MANUEL MEMBREÑO
EL NIÑO QUE NACIÓ UN DÍA EN QUE DIOS ESTUVO ENFERMO Envueltos en sangre vienen los sueños como estallidos de carne espontáneos severos innecesarios. La rudeza del parto abriéndole cuenta al antifaz de alimaña que va como premio en re da do al cordón umbilical. Te has dado a esta tierra como la luna a los muertos: fastidioso, irresoluto. El bastardo con su posta de enfant terrible de dientes afilados y espinazo sin fin vagabundeando por esquivos callejones donde la luz no ha de sentir cuerpo. Y esperás tocar con la llaga de los pies tu placenta y devorarte a vos mismo oh mi dulce caníbal. Porque te has dado a la vida como un búho a la noche: indefenso, pendenciero. Amamantado por la desidia en tu labio han hecho hogar larvas de flojera y el escorbuto en tus ojos pinta fatalidad alojada como dos mazmorras en la tronera de tu cráneo. Te diste a la nada menos recibiste peor encontrarás. Gritar patalear llorar: todo en vano. No conjugués tu puño antes de tiempo: nueve meses son suficientes para concebir el enojo. EL ÚLTIMO BAILE Bailé un tango con la muerte y era la mujer equivocada. Norberto Salinas Cuando llegués a vieja —porque llegarás a vieja— y cuando las luces a tu alrededor no sean más que obstinadas estrellas aletargando su muerte; cuando la música sea sólo el tintineo de una campanilla colgando del roñoso pescuezo de un gato tuerto; cuando en el pecho de tu pareja dejés descansar todo lo que conmigo no tuvo un solo minuto de reposo, estarás triste, extraña y distante amiga, pues /comprenderás —es demasiado tarde— que esta pieza la guardabas /para mí. PORNOGRAFÍA La orgásmica embestida golpeando la vana tranquilidad de los cuerpos y que incesante los arrastra hasta la escena tan repetida: la cama —celda inútil del esbelto torso que se avizora como mástil guía— y dos bultos asilados, callados, sabiéndose tan sólo con sentido estando uno encima de otro. Olvidá si es hombre o mujer; no importa si sos hombre o mujer. Repasá labios, senos, nalgas, penes erectos, flácidos, grandes, pequeños; que ningún túmulo de piel sea extraño a la curiosidad de esta lengua ni la miopía de tus dedos. Dejá todo dogma, todo el miedo. Dejá todo lo que no te sirva fuera de la habitación —mi virgen cuartilla: trémula e impenetrable. No hablés: chillá, gemí, gritá, mordé y perforá hasta que el deseo sea un escudo innecesario. Veníte en su boca, veníte de una vez, laváte y empezá todo de nuevo, pues para qué más es la poesía. MISIVA A UN JOVEN POETA SALVADOREÑO A Vladimir Amaya La soga enmadejándose anudada a la base del estómago invirtiendo el vómito: son los días, Vladimir, augurando la lluvia que nos cae de adentro. Y todavía pensás que tenemos escapatoria. Te empeñás en hallarle seno a Dios y en llamar familia a la hilera de cruces que te recorre del ombligo a la costilla hueca. Tozudamente mordés la manzana y echás su pulpa a las alas de los mosquitos para que en cada nuevo mártir una selva sigilosa les plagie la sangre. No importa cuántas veces le digás a la muerte que nada querés con ella; su agenda no permite citas con malos amantes ni occisos de mentira —si lo sabré muy bien. Permitite no darle tanta importancia al ciego que desde el espejo te espeta; su desdentado ademán no cambiará por mucho que le escupás con mañanas. Hacéme caso, poeta, que las piedras han roto /a llorar ríos. Y también yo empezaré a pudrirme al final /de este poema. ESTUDIO METÓDICO DEL LLANTO porque tuvimos una infancia demasiado correcta porque fuimos presa y víctima una moneda por vez porque los caminos no eran como los habían desteñido porque el viento despeina los álamos sin su permiso porque son de cristal los vientres de las madres porque amo de mil formas distintas a la misma mujer pero ella me dirá que no quiere saber nada de mis libros porque a veces es más bello sólo saber del mar /no verlo porque se nos murió Wichy legándonos su /irresponsable retorno porque biológicamente merecemos menos que /la amargura el llanto nace igual a un mechero Bunsen que torpe sobrepasa a la noche sin distinguirse hasta crecer con el mismo desenfado de las uñas
Nicaragua, 1988. Estudió Ingeniería Industrial en la Universidad Centroamericana [UCA]. Es autor también del volumen de relatos «Flojera» [Centro Nicaragüense de Escritores, Colección Narrativa, 2012]. Publica ocasionalmente a través de su ególatra blog personal: «Confesiones de un sparring» [sparrings.blogspot.com]. Actualmente reside en Managua y trabaja para una empresa de agroquímicos en Tipitapa, fabricando herbicidas y pesticidas, entre otros tipos de veneno.