Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Dos poemas inéditos de Octavio Armand


OCTAVIO ARMAND

Brooklyn Bridge

Sobre las aguas, el acero
es una página y la página un poema.
Corre el agua, corren las palabras,
y tú flotas sobre la corriente                                      
como un Cristo en lo escrito.                                          
__Yo soy un milagro y tú también.                                 
No lo dijo pero lo pudo haber dicho.                               
Así resumes a Whitman.                                                     
Así desde que por primera vez
leyeras el primer poema.
Tú, él, todos, hojas de hierba
entre las hojas de hierba;
verbos tenaces que se inventan
para soldar agua y acero, Brooklyn
y Manhattan, sujetos variopintos
y vastos predicados;  tú, él, todos
nacidos constantemente entre cielo
y tierra, como los puentes.
Cruzados el acero y el agua,
clavos la memoria, el deseo
y la nada, crees en el milagro
de Whitman, que es Whitman;
en el tuyo, casi, no tanto.

Caracas, 16 de enero, 2011
 
Para María, que se fue*

Sueñas que esta página
es un nido de palabras
donde estrenan su barullo
las palabras que lees,

hasta que unas y otras
ya no son las mismas ni dicen
lo mismo, pues pedir cielo 
es volar alto y desasirse

como el aliento, exhalando
caricias al aire en el aire.
Así paja y pájaro, brizna y brisa 

son estelas de un punto final
que se aleja, tan cóncava su ida
y vuelta que parece inhalar.

Caracas, 17 de agosto 2012

* María Ramírez Ribes (Madrid, 1944-Caracas, 2009) se fue un viernes, como Vallejo. Un 16 de enero. Tres días después varios amigos la recordamos en Venezuela Analítica. Yo lo hice así: María/¿Acaso el tango — donde esta querida papirusa lucía firuletes — se atreve a decir que treinta años no es nada? A principios de 1978 recibí un regalo que ojalá siempre haya sabido merecer: la amistad de María Ramírez Ribes. Fue en Nueva York, antes de mi primer viaje a Venezuela. Desde entonces, a lo largo de todo este tiempo, fue amiga insustituible. Amiga consecuente. Digo fue con tristeza y hasta con cierta rabia: ¿me acostumbraré a hablar de María en pasado? No lo creo. Durante treinta años ha estado siempre muy presente. Y lo está todavía, aunque ahora como algo que me falta y que siempre extrañaré. Franca, sincera, sabía construir ese raro edificio que llamamos amistad. Sin fingimientos, sin falsedad, pues era incompatible con la hipocresía. Sabía también habitar ese edificio, y poblarlo, acogiendo con cariño y simpatía a sus amigos. En su casa, que era un patio con paredes, quienes tuvimos la dicha de conocerla nos conocíamos, nos tratábamos, entrelazándonos gracias a la generosidad con que María se compartía y nos compartía. Con su desaparición, mi colección de ausencias ha crecido mucho. Demasiado. Caracas, 19 de enero 2009.

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Esta entrada fue publicada el 23/09/2012 por en Poesía.
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