¿Erótico o pornográfico?
(Un estudio en busca de los lindes literarios. Parte IV)
El Medioevo
Desde el siglo V hasta el XV, se extiende el período medieval o Edad Media, uno de los períodos más complejos de la historia humana, donde se mezclan muchos cambios. Comienza en Alemania y en tierras del Imperio Romano, con el establecimiento de los germanos y bárbaros; también sucede la consolidación de la monarquía francesa; Inglaterra promulga la Carta Magna; y España se sumerge en la reconquista. Al final del ciclo medieval lleno de aciertos pero también de contradicciones, hubo una larga guerra entre Inglaterra y Francia en la que los últimos ganaron su primera heroína, bella y temeraria, y aunque se le consideraba un demonio en la guerra, sería convertida en santa por la iglesia católica, por su alto sentido de dignidad, patriotismo y sacrificio: Juana de Arco.
La cultura de ese período se desarrolla fundamentalmente después de las Cruzadas. Se difunde el saber una vez ampliados los conocimientos geográficos y de otros tipos: en las artes aparecen los memorables mosaicos de la iglesia de San Pablo, las vidrieras de colores en la catedral de Chartres, las pinturas murales de griegos e italianos. Surgen los estilos gótico y románico en la arquitectura, considerando al primero, el logro supremo de la época. En los siglos XII y XIII, surgieron las Universidades como entidades bajo la dirección de las ciudades, pero cuidadas y respaldadas por el estado papal y los reyes. También florecieron las lenguas vernáculas en los diferentes países, lenguas que permitieron la diferenciación: Lenguas romances, del latín vulgar de los romanos; Lenguas célticas, del celta; Lenguas eslavas, de los bárbaros de la Europa Oriental, y las Lenguas germánicas, que surgen de los dialectos que hablaban los germanos. La lengua internacional siguió siendo el latín, pero era utilizada sólo por los monjes y eruditos.
Los árabes ocuparon gran parte de Europa por casi todo el período medieval; España y Sicilia fueron dos de los focos de dominación más perdurables, y debido a ello los árabes aportaron mucho a esas civilizaciones: modificaron la agricultura y aumentaron su calidad y valor, introdujeron algodón, arroz, azafrán, naranjo y caña de azúcar entre otros cultivos importantes. Perfeccionaron las artes aplicadas —tejidos, cerámicas, cueros, grabados, oro y plata, etc., y construyeron monumentos como la Alhambra de Granada. Trajeron de China la pólvora, el papel, el astrolabio, la brújula y otras revelaciones que permitió que la navegación se hiciera más viable. Introdujeron todo el saber atesorado en Grecia sobre la ciencia, la numeración arábiga, y las palabras de origen arábigo que enriquecieron el idioma español. Nos regalaron el siempre venerado alcohol, y los métodos de destilación descubiertos por sus alquimistas. En la literatura aportaron el Corán —el libro sagrado de los musulmanes, pariente cercano de la Biblia—, la filosofía, la poesía, y el legendario e imprescindible libro: Las mil y una noches.
Las mil y una noches, es una recopilación de cuentos árabes donde se presentan como temas: el amor, la amistad, la infidelidad, la sensualidad, la desesperanza, el erotismo y otros sentimientos; descritos en narraciones fantásticas, poemas, leyendas religiosas, historias, comedias y tragedias. En él se recorre India, Egipto y China entre otros países.
La médula de donde surge el libro proviene de otro antiguo, ubicado en el siglo IX y escrito supuestamente por un cuentista llamado Abu Abd-Allan Muhammad el-Gahshigar, y lo novedoso se encuentra, en la forma de hilvanar las narraciones, surgiendo una a consecuencia de la anterior; técnica de relato enmarcado o la historia dentro de la historia, muy usada hoy.
