Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Ha sido un día difícil y otros poemas

EDUARDO MESA

 
HA SIDO UN DĺA DIFĺCIL,
me fui a misa temprano,
recé por ti,
le dije
a Dios que te cuidara
de tu dolor sin nombre,
de tu tristeza estática.

Le dije a Dios que fuera
siempre dulce contigo
porque yo pude serlo
tan sólo algunas veces.
No era fácil amarte,
pero estamos unidos
hasta que al fin el tiempo
nos congregue una tarde.

Yo sé que Dios te ha dado
el beso que no pude
darte, cuando debía
ignorar “tus batallas”
que me enojaban tanto,
ya no hay remedio,
ahora,
es Jesús quien te cuida,
yo me quedé sin tiempo
para pelear por algo.

Hoy fui a misa temprano
y tú estabas conmigo,
espero que me ayudes
poco puedo ayudarte,
es curioso decirlo
pero te extraño mucho,
dile a Dios que me ampare,
te mando un beso,
madre.
 
 
 
DECIR QUE TE RECUERDO,
en un día de sol,
feliz,
cualquiera,
no me es posible aún,
quizás mañana,
cuando el tiempo vencido
me acerque a la memoria,
cuando pueda mirar,
hecho presente,
lo real de aquella vida,
que fue mía una vez,
que permanece,
partida a la mitad por las palabras
en un niño que nunca
habrá de abandonarme,
que está pegado a mí,
conmigo siempre.

Yo quisiera decir que te recuerdo,
con otro amor,
pero no puedo aún,
quizás mañana,
en plena claridad
comprenderemos
lo que tanto dolor
nos ha costado.
 
 
 
ESTAS AHĺ,
a la mitad del patio
que Yeya componía
con los cactus que alguien le regaló,
el canistel y la guayaba,
el mango,
están a tu derecha
y frente a ti la terracita
con los peces de Bebo,
las malangas,
más cactus
en macetas pequeñas,
dispuestos,
como ajedrez en las baldosas.

Estas ahí,
parece,
que te molesta el sol
o acaso
frunces el ceño al porvenir.
 
 
 
CUALQUIER LUGAR ES BUENO PARA EL AGUA
en el tiempo sin tiempo de la espera;
está lloviendo a cántaros,
me mojan, unas gotas enormes.
Las flores que sembró se ven alegres
y ella también se alegra con la lluvia
de otra vida quizás,
de algún pasado,
que se aferra optimista a la memoria.

Alumbran los relámpagos,
afuera,
la vida se refresca con la lluvia.
 
 
 
YO RECUERDO EL CAMINO
muy largo hasta la escuela,
las vidrieras vacías,
las esquinas, los baches,
que atenuaban el paso
constante de mi madre.

Yo recuerdo que nunca
se hizo amargo el camino
en mi empeño de darle
respuesta a las preguntas
sobre rótulos viejos
y vidrieras
y olvidos.

Yo recuerdo que nunca
sucedió nada malo,
y que la lluvia,
a veces,
nos complicaba el viaje.

Yo recuerdo a mi madre
tarareando un bolero,
para aliviar el tiempo
que entonces
era un niño.

Ya se ha muerto mi madre,
y yo también soy viejo,
y recuerdo las horas
con ella
en el camino,
de la casa a la escuela,
de la escuela a la casa,
en el alma de un sueño,
a la sombra de un cirio.
 
 

Eduardo Mesa
(foto cortesía del autor)


 

Eduardo Mesa (La Habana, 1969), fue fundador de la revista Espacios, dedicada a promover la participación social del laico. Coordinó la revista Justicia y Paz, Órgano Oficial de la Conferencia de Obispos Católicos de Cuba y el boletín Aquí la Iglesia. Formó parte de los consejos de redacción de las revistas Palabra Nueva y Vivarium. Ganador de los premios de poesía “Ada Elba Pérez” y “Juan Francisco Manzano”. En la actualidad colabora con las revistas Convivencia, Misceláneas de Cuba e Ideal y edita el blog La Casa Cuba, donde trata temas relacionados con la fe, la sociedad y la cultura. Ha publicado en narrativa El bronce vale y otras crónicas (Editorial Silueta, 2011). Reside en los Estados Unidos desde el 2005.

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Esta entrada fue publicada el 29/08/2019 por en Poesía.
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