El punto Nemo es el lugar más lejano de cualquier territorio habitado. Está localizado en el océano Pacífico Sur y la tierra permanentemente emergida más cercana es la Antártida que está a 2.688 kilómetros de él.
Ya sé que no soy incomprendido, lo supe al descubrirme donde se abandona un incomprensor, perdí mucho tiempo en esa etapa de certezas. El tiempo, lo único irrecuperable, a él no le afecta la relatividad, él es la excepción de la regla, aunque hay otra excepción, pero no cuenta, la vida tampoco se puede recuperar, pero para penar que has muerto tendrías que estar vivo, como cuando lamentas la pérdida del tiempo.
La multitud tiene un punto en el placer de ser como los demás, hay igualdad en la carrera por ser desigual. Me alejo, y me alejo tanto que llego a la búsqueda de la nada, llego solo, es una isla, la de los solos, está llena, llena de incomprensores que no se aceptan, igual que en las multitudes pelean, se miden y se ven como únicos, superiores a los otros. Burlo la guarda frontera que vigila las costas de la isla de los solos para impedir el escape hacia el punto Nemo, donde ya no habrá nadie, entonces suelto amarras con viento de popa y pronto un archipiélago me atrasa, esta vez son gente isla, que perdidas flotan organizadas por las corrientes como residuos oceánicos contaminantes en aguas internacionales, no hay entre ellas distancia suficiente para delimitar aguas territoriales.
Por ello cualquiera puede acercarse legalmente, ignoran mi destino y al divisarme muestran sus colmillos en desafío intimidante como cañones inoculadores venenosos para anular cualquier debilidad tentadora de atracar, se equivocan, no busco una comunidad.
Busco el punto Nemo, se de su superficie hundida, allí abandonaré la misantropía, es lo único que me ata a lo que le huyo, aparte de las dudas que no pueden ser abandonadas ni amputadas, las dudas son un órgano vital encargado de garantizar la conservación de una especie.
No sé si el punto Nemo está habitado por algún viejo que solo quiere desaparecer antes de que yo aparezca, mi anarquía no le sirve, se parece mucho a la suya y no lo es.
Si el punto Nemo está habitado estoy perdido, también me gusta estarlo, me hace sentir que voy por buen camino cuando ignoro las limitaciones de mi astrolabio, pero también sé que un viaje no sirve de isla y una isla hundida es un destino inmenso, por eso tengo que llegar a Nemo. Seguro que Nemo está parapléjico allí a merced de la misericordia de doña Eutanasia, exento del miedo a un tribunal de conciencia. Nemo no puede, por no ser mas que un punto, desear que yo no lo conquiste, o si, quizás él sabe que nada es eterno y que yo soy mi multitud.
Delio Regueral
(Foto: Eva María Vergara)
Delio Regueral. Fotógrafo y artista gráfico. [Delio Photo Studio: www.deliophotostudio.com]
Gracias queridos amigos de la revista Conexos.
Ximena