La primera historia cuenta como el sultán Schahriar descubre la traición de su esposa y la mata. Ordena que cada mujer que estuviera con él en la noche, muriera a la mañana siguiente; pero Sherezade, joven hija del visir, se ofrece como esposa del sultán… La primera noche le cuenta una historia sin final, prometiendo que el día después la terminaría, y así lo sigue haciendo durante mil y una noches, en las que pare tres hijos al rey, y él se llena de amor por ella. El sultán olvida los cuernos y elimina la sentencia, vive feliz desposando a Sherezade que literalmente vivió del cuento.
De las narraciones posteriores del libro, salen grandiosos cuentos que han pasado a la historia de la literatura mundial con lugar preferencial en los lectores jóvenes: Simbad el marino, Aladino y la lámpara maravillosa, Alí Babá y los cuarenta ladrones. Las mil y una noches, traducida por primera vez en 1704, es una de las obras más representativas de la literatura oriental, y una de las que más ha influenciado en los lectores y escritores de occidente. Muestra la peculiaridad de la atmósfera real, el modus viventi, la sensualidad, el erotismo y la fantasía de que se nutre el mundo árabe.
De toda ella se desprendía como un impaciente llamamiento a las caricias desconocidas. Entonces el príncipe se desembarazó rápidamente de las ropas que le estorbaban, y brincó hacia el diván, cogiendo en brazos a la princesa dormida. Y el grito de espanto de la joven, despertada de improviso, quedó ahogado por unos labios que la devoraban. Así se verificó el primer encuentro del hermoso príncipe Diadema y la princesa Donia, en medio de los muslos que se entrelazaban y de las piernas trepidantes. […]
La puerta del palacio se abrió y salieron veinte esclavos y veinte esclavas, y la mujer del rey, y su hermano, en medio de ellos, con su resplandeciente belleza. Al llegar a una fuente se desvistieron todos y se mezclaron entre ellos, y súbitamente la mujer del rey gritó: ‘!Oh, massaoud! ¡Oh, Massaoud!’ E inmediatamente corrió hacia ella un sólido negro que la abrazó, abrazándola ella también.
Las mil y una noches
(Anónimo), Fragmentos
La mayor parte de las obras de la primitiva Literatura Medieval —entre los siglos V y XII— eran religiosas, los clérigos escribían en latín en una sociedad sumergida en la fe, pero a partir del siglo XII, en que se consolidan entre otras lenguas, las romances; esa misma sociedad religiosa aprende a disfrutar y a divertirse, desechando una buena parte de los prejuicios y tabúes de la época.
Giovanni Boccaccio (1313–1375) es el primero de los grandes prosistas italianos, escribe el Decamerón en la entrada de la época medieval, alrededor de 1351. La primera versión que se conserva del libro, data de 1370, y la primera edición española fue realizada en 1496, en Sevilla. Es un libro que consta de cien cuentos tomados de fuentes variadas, como los clásicos grecolatinos, y la tradición oral entre otras. Abarca las temáticas del amor, la inteligencia, y la fortuna. Obra canónica, ha trascendido el tiempo de forma sorprendente, debido fundamentalmente a la fineza y cuidado que se tuvo con la prosa, y el sentido de conjunto con que fue concebido. Decamerón es un ataque a la propia época, y no sólo eso, sino que también marca las pautas de lo que sería, la bandera a esgrimir siglos después en el Renacimiento: ¡El hombre centro del universo! El libro se convirtió en paradigma para la narrativa, y sobre todo, para la novela cortesana, aunque también le deben mucho, la novela moderna, la pintura y el cine…
Boccaccio presenta a sus personajes como individuos comunes, con muchos defectos y algunas virtudes, alejando así el concepto medieval del héroe como sinónimo de fuerte y bello caballero. Desfilan por el Decamerón, ladrones, delincuentes, aprovechados, mentirosos, pillos…, que muestran los pecados humanos. Con un estilo cómico y un lenguaje vulgar, Boccaccio ataca y critica a la Iglesia y sus lastres. Su actitud anticlerical será una característica típica también del hombre renacentista, que acometerá contra el cristianismo y el feudalismo. Veamos pues la forma burlesca con que el escritor mezcla la guasa con la crítica, y a los clérigos en un pasaje erótico-sexual:
Convencido de su sencillez, forma entonces el designio de encubrir sus apetitos carnales bajo el mando de la devoción, y de erigir en acto de fervor y piedad la obra por la cual espera satisfacerlos. Empieza por decirle que el diablo es el mayor enemigo de la salvación de los hombres, y que la obra más meritoria que pueden hacer los cristianos es meterlo y volverlo a meter en el infierno, lugar que le está destinado.
