar a través de las nubes
la extrañeza de lo ingrávido–
alguien esparce un polvo gris
más allá de la ermita
–en el ir y venir
de la espuma–
como si describiera
esta incapacidad de pertenecer
–esta obstrucción–
lo que parte
–que no pudimos conseguir–
esos cuerpos
a punto de hundirse
o alcanzar la costa
double fantasy (usie)
vueltas y vueltas en círculos
para llegar al dakota
el edificio se oculta a la luz
solo la noche le hace visible
–afirma el portero–
en lo oscuro aún agazapado
el guardián precisa la muerte
inadvertidos entre el centeno
vemos girar las ruedas
sobre las brasas
–sobre un cuerpo interminable
cayendo y cayendo en círculos
detrás de los ojos–
frente al dakota –la ausencia
es el puntum– se escucha
una mano golpear el vacío
time square (mashups)
encuentras el Centro
y todo lo que aquí hubieras esperado
–o su ausencia–
se acerca a la visión fractal de la plaza
eres –soy– el inicio del puzle
–hablo de mi como si fuera otro–
mientras represento la plenitud
–que manipula el fotógrafo–
sé que esto sucede
en algún lugar
donde la sonrisa –frente a la cámara–
debe ser cierta
aquellos descubren
sus dobles en los muros
–la imagen contempla a la imagen–
el padre que no está/ y el hermano
–los otros–
toda forma es fragmento
performance –visión fugaz– breve
en el centro de la plaza
encuentras el Centro ulterior
–ineludible–
eres –soy– el extranjero
y sabes que ya no estarás otra vez
en algún lugar
que pudieras intentar retener
para siempre
battlefield
en los cuerpos –sin memoria–
acaso –el roce–
lo cercano al deseo
encuentre la llama –su devenir–
ese ruido tan triste
–entrar en el otro
ser en el otro–
desde una formación –tan viril–
distante
acaso –el sinsentido– sea esto
la fractura –del orden–
apenas perceptible
en su imposibilidad
aproximarse al vacio
–golpear– o ser golpeados
para siempre
como sacos de entrenamiento
raid (mariel, 1980)
no podrás olvidar la injuria
–densa– en el rostro
los feroces instrumentos
de la humillación
–el odio o el miedo–
afrenta fue partir –el deseo
de poner mar por medio–
los itinerarios difíciles
–como monedas
que nos deslizaran en los bolsillos–
otros han olvidado –lo aseguran–
el olvido suplanta
aquellas rápidas incursiones
–su metamorfosis
o su pérdida–
no podré –no podrás– olvidar –todo
se repite una y otra vez– el vacío
que describe un huevo al romperse
sobre un rostro impasible
Estos textos pertenecen al libro bosques fractales (editorial Letras Cubanas, 2016).
José Rolando Rivero
(Foto de R. M. S.)
José Rolando Rivero nació en Ciego de Ávila, Cuba, en 1957. Es narrador, poeta, dramaturgo y artista plástico. Miembro de Honor de la Asociación Hermanos Saíz. Actualmente es el Presidente de Codema, en Ciego de Ávila. Ha publicado los poemarios: El Veedor de los Tañidos, 1990, Ediciones Fidelia; Santa Palabra, Editorial Letras Cubanas, 1996; Áridas Palabras, Editorial Ávila, 2012 y Advocación del siervo, Ediciones Unión, 2012. Ha obtenido, entre otros, los premios: Roque Dalton, Ávila, Pinos Nuevos, Eliseo Diego. Poemas suyos aparecen en revistas como La Gaceta de Cuba, Revolución y Cultura, La Siempreviva y Videncia. Recientemente obtuvo con el libro Como una cinta de Moebius, el Premio Nacional de Poesía Gaceta de Cuba, 2013, que cuenta con el apoyo del Festival Internacional de Poesía de Medellín hace más de una década.
Poemas que convocan, no por el impacto, sino por una casi silenciosa manera de decir.