El matrimonio
Como un solo animal que consta d dos partes, así duerme. Así
despierta. Una parte del animal va a hacer café, la otra tiende la
cama. En la puerta se despide a sí mismo, que tengas un buen día, que
t diviertas. Cuando una d las partes muere, la otra avanza, primero
dificultosa luego resueltamente, hacia la parte que le fue ocultada.
Aquello que logra evadir la potencia desintegradora del deseo, conoce
la virtud unificadora d la muerte.
Ambidestreza
No t vuelvas muy creativa, mano derecha, limítate a delinear y
rellenar; los sonetos zurdos, los hemisferios tropicales, la escarcha
que desciende desde la razón, todo impide crear a tus anchas, trabada
como una carreta d grava en una callejuela. No intentes inspirarte,
improvisando (un dedo sigue el cencerro d la conga, el otro la
Inconclusa) a partir d los latidos que se escuchan a lo lejos, desde
otras latitudes. El sujeto lírico, ente común a todas las ciudades, se
lava ambas manos, luego el rostro d esponja transparente
El gato sin dueño
Por qué arañas, gato, la puerta d la casa d la que t fugaste? Sobras,
mendrugos, piltrafa, manotazos, gritos, patadas y hasta caricias,
gritos, arrumacos, silbidos, puedes hallar fácilmente en otra parte.
No es amor la complicidad, ese mutuo, sesgado vituperio que pasa por
tolerancia, no es paciencia. Nos resignamos a orinar y a que nos
orinen en un pacto que llaman “zoología” o “sociedad”; dejas atrás la
cerca y la cadena y ahora extrañas el lazo y el cascabel? No hay
premio para la autonomía, maúllas acaso d memoria, necesitas un candil
en la oscuridad? Tus pies afelpados se encaminan al sismo, allí los
peces son gratis.
Milagro
Conseguiste transformar un suspiro en una inspiración más larga d lo
habitual, seguida d una pausa y una expiración no menos larga. Al día
siguiente volviste a suspirar, y al otro, sin embargo, como los
resultados d un gran tifón, el milagro es irreversible.
Inorgánicamente así
La palabra sucede a la palabra, es inevitable lo literario. Es
inevitable aislarse o confluir; se dice para llamar la atención sobre
un equívoco, se dice para poner las cosas en su sitio (los puntos
sobre las íes), por el gusto y regusto d decir lo dicho y redicho,
para desfazer entuertos y desautorizar una afirmación o negación
injusta, para escuchar la propia exhalación, cargada d sonidos.
A un punto, t das cuenta d q decir no es mejor q no decir, no decir no
es superior a decir, en eso callas, sin afán d siempre o nunca,
inorgánicamente así.
Estos poemas pertenecen al libro La carrera.
Omar Pérez
(Foto cortesía del autor)
OMAR PÉREZ (La Habana, 1964). Poeta, traductor y ensayista. Ha publicado los poemarios “Algo de lo sagrado”(1996), traducido al inglés en 2007), “¿Oíste hablar del gato de pelea?” (1999). “Canciones y letanías” (2002), “Lingua franca” (2009), así como la colección de ensayos “La perseverancia de un hombre oscuro” (2000, Premio de la Crítica). Ha publicado poesía, crítica, ensayo y traducciones en diversas publicaciones cubanas y extranjeras. Entre sus traducciones cabe mencionar los volúmenes “Bueno y sin prisa. Antología de poesía norteamericana” (2005) y “La muerte no tendrá dominio. Poesía recogida de Dylan Thomas (2007). Recibió el Premio de Poesía Nicolás Guillén (2009) por “Crítica de la razón puta”.