—¿Y cómo se hace esto? —pregunta la joven neófita.
—Vas a saberlo luego, hija mía —repuso el padre Rústico—; no tienes sino que hacer lo que veas que yo haga.
Dicho esto, el ermitaño se desnuda y la niña sigue su ejemplo; entonces, Rústico se arrodilla y hace a la inocente ponerse en la misma postura; de esta suerte y agarrados de las manos, pasea su mirada por el cuerpo de alabastro se la doncellita, que se hubiese dicho estaba adornada, y con gran trabajo logra detener los movimientos de su impaciente ardor. Alibech, por su parte, le contempla, muy sorprendida de aquel modo de servir a Dios, y ve debajo del abdomen una copa gruesa que se movía:
—¿Qué es esto que veo allí —le pregunta—, que se adelanta y se mueve con tanta fuerza, y yo no tengo?
—Esto, hija mía, es el diablo del que te he hablado. Ya ves cómo me atormenta, cómo se agita; apenas puedo soportar el daño que me hace.
—¡Loado sea Dios! —repuso ella— por haberme librado de un diablo semejante, ya que tanto os mortifica.
—Pero, en cambio, tú posees otra cosa que yo no tengo.
—¿Y qué es ello?
—El infierno, y creo que Dios te ha traído a mi lado para salvar mi alma; pues si el diablo sigue atormentándome y tú consientes en que lo meta dentro de tu infierno, me aliviarás y harás la obra más meritoria para alcanzar el cielo.
—Siendo así, mi buen padre, sois dueño de hacer cuanto os acomode. Amo tanto al Señor, que no pido otra cosa que dejaros meter el diablo en el infierno.
—Está bien; voy a introducirle para que me deje tranquilo, está persuadida, hija mía, que Dios tendrá en cuenta tu complacencia y te bendecirá.
Enseguida la llevó sobre uno de los lechos y le enseñó la postura que había de tomar para aprisionar al maldito diablo. La joven Alibech, a quien jamás habían metido el diablo en su infierno, sintió gran dolor al tocarla el religioso, lo cual hizo que dijera:
—Es preciso que el diablo sea bien malo, puesto que dentro y todo del infierno hace daño.
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El solitario era demasiado celoso para su ministerio, para cansarse pronto de hacer la guerra al diablo; por tanto, volvió a comenzar el ataque desde el día siguiente. La niña, siempre obediente, no tardó en experimentar gusto.
—Ya veo ahora —dijo a Rústico— que las buenas gentes de mi pueblo tenían mucha razón en decir que no hay nada más dulce que servir a Dios con devoción, pues no recuerdo haber disfrutado en mi vida placer tan grande como el que encuentro hoy al meter y volver a meter el diablo en el agujero; de lo que concluyo que, aquellos que no se ocuparon en el servicio de Dios, son unos imbéciles.
