Alejandra Pizarnik
A veces
Este año, Thanksgiving cayó jueves. Lasticön y Big D juegan una especie de Hot Dog Contest pero con Mountain Dew. Empatan a 7. Se trata de una estrategia maquiavélica para poner bien high al gigantón pero de puro azúcar. 46 gramos por cada puñetera lata para ayudar durante los cinco minutos que dura la presentación de la narcotráfica idea. Pero la medicación aleja a Big D de cualquier tipo de business plan y de los locos verborrágicos. El poeta le firma uno de sus libros autogestionados con una dedicatoria larga y sentida que el gigantón tarda casi un minuto en leer. Luego abre una página al azar. Se toma otro minuto.
Big D le ofrece los nudillos, como gesto último de agradecimiento para dar por terminada la presentación y la competencia montañosa. Luego eructa largo y vuelve a clavarse en el FIFA. Tres a cero gana el Ajax de Rita a un desconocido Manchester United de Álvaro. Lasticön se acerca a Vivian que cocina el pavo sin la ayuda de nadie. El pavo y el stuffing, la salsa de arándano, el guacamole, y una ensalada de hojas verdes, por las dudas. Versión tacos para Álvaro debido a su fobia por los cubiertos.
Descorcha el Tempranillo que trajo Lasticön y lo despacha con tres copas a ofrecerle al resto.
Oye: que no muerdo.
Órale, te comerás el puré y el stuffing, entonces. El pinche turkey me ha salido bastante duro.
Hablando de stuffing…
Se lleva la mano a los cojones, à la Michael Jackson. Vivian suelta una carcajada. O no la suelta, la desparrama. Arranca genuina pero deriva en algo hiriente.
La hemos pasado bien tú y yo, ¿o no? Anda, bonita, terminarás dándome las gracias.
Oye, cabrón, ¿podemos tener la cena de Thanksgiving en paz? Sin ninguna de tus mamadas.
Ella misma se ríe, ríen los dos. La cocina se abre hacia el living, donde Lasticön, cubierto por la encimera, se baja el zipper y libera su pavo. Lo estira del cogote marcándole las expectativas. Vivian nunca acusa aquella declaración de principios. Lo mira a los ojos con un poco de pena y otro poco de furia.
Pogba cruza la media cancha pelota al pie y se detiene. Los 22 jugadores se detienen. El partido se interrumpe por un par de espontáneos: él grita y la insulta, ella lo arrastra del miembro con una pinza para ensaladas.
Te pasaste de verga, cabrón. Te me vas ya mismo a chingar a tu puta madre.
Vivian abre la puerta y lo deposita del otro lado del umbral. Da un último apretón, como para asentar el aprendizaje.
Googlea “Día de acción de gracias”, pinche pendejo, y cuando entiendas de qué va este día, te vuelves. Y si no vuelves, te puedes ir bien a la verga, me vale madres que estés o no estés, cabrón hijo de tu puta madre.
Arroja la pinza a sus pies. Le cierra la puerta en la jeta. Big D busca a Rita con la mirada. Sigue sin encontrar las cámaras ocultas. Pero rompe a carcajearse. Las primeras en meses. Se le cae una lágrima y se toma su panzota. Tose, ríe, eructa, tose. Y tiene una epifanía: ya sabe cómo agradecerle al universo.
El pavo se deja probar pero no es tan amigable para dejarse comer. Vivian tenía razón: salió duro, al borde de lo saludable, FDA Rejected. Big D quiere dar las gracias. Se pone de pie, abre el librito autogestionado en la página cincuenta y seis, doblada en el vértice superior derecho. La alisa. Luego declama
Estimado barista de mis cojones: hit me with your best shot.
Solo si le atinas a mi nombre
te daré las gracias colmando la jarra de los tips
con leche de todos los tipos.
Tose, ríe, tose. Tose, toseructa, ríe. Todos ríen. Álvaro levanta la copa con los últimos sorbos del Tempranillo.
Por Lasticön, el poeta maldito de South Beach, que siempre se las rebusca para estar presente.
Álvaro lo irrita en ausencia. Sabe muy bien que detesta que lo llamen “poeta maldito”. Ningún poeta maldito quiere que lo llamen así. Pero él no pierde oportunidad de fastidiarlo desde que le contó que una noche se apareció por la librería Altamira en la Miracle Mile para la presentación de un libro sobre Panero, un poeta español o algo así. Allí conoció a un tal Vera, un librero argentino que lo ayudó a publicar sus poemas en un magazine digital que Álvaro nunca recuerda. Vera opinó que, para convertirse en una ciudad literaria, a Miami le falta construir mitos y fantasmas.
El rol de poeta maldito está vacante,
le dijo riendo y comenzó a llamarlo así. Al principio se reveló pero la opción “poeta español” le sonaba mucho peor. Joxeba se hubiera muerto otra vez.
Tres golpes rítmicos detienen el brindis. Álvaro abre la puerta, Lasticön irrumpe, le arranca la copa de la mano y se sienta junto a Vivian.
Por Google y el verdadero espíritu del Día de Acción de Gracias.
Seis homeless reclutados en el desespero de Washington Avenue lo siguen marchando como un ejército. El batallón del hedor y la venganza.
Maldtio Lasticön
(Suburbano Ediciones, 2019)
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Gastón Virkel
(foto: cortesía del autor)
Gastón Virkel. Escritor y guinista. En 2017 publicó Cuentos atravesados, su primer libro de relatos en Suburbano Ediciones (Sed). Sus textos han sido incluidos en antologías como Pasajeros en Arcadia (Editorial de Belgrado), Viaje One Way y Miami (Un)plugged (Suburbano Ediciones), Los topos mecánicos (Editorial Ígneo), Hostos Review #15 (Hostos Community College), Escritorxs salvajes (Hypermedia). Ha escrito y dirigido el largometraje De rodillas. En TV ha trabajado para marcas como MTV, Discovery Kids, Sony Entertainment Television, Boomerang/Turner, Comedy y Paramount entre otros. Aunque en días soleado se define simplemente como un storyteller para no dejar plataforma alguna fuera de sus posibilidades.