“We are struck by
1. La vida entreguerras era una de exaltaciones y extravagancias enfatizada por las águilas de metal alumbrando la población, los toques de queda para purificar los caminos y el continuo tránsito en puertos de portaaviones, buques de asaltos y submarinos. Despliegue de poderío en gris acorazado. En este assémblage marino el color gris es su avatar, el cinturón de fuego. El cuerpo de soldados y marinos —muchos de ellos infectados y desbordados de penicilina por otras guerras— asaltando bares, asaltando mujeres y humillando loveboys, para agarrarlos más tarde por algún callejón y besuquearlos. Es el orden del día.
La vida entreguerras es una llena de fisuras que se afinan para empujar, para cerrar y finalmente elevarse y encontrarse por aquellos tiempos en que las casuchas —pegadas unas a otras— tenían la virtud de convertirse en cajas habladoras. Todo tipo de conversaciones se escuchaban, cantos o vejaciones, insultos, besos ardientes o gritaderas… a callarse ya, dejen de estar jugando con esa agua sucia, no tiren la bola pa’acá… junto al buzzing buzz buzz de los mosquitos, puliendo sus seis agujas + el canto rarísimo de una ranita pequeñísima, que se colaba (todavía se cuela) por los lugares húmedos. Todo equivalía a las variantes de una composición de jazz. A la ópera de la gran ciudad en verde olivo, por la cantidad de jeeps militares interviniendo montañas y valles, humedales y costas en la isla. En las islas. El Caribe entero militarizado.
Es el tiempo de las lavanderas, las que recogían la ropa en su casa y en baldes de metal del demonio sumergían en agua la mercancía junto a una barra de jabón azul. Con sus cuerpos, con sus voces, con la tabla de lavar ropa y con la gracia de la vida, estas mujeres, criadas a base de arroz y viandas, eran verdaderas autómatas de la limpieza. Para doblar, para planchar, para devolver la ropa limpia por $40.00 mensuales y ya con el faldo de ropa en la cabeza, se dirigían a la ciudad: la otra selva. Mi lavandera favorita era la abuela, la madre de mi madre, la que, con cesta en mano, caminaba por veredas, zaguanes, patios, calles, callejones y aceras de la ciudad: infestada de niños ambulantes, infestada de cuerpos en las esquinas aguantando paredes, siempre con la urgencia de tirar un piropo de mal gusto, con la urgencia de orinar o escupir de frente a ti. El mapamundi de las lavanderas era uno abierto a todo. Por demás, violento.
En la vida entreguerras todas las victorias militares se celebraban, mucho más cuando todavía quedaba en la memoria el hundimiento del vapor Carolina o el SS Coamo, ambos atacados por submarinos alemanes. Es así que, por cada sumergible alemán hundido, los hacendados abrían otro tanto de barriles de ron para que los dueños de barras tuviesen suficiente inventario. Las ventas se disparaban de la mano del bullicio de la gente. Cuando el 1 de enero de 1944 el Royal Air Forces del Reino Unido envía 421 aviones para bombardear Berlín, la isla se cayó de la borrachera. Está escrito que el ron salvó la economía, pero también el concreto reforzado usado para la construcción de bases militares; aun así, el Gran Cangrejo auguraba penurias y la luna llena iluminaba la casa del ogro. Todo gracias al circo montado por el War Department. Circo sin presentador, sin payasos, solo las fieras salvajes y una manada de cuervos merodeando el éter de los bancos.
2. En el mes de junio del 1944 mi madre y sus hermanas se preparan para otro picnic, otro baile en el Officers Club o en el Navy Recreation Beach. En la coqueta hay una mezcolanza de cepillos de cabello, coloretes, polvos compactos, variedades de lápices de labio en rojo Montezuma, el de Elizabeth Arden, representando el rojo de la victoria, el rojo de las sufragistas y en signo de agresión a Hitler, porque le disgustaba mucho ese cosmético. Un alboroto de ajustes de trajes, abrir y cerrar del chifforobe, gavetas y prácticas de pasos de bailes frente al espejo, junto al cuchicheo y las risas nerviosas, junto a la madre ajorando la manada; evidenciaban un sábado más de fiesta, pero no fue así… es dificil para ellas hablar de ese momento. Nunca lo han hecho.