“Ardiente devoción” (Fragmento de: El Decamerón)
(Giovanni Boccaccio, Italia, 1313-1375)
Los cuentos de Canterbury (The Canterbury Tales) del inglés Geoffrey Chaucer, es el pariente más cercano del Decamerón, y el primer libro basado en el italiano, como este lo hiciera anteriormente de Las mil y una noches. En Los cuentos… un grupo de peregrinos que va a la Catedral de Canterbury, y para pasar la noche y el cansancio, se reúne a contar historias, fundamentalmente picarescas y eróticas. Escrita en verso a finales del siglo XIV, es considerada la mejor obra inglesa de la edad media, y la más británica; ya que es precisamente Chaucer, quien escribe por primera vez en inglés desechando el uso del latín y el francés. Una obra maestra de la literatura clásica anglosajona, en la que aparecen los temas del amor, la religión, el matrimonio, la riqueza… llena de aventuras, infidelidades amorosas, erotismo y humor, narradas por el pueblo, artesanos, caballeros, mendigos…
Otros de los escritores imprescindibles de la época medieval son: Francesco Petrarca (1304 -1374) y Dante Alighieri (1265 -1321). Petrarca fue un poeta lírico nacido en Italia que ejerció una arrolladora influencia entre los poetas posteriores, fundamentalmente los del Siglo de Oro. Boccaccio y él, esparcieron sus ideas humanistas de unificación del paganismo y el cristianismo. Dante por su parte, escribió uno de los libros más grande de la literatura universal: Comedia, que con el paso de los años, por decisión popular, pero sobre todo por Boccaccio, que la bautizó como “Divina”, pasó a llamarse La Divina Comedia.
La Divina Comedia es un poema largo, dividido en tres partes o libros: el Paraíso, el Purgatorio y el Infierno. Un libro enciclopédico, donde confluyen los aspectos morales, religiosos, filosóficos, históricos, sensuales, eróticos, alegóricos y teológicos. Recrea el tormento y gozo del hombre; sin embargo, para desentrañarlo bien, es casi imprescindible la lectura de Vita nueva, obra escrita después de la muerte de Beatriz, el amor de su vida. La Divina Comedia, es un poema simbólico que usa el número tres, como representación de la Santísima Trinidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo; el triángulo de la energía y la luz. Tres también son sus personajes principales: Dante, Beatriz y Virgilio; y tres los versos de cada estrofa (tercetos) con terza rima; como treinta y tres son los cantos —El Infierno tiene uno más—. El poema se considera una obra maestra de la literatura italiana y universal, fue escrito en dialecto toscano de los siglos XI y XII, y ha sido traducido a 25 idiomas.
En el canto V del Infierno, aparecen los fantasmas de Paolo y Francesca, y se forma el despelote. Sucede que el padre de Francesca, la compromete en matrimonio con Giovanni, un tipo desagradable y feo; el matrimonio se hace por poder, y al novio lo representa su hermano Paolo, joven bello que se prenda de la muchacha, y por supuesto, ella de él. Los enamorados comenzaron a chocar lascivamente, y el feo los sorprendió, matándolos. Cuando Francesca se encuentra con Dante en su periplo, le echa la culpa de su infidelidad a un libro, mire usted la fuerza de la lectura:
Leíamos un día por deleite,
cómo hería el amor a Lanzarote;
sólo los dos y sin recelo alguno.
Muchas veces los ojos suspendieron
la lectura, y el rostro emblanquecía
pero tan solo nos venció un pasaje.
Al leer que la risa deseada
era besada por tan gran amante,
este, que de mí nunca ha de apartarse,
la boca me besó, todo él temblando.
Galeotto due el libro y quien lo hizo;
No seguimos leyendo ya ese día.
(Infierno, Canto V, Dante Alighieri).
Los amantes están en el círculo II del infierno, el de la lujuria, un pecado mínimo con un castigo también menor. Los condenados por adulterio permanecen unidos y son arrastrados por los vientos. Como puede leerse en la confesión de Francesca, el enredo se forma por un libro que narra la leyenda de Lancelot y la reina Ginebra, que también pega los cuernos a su esposo, el rey Arturo.
