Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

En la llanura y otros poemas

ANA MERINO

 
EN LA LLANURA
 
Tengo que aprender
a comerme las horas
y a que me salgan insectos por la boca.
Y meterme en los oídos
al viento
para que me respire en sus pulmones.
 
Y todo parezca salido
del bostezo
de una ballena:
en una barca de tres troncos
con las alas pegadas
al paladar.
 
Y no saber
si se abrirá su ensueño a un mar
o quizás a un ahogo
donde sudar
esta fiebre
de pedazos de sol y de labios.
 
 
(de “Preparativos para un viaje”, Premios Adonais 1994, Edit Reino de Cordelia 2013)
 
 
 
CARTA DE UN NÁUFRAGO
 
Con el consentimiento de la nieve
caminaré despacio.
 
Alguien habrá que espere junto al fuego
y yo, que estaré ciega por el frío,
haré paradas breves,
sacudiré el paraguas y empezaré de nuevo.
 
El único secreto es no sentirse
inmensamente lleno de verdades.
No aceptar nunca las invitaciones
que la neblina
sugiere al anidar con sus disfraces
de paisaje feliz, de grandes sueños.
 
Alguien habrá que diga, se ha perdido,
alguien saldrá a buscarme,
y llevará el calor de una botella
donde podré mandarte este mensaje.
 
 
(de “Los días gemelos”, Edit. Visor 1997)
 
 
 
¿DE DÓNDE SOY?
 
¿De dónde soy?
Soy de lo que leo,
estanterías viejas
de libros y selvas,
páginas de tierra ensangrentada
por los disparos que agujerean las paredes
y le cierran los ojos a la vida.
 
¿Dónde está mi geografía,
mi pedazo de mundo?
No siento la patria,
ninguna historia se escribe con mayúsculas,
sólo un susurro extraño
de ventilador y horas inmóviles,
tardes prostituidas,
negocios sudorosos
y las manos atadas a la espalda.
 
 
(de “La voz de los relojes”, Edit. Visor 2000)
 
 
 
PROBLEMAS DE ILUSIÓN
 
La Señorita K.
ayudante de magos
y experta en psicoanálisis
ha desaparecido.
 
Perdieron su rastro
en la demostración
de los espejos y las espadas.
La llamaron tres veces,
golpearon la caja
y en su lugar
aparecieron cosas
que ni el mago esperaba:
un cráter de la luna,
una botella de agua
y un secador de pelo.
 
La Señorita K.
ayudante de magos
sufría depresión
en los últimos días.
 
Según pude leer
en su diario,
se atrevió a enumerar
una serie de síntomas,
y luego concluir
que eran sólo problemas
de ilusión apagada.
 
Problemas de ilusión
donde la realidad
era ajena a su vida
y le hacía dudar
de su propia existencia.
 
Problemas de ilusión
donde todos los sueños
eran las pesadillas
de una serie de monstruos
que ninguna leyenda
ha sabido inventar.
 
Problemas de ilusión
que la martirizaban
donde la salvación
era una muerte blanca
con forma de baldosas
y olor a glicerina.
 
La Señorita K.
ya no está con nosotros
roguemos por su alma
en caso de que Dios
no pueda hacerse cargo,
y tenga que esperar
en el infierno
a que el suicidio deje
de ser una condena.
 
 
(de “Juegos de niños” Edit. Visor, 2003)
 
 
 
HABITACIÓN EN EL NOVENO PISO
 
Noveno piso,
habitación de mujer desnuda
que ha cambiado sus alas
por la sombra del verano
convertida en hilo fino
bordando con su piel
cicatrices azules.
 
Cerradura de plata
incrustada
en el caparazón
de los insectos
que agonizan
en su diminuta celda
de patas extendidas y alfileres
acariciando el cielo.
 
Noveno piso
para fantasear en su cornisa
la libertad
de los arcángeles
espiando sueños
con dientes de vampiro.
 
Aliento de otra vida
cautiva en el abrazo
de una sábana blanca
que envuelve la agonía
de los huesos quebrados
sobre la tierra gris
de las aceras.
 
Llave de la palabra transparente
en el patio de la risa,
abismo de niñez
que se disuelve
con gotas de mercurio
y una fiebre fingida
en un bostezo.
 
Noveno piso
de la felicidad
que nunca llega,
habitación del eco encendido
de la televisión
vestida de ventana caprichosa.
 
Cerradura de paredes blandas
con llave de agujas,
vivir ensimismada
en la frecuencia
de los ruidos extraños
y despertar
transformada en un ser
que ha sido precipicio.
 
 
(de “Compañera de celda”, Edit Visor 2006)
 
 
 
SI ESTÁS VIVA
 
Si estás viva
tendrás que acostumbrarte
al desamor
con su desapacible exuberancia;
neutralizar
cualquier indicio
de su patógena presencia
para volverte inmune
sin perder la cordura.
 
Ser metódica,
tragar el desafecto
con ternura
y reírte en secreto
de tu propia tristeza.
 
Si logras superar
este fracaso,
te harás adicta
a lo que más te duele,
al entramado hostil
de las causas perdidas
que deambulan contigo
por esa geografía
de plenitud ingrávida
que te ayuda a volar
cuando los espejismos
se mezclan con las huellas
de los rinocerontes
que lloran enjaulados.
 
Silencia lo que intuyes,
drena su desnudez
para que cauterice,
y nunca olvides
que el tiempo enamorado
es una medicina
que se agota,
entonces no podrás
ocultar sus secuelas.
 
 
(de “Curación” , edit. Visor, 2010)
 

Ana Merino (Foto cortesía de la autora)

Ana Merino
(Foto cortesía de la autora)


 

ANA MERINO dirige el MFA de escritura creativa en español de la Universidad de Iowa. Ha publicado siete poemarios: Preparativos para un viaje (Rialp 1995, Reino de Cordelia 2013, Premio Adonais 1994), Los días gemelos (Visor 1997), La voz de los relojes (Visor 2000), Juegos de niños (Visor 2003; Premio Fray Luis de León), Compañera de celda (Visor 2006), Curación (Visor 2010) y el poemario infantil Hagamos caso al tigre (Anaya, 2010). También es autora de la novela juvenil El hombre de los dos corazones (Anaya 2009) y la obra de teatro, Amor: muy frágil (Reino de Cordelia, 2013).

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Esta entrada fue publicada el 01/02/2014 por en Poesía.
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