Contar. Sobre. Aquella. Noche.
Como cuentas un cuento…las palabras salen por saltos. No muchas…y luego el silencio; así es que cada cual se inventó lo que sucedió. Cada cual se sentó con el otro, con la otra a contar una historia de terror. Es noche. Un United States Army Truck sale de una base militar después de una fiesta con civiles. El sargento había dado orden de llevar a las chicas de regreso junto a la única adulta con el grupo: la abue. El Gran Cangrejo, en la plenitud de sus visiones, lo auguró, porque la luna se le escondió a la noche, convirtiendo el camino en la boca de un animal. El soldado conduciendo el vehículo era como uno de los personajes de Grace Paley… Troubled eyes and a lock of hair hanging down over the forehead. Había bebido is an innuendo. Estaba bebido… estaba Pi ri pi Piripi, decían antes. ¡Absolutamente borracho! La madre de mi madre señaló el hecho al sargento; pero este no consideró que la cosa fuese tan seria and up you go.
A unos veinte minutos del viaje on Insular Highway Numbered 25 between Catano and Santurce, Puerto Rico1 …el chofer acelera, pierde el control y da contra un árbol volcándose el camión. Entre el estruendo de neumáticos explotando y el metal que se va torciendo, veintidós jóvenes y una mujer adulta saltaron de sus asientos, muchas de ellas rompiendo los cristales de los ventanales con sus cabezas, muchas de ellas dando volteretas por los aires, muchas de ellas quedando atrapadas entre la sillería. Dos volaron por los aires quedando pilladas debajo del camión. Mi abue fue una de ellas.
It was raining and the road was wet. The evidence indicates that the Army driver was operating his vehicle at excessive speed. While rounding a left curve he lost control of his vehicle …struck and knocked down a tree 9 inches of diameter and then overturned2 …
¿Y QUÉ DE LA BORRACHERA?
On June 11, 1944 at about 8:15 p.m. an Army truck operated by an enlisted man engaged in the authorize mission of transporting 23 girls3 who had attended an authorized battery picnic… One of the passengers in the truck, Mrs. Francisca Sánchez Figueroa of 58 Lindberg Street, Santurce, was instantly killed: 2 other sustained injuries from which they subsequently died; and 13 others sustained injuries of varying degrees of severity4 …
Ya mencioné lo difícil que es para esta familia hablar de la muerte de la madre: ocupada de su familia, de su humilde casucha, de su gente, dejando su finca de Trujillo Alto en busca de una mejor vida, como otros tantos. Como pudieron, y presagiando lo peor, las hermanas y el resto de las chicas se incorporaron del fango al sereno de la noche. Temblaban. ¿Estaban vivas? El agua chorreaba por sus cuerpos… ¿Sería un sueño? De seguro es una pesadilla. ¿Cómo puede medirse esta experiencia? ¿Cómo entender este asunto del miedo?, ¿recorriendo los fondos falsos de un palacete con sus humedades chorreando por sus paredes? o ¿imaginando el sigilo de las ratas moviéndose por una tumba?