Por su parte La Vita Nuova (Vida nueva) obra con que se da a conocer Dante, está escrita después de la muerte de su amada Beatriz, y responde al razonamiento del deseo; dialéctica puntal de la obra posterior de Dante, que desentraña de una vez por todas, el origen del concepto de erotismo llegando a nuestros días. El libro es canto y culto a la mujer representada en Beatrice, a la que amó con desesperación, y por la que escribió sobre ese amor después de su muerte. Es un amor platónico que va más allá del “amor cortés”, ya que sublimiza a la mujer por encima de cualquier pasión humana. Son sonetos y canzones, intercalados con textos en prosa que detallan su pasión amorosa sublime.
Tan gentil aparece y tan honesta
mi sefiora, al dar a alguien su saludo,
que toda lengua tiembla y enmudece
y de mirar los ojos no se cansan.
Ella camina, oyendo que la alaban,
benignamente de humildad vestida,
y parece que sea algo venido
desde el cielo a mostrarnos un milagro.
Tan grata se aparece a quien la mira,
que por los ojos da un dulzor al alma
que saber puede sólo el que lo prueba.
Y parece que salga de su boca
un espíritu suave, todo amor,
que va diciendo al ánimo: «Suspira»
La Vita Nuova (fragmento)
El amor cortés como filosofía europea medieval, era una manera de perfilar el sentimiento de modo delicado, espontáneo y gentil; pero secreto, ya que se practicaba con la pareja del otro. Era un ejercicio muy practicado entre los miembros de la nobleza. Una especie de swingers que no se realizaba entre parejas formales, sino entre parejas amancebadas —en palabras claras, era el escondite de la infidelidad—. El amor cortés recoge a la poesía trovadoresca, las novelas de caballería y el Dolce Stil Nuovo, incluyendo a Petrarca y parte del Renacimiento. En España donde posiblemente tiene su mayor florecimiento, puede observarse sobre todo en la poesía de los siglos XVI y XVII, en medio de una cultura notoriamente cristiana, donde los poetas cantan al amor descabellado, ilegítimo e impuro. En este tipo de poesía la muerte es para los trovadores la solución a los sufrimientos, de las obsesiones pasionales. El tiempo hizo que se perdiera el significado genuino de la poesía trovadoresca, y en su lugar, apareciera una retórica de la ortodoxia entre los místicos: Jacopone da Todi (italiano) y sobre todos los paradigmáticos españoles, Santa Teresa de Ávila, y San Juan de la Cruz, en su búsqueda de un amor que proclamaban, era puramente espiritual. ¿Será?
Ya toda me entregué y di,
y de tal suerte he trocado
que mi Amado es para mí,
y yo soy para mi Amado.
Cuando el dulce Cazador
me tiró y dejó rendida,
en los brazos del amor
mi alma quedó caída
y cobrando nueva vida
de tal manera he trocado
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
Tiróme con una flecha
enarbolada de amor
y mi alma quedó hecha
una con su Criador;
yo ya no quiero otro amor
pues a mí Dios me ha entregado
que mi Amado es para mí
y yo soy para mi Amado.
GLOSA SOBRE LAS PALABRAS
«DILECTUS MEUS MIHI»
Santa Teresa de Jesús (España 1515 – 1582)
Del medioevo son algunos escritos que hablan sobre la homosexualidad, así como poemas homoeróticos principalmente de las culturas hispanoárabe y de la hispanojudía. Tomemos de ejemplo al poeta Yishaq Ben Mar-Saul, al que se le considera pionero de esta tendencia poética hebrea:
Él ha encendido mis pasiones
y consumido mi corazón con fuego.
Por él yo he sido dejado
sin entendimiento y juicio
¡Llorad conmigo avestruces,
gavilanes y halcones!
El amado de mi alma me ha matado
¿Es esta una sentencia merecida?
Por él mi alma está enferma,
confundida y anhelando.
