Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

Poemas de Raquel Lanseros

       ENTONCES ME BESASTE

Por celebrar el cuerpo, tan hecho de presente
por estirar sus márgenes y unirlo
                                  al círculo infinito de la savia
nos buscamos a tientas los contornos
para fundir la piel deshabitada
               con el rumor sagrado de la vida.

Tú me miras colmado de cuanto forja el goce,
volcándome la sangre hacia el origen
y las ganas tomadas hasta el fondo.

No existe conjunción más verdadera
ni mayor claridad en la sustancia
                                       de que estamos creados.

Esta fusión bendita hecha de entrañas,
la arteria permanente de la estirpe.

Sólo quien ha besado sabe que es inmortal.

YAGO BAZAL SE DEJA VER DOS HORAS

La luna nueva late dentro del corazón
de un hombre declarado clandestino.
    Es una noche oscura como un crimen.
Yago Bazal avanza monte abajo
entre sombras azules que susurran su historia.

Porque los ideales se volvieron ceniza
hace tiempo que Yago no hace fuego.
Así,
va dejando jirones de sus mejores sueños
     en las plateadas jaras a su paso.

Lo recuerda muy bien.

Un búho reconoce el rostro tenso
a veces decidido a rebelarse
contra quienes lo excluyen de los seres humanos
aunque otras veces también muestra, de pronto,
el cansancio plomizo y demacrado
de una lucha sin plazo.

      Hay pocos camaradas
      y mucha escarcha rota.

No es la palabra frío la que agrieta la cara
ni amorata los dedos en las botas deshechas.
     Es el frío de verdad.
Es el frío espeso
de esta primera Navidad después de la derrota
pegándosele al cuerpo igual que una serpiente.

En la guerra Yago había odiado las palabras.
   Podía notar el pulso
      tibio como la tierra
         en las letras de sangre.
Sin embargo, ahora sabe
que no son las palabras quienes matan.
   Cada letra es un pez en el océano,
   un árbol florecido,
pero hay labios que usan las palabras
como se usa una ametralladora.

Fuera se han encendido
las farolas ausentes de la calle.
   Mientras,
   suspira muy despacio.
   El frío le acompaña como entonces.
Si cierra bien los ojos fatigados
Yago se puede ver
   trepando el muro de su propia huerta
      acallando a sus perros
         penetrando furtivo en su mísera casa
                                             de trigo húmedo y ajo.
Aún puede oír el sollozo desvalido
de la mujer que ama
al verlo tan delgado y polvoriento.

Todas las noches Yago vuelve a huir monte arriba
con pocas provisiones y un beso triste quemándole los labios
con los ojos perdidos de los hombres
                                  cuyo futuro ha sido demolido.

Todos nosotros somos ahora y para siempre
las pisadas de Yago contra la piedra helada,
yo soy el pan callado de aquella Nochebuena,
tú eres la luna oscura que le ayuda a esconderse.

Y hoy es mil novecientos treinta y nueve.    

EL DISCRETO ENCANTO DE LA AUTENTICIDAD

Fue Antoine de Saint-Exupéry quien dijo
que conocer a alguien
no era memorizar su nómina y su oficio
sino saber si amaba los geranios…
                             vas contando radiante mientras corres
                             al abrigo del tiempo
                             rasgando una guitarra imaginaria.

Yo apenas te conozco
de esa manera convencional y triste
en que se miden las gentes rigurosas
las mismas que calculan circunspectas
los números ajenos, las posibilidades
de establecer un marco común satisfactorio
como base de sólidas alianzas
que redunden en beneficios mutuos.

     Afortunadamente ignoro todo eso.
    Pero sé muchas cosas.

Aprendí navegando tu mirada infinita que los días
nos premian sólo a veces con veinticuatro horas
que un pez es el vecino del charco de la esquina
y la esquela de un príncipe un folio de papel.

Si conocer es verte sin que te vean los ojos
soñar a tumba abierta y no saber
                             quién se adueña de quién
pulimentar la luna
izar contigo todas las banderas
                                     exentas de pecado
vislumbrar el secreto
elevar al cuadrado la risa de la tierra
escuchar sin abismos
tender la mano igual
                  que quien construye un puente.

Entonces, te conozco.

Raquel Lanseros

Raquel Lanseros nació en Jerez de la Frontera (España) en 1973. Es una de las voces más premiadas y reconocidas de la nueva poesía española.

Ha publicado los libros de poemas Leyendas del Promontorio (Ayto. Villanueva de la Cañada, Madrid, 2005), Diario de un destello (Editorial Rialp, Colección Adonáis, Madrid, 2006), Los ojos de la niebla (Editorial Visor, Madrid, 2008) y Croniria (Ediciones Hiperión, Madrid, 2009), (Ícono Ediciones, Bogotá, 2012) y (El Suri Porfiado Ediciones, Buenos Aires, 2012). Además, su obra ha sido reunida en las antologías personales La acacia roja (Ediciones Tres Fronteras, Murcia, 2008), Un sueño dentro de un sueño (Ediciones del 4 de agosto, Logroño, 2012) y A las órdenes del viento (Valparaíso Ediciones, Granada, 2012).

Entre los galardones que ha recibido por su obra poética destacan el Premio Unicaja de Poesía, un Accésit del Premio Adonáis, el Premio de Poesía del Tren 2011 y el Premio Antonio Machado en Baeza.

Su obra ha sido incluida en numerosas antologías en España, Italia, México, Nicaragua, Colombia, El Salvador, Chile, Perú, Argentina, India, Estados Unidos o Turquía. Licenciada en Filología Inglesa, colabora con poemas, traducciones y reseñas críticas en diversas revistas literarias y publicaciones periódicas. Poeta capaz de expresarse en siete idiomas, parte de su obra ha sido traducida al inglés, francés, italiano, holandés, hindi, turco y portugués.

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Información

Esta entrada fue publicada el 03/11/2012 por en Poesía.
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