Mi mente no me pertenece
Es cruel, un infortunio humano
Vivir y andar a tientas
Descubrir que tus pies no son muy diferentes de
aquella bebé que se magullaba las rodillas y
chillaba una alarma que ensordecía toda la cuadra.
Estoy llena de magullones invisibles
Sigo tambaleándome
Solo que con cuarenta años se aprende a
disimularlo. No queda otra.
Tengo que pretender que piso firme
Mis hijos necesitan seguir- me el paso.
Pero esta mente, designio de los dioses,
Es un antojo salvaje
Un latón de basura desbordado de pasiones
Un garaje contaminado de alimañas
No desinfectable, No reciclable
Un loro loco saltando de rama en rama
Que nadie atrapa.
Ni los mismos dioses.
Ay divinas convulsiones
de mis adentros
Quebrar de mis paredes
Temblor sísmico del ego
No me arrojes como alga de marea
En este devenir carnal desmesurado
Sálvame de lo hirviente
Pues sólo en la quietud mi alma yerga.
Lo demás es esta loca hambrienta
Que come de todo y se sacia de nada.
Déjame helarme en las nieves
de un desapego insípido
para que no pueda percibir luz más blanca
que el resplandor
sobre la blanquísima escarcha.
Y desde ahí, sólo entonces
descubrir ese punto infinito
en el horizonte.
Doriam Alonso
(Foto cortesía de la autora)
Doriam Alonso (La Habana, Cuba). Cursó estudios de cine en Cuba. En 1997, llega a los Estados Unidos donde finaliza la carrera de Dirección Cinematográfica. Dirigió los cortometrajes documentales: ¿Y si pierdo la razón?, Patria huérfana y F (Estrenado en Cannes, 2015).