Su palabra sobre mi corazón
es como rocío sobre tierra seca
¡Arráncame del abismo de la destrucción
cuando me pierda en el infierno!
Sobre el tema John Boswel, nos dice en su libro “Cristianismo, tolerancia social y homosexualidad”: Aunque el Corán y los primeros escritos religiosos del Islam sostenían actitudes moderadamente negativas respecto de la homosexualidad, la sociedad islámica en general ignoraba estas desaprobaciones y la mayoría de las culturas musulmanas trataron la homosexualidad con indiferencia, cuando no con admiración. […] La lengua árabe contiene un inmenso vocabulario de terminología erótica gay, con docenas de palabras sólo para describir diferentes tipos de prostitución masculina. En la poesía árabe de amor es una convención corriente el tono erótico con el que un hombre se dirige a otro. […] La poesía erótica sobre relaciones ostensiblemente homosexuales constituye el grueso de la poesía hispanoárabe. Escribían esta poesía todo tipo de personas de todos los estamentos. Los reyes escribían poemas de amor a o sobre sus súbditos masculinos y recibían a cambio poesía erótica. Los poetas se escribían versos de amor entre sí o los escribían a otros de condición más humilde. […] Cuando al-Mutamid, rey de Sevilla en el siglo XI, escribió, refiriéndose a su paje, ‘Lo hice mi esclavo, pero la humildad de su mirada me convirtió en su prisionero, de tal modo somos ambos y al mismo tiempo esclavo y señor uno de otro’, expresaba un sentimiento con el que sus súbditos podían simpatizar y probablemente ellos mismos habrían compuesto o recitado versos similares.
En este mismo año 2014, en la Torre Jean Sans Peur, de París, se ha inaugurado la exposición : «L’amour courtois» («El amor cortés») sobre los hábitos amorosos de la Edad Media, la misma —que estará presentándose hasta noviembre— se propone por medio de manuscritos, pinturas, ilustraciones etc., demoler las opiniones que sobre esa etapa de la vida han sido esteriotipadas por el medio social y cultural, y que se aplican de forma general a todas las personas, ideas, prejuicios, actitudes, creencias y opiniones del medioevo. La exposición nos enseña que la época medieval fue mucho más liberal de lo que hasta hoy se ha escrito y dicho. Desde aquellos tiempos se viene cuestionando el celibato, ya que varios de los sacerdotes vivían en amancebamiento, El sacerdote y los esposos, es una foto facilitada por la Bibliothèque del’Arsenal, que muestra una escena de Decameron, en la que se observa como un clérigo participa en una comida con un matrimonio, y luego se acuesta con la señora mientras el esposo espera fuera del cuarto.
También hay fotos de tríos en cama, prostitutas en burdeles etc. Lo que corrobora que el “amor cortés” abrió las puertas al “desbarajuste” sexual que vino luego.
Las Cruzadas arrastraron un camino plagado de muerte “necesaria” para lograr el establecimiento de la Inquisición. Con la instauración de este método criminal de censura —igualado en su maldad, solamente con la esclavitud— todo lo referente al sexo, lo erótico y sensual, pasa a ser tema silenciado. Si algún poeta se atrevía a tratar el tema sensual, debía hacerlo utilizando metáforas contundentes que no descubriera ante los neófitos, las verdaderas intenciones. Debido a ello podemos entonces entender el lenguaje de los místicos de la época medieval, sobre todo los españoles, que en el trasfondo esconden una fuerte dosis de sensualismo y erotismo poéticos. Tal vez debido a esas características, la poesía de ‘amor cortes’ no se tome muy en consideración a la hora de hacer un estudio sobre el tema del deseo; por la falta de honestidad y veracidad con que están construidos los poemas, y por las diferentes connotaciones que asumen las palabras. No obstante, el vicio del ‘amor cortes’ se expande de forma increíble, y esos amores otrora enfermizos, morbosos, sufridos, pero imposible de abandonar, son la semilla