TRADUCIR LA NOCHE
Un pobre hombre intenta traducir la noche,
buscar vocablos que la representen,
edificar significados que la expliquen,
juntar fonemas y grafemas que la definan,
desarticular las metáforas que se tragaron su luz.
Le tomará toda una vida el empeño,
y no será suficiente.
NOCHES HA DE HABER Y TAN OSCURAS
Noches ha de haber y tan oscuras.
Bailar en la cuerda floja, subir un tanto
mientras se baja con deseos de sumirse.
Amuletos y serpientes, o coito estéril.
Río o procesión, cuerpos desnudos tan cubiertos.
Cada palabra un latido que se esfuma.
Cada luz un parto que se malogra.
No tanto alegoría como sesgo.
No tanto lucidez como contorno.
Noches ha de haber y tan oscuras.
DESPUÉS DE LA CENA
Después de la cena,
algo ha quedado.
Ese olor a ciprés recién cortado,
las luces de colores,
la tenue disipación
de esta tarde de invierno.
Después de la cena,
algo ha quedado.
El olor a tinto ya seco
en el fondo de la copa,
la niebla y este casi silencio,
la música que viaja suave,
como con miedo a importunar.
NOSTALGIA
Un día empezaremos a talar el bosque,
uno a uno irán cayendo los árboles.
Haremos una casa cerca del mar.
Nos bañaremos con la sal y los sargazos.
Despertaremos con el ruido de las olas.
Pero en las tardes extrañaremos
el vago rumor de las ramas,
el olor a tierra mojada,
la leve caída de las hojas.
Regresaremos al bosque,
que ya para entonces será un desolado páramo,
y diremos: “Aquí estuvo la ventana, aquí la puerta,
aquí la pared sur, aquí los maderos del piso.”
EL HOGAR
El hogar que se queda,
ese concilio de voces,
las luces, el olor del ajo,
el sabor de la memoria,
el rostro seco del padre
cuando dice:
“Aquel pan duro
en la galera y el hambre
y oír los tiros en la noche.
Una noche fusilaron a un hermano
que apenas conocía.”
Es el hogar el que se queda,
naturalmente,
y ese olor a madera húmeda,
las tejas oscurecidas
por el tiempo.
“Vivimos en un hueco.
Este solar es un hueco.
Aquí no hay ciclón que entre.
Eso es lo bueno.”
¿Pero qué es lo malo, madre?
La madre hablaba siempre de tiempos peores,
antes los hubo peores,
uno le creía porque la madre no miente,
uno la miraba con orgullo,
y se preguntaba por qué comía siempre
tan última, y tan poco.
Es el hogar lo que se queda.
Poco a poco retorna
y se acomoda
como si nunca se hubiera ido
DILUVIO
He de construir una barca,
navegar
en las aguas vacías de la noche.
Velero sin vela,
flotará con todo su peso
y desplegará alas oscuras
para anunciar alguna vida posible.
He de construir una barca.
Navegaré en silencio,
los ojos cerrados,
la sal guiando el camino.
Un ave extraña se posará en la proa.
No la veré, solo escucharé
su tardío canto anunciando un diluvio.
Será inútil su canción como todas las canciones.
Pero en la noche oscura y silenciosa,
no seré yo quien desdeñe su compañía.
LA LLUVIA
En el río, cuando la noche es fría,
todo fluye misteriosamente.
Callados asistimos a la ceremonia
de las aguas, a la danza de las hojas
antes de que se hundan por fin, tan tristes.
Es un rito, una fábula que surge
de las rocas, del canto tenue de las ramas.
A veces la lluvia interrumpe el silencio,
confunde la corriente sumisa de las cosas.
La lluvia, decimos, la lluvia, la lluvia.
Ernesto G. La Habana, Cuba, 1967. Poeta, narrador, videasta y blogger. Licenciado en Lengua y Literatura Inglesas por la Universidad de la Habana. Primera mención (Poesía) en el Concurso “13 de Marzo” (1987). Codirector de revista de arte y literatura Conexos y director de iSawFinger Productions. Editor del blog http://losrelatosdemauricesparks.com/. Ha publicado Los relatos de Maurice Sparks (Editorial Silueta, 2011). Estos poemas pertenecen al libro Traducir la noche, que será publicado este año por la Editorial Silueta. Reside en Miami.
Aun en la simpleza de temas como después de la cena o el hogar, o en temas tan transitados como nostalgia, la poesía de Ernesto es siempre novedosa, sorprendente y fluída. Gracias revista Conexos.