Huesos rotos si había, heridas en las cabezas, sangre también. Dolor, mucho dolor físico. En la oscuridad del momento se escuchaban quejidos, voces y con la poca fuerza que quedaba, algunas chicas abrían los ojos, movían los dedos, las extremidades, otras pedían ayuda, sintiéndose como si una caja de metal las estuviese enterrando; más la abue no se escuchó, porque aquella fue la noche en la cual mi abuela se enfrentó a la luz de la que solo las almas que han regresado hablan. En medio de la maleza y la tierra llena de manchas, la abue abrió su fragancia de par en par para que las cerraduras reventasen y los peces saltasen de su casa de cristal…
¡QUE LA TIERRA SE ABRA EN DOS! Ahora estás dentro del espejo abue. Puedes verlo todo… vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó… Abue, te imagino de cuerpo presente junto a los claveles mancillados y con tu pelo mojado, sin saber por donde andaban tus vibraciones y como se disipaban tus sentidos. Desde la nada veo la concha, la mano cerrada, el cero: la muerte en su valle encantado. A esa hora la música agraviada de congas te acompañó, gracias al Gran Cangrejo. Dicen que la poca gente que se asomó al precipicio vio un quetzal. ¡UN QUETZAL!, que con su plumaje verde neón acarició tu rostro.
3. La vida entre guerras se formula y documenta con mapas, cables, telegramas, diarios, fotografías, dibujos, informes médicos, memoranda, códigos secretos, tratados y correspondencia. Un comité de Asuntos Insulares enviaba la documentación al War Department en Washington y el War Department al USA Congress. Imaginarse la cantidad de documentación generada y el movimiento de attaches militares llevando y trayendo oficios. Imaginarse oficinas abarrotadas de archivos de metal y repletos de papel.
La documentación que generó cada muerte civil intelectualiza el luto, esteriliza las pena. Para colmo la compensación que reciben los afectados no borra la pesadilla del olor del metal untado de sangre o del ruido de la lluvia, junto al ulular del viento aquella noche de la tragedia. ¿Quién contabiliza los ataques de ansiedad, la sensación de ahogo que arropó a esas chicas por el resto de sus vidas? La melancolía.
ESTATE OF THE LATE FRANCISCA
SANCHEZ FIGUEROA
The Clerk called the bill (H.R. 4251) for the relief of the estate of the late Francisca Sánchez Figueroa. There being no objection, the Clerk read the bill as follows:
Be it enacted, etc. That the Secretary of the Treasury is authorized and direct to pay, out of any money in the Treasury not otherwise appropriated, the sum of 5,000 to the administrator of the estate of Francisca Sánchez Figueroa who was fatally injured in June 11, 1944 when a United States Army truck… The payment of such sum should be in full settlement of all claims against the United States of America on account of such accident.5
Unos meses más tarde cayó la ciudad de Aachen en Alemania —la primera ciudad en manos de las fuerzas aliadas— pero ya mi abue estaba enterrada. Su cuerpo corrupto y el cuerpo del resto de la población exhausto. No la conocí. Ni mis hijos, ni mis nietos. No existe una sola foto de ella, una nota, una carta, algún objeto.
Solo un imaginarse.
Imaginarse el paisaje.
Ahora imaginarse el paisaje
con el dios Anubis como guardián.
Este cuento pertenece al libro Orígenes de lo eterno y así las cosas (Verbum, 2020).
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Lourdes Vázquez. Una de las escritoras más destacadas del Caribe. Entre sus premios se incluye el Juan Rulfo de Cuentos (Francia); la Mención de Honor del National Poetry Series, Paz Prize for Poetry (USA) por Un enigma esas muñecas (Torremozas, 2015) y la Mención de Honor a su antología de poesía Bestiary: Selected Poems 1986-1997 (Bilingual Review Press). Una selección de su poesía ha sido publicada en italiano: Appunti dalla Terra Frammentata (Edizione Letterarie, 2012), así como su crónica The Tango Files (Edizione Arcoiris, 2016). Sus tres últimos libros de cuentos son Tres relatos y un infortunio (Buenos Aires: Fundación Ross, 2009), La mujer, el pan y el pordiosero (México: Eón, 2010) y Adagio con fugas y ciertos afectos (Verbum, 2013). Ha sido compiladora de la antología Cuando narradoras latinoamericanas narran en Estados Unidos, publicada en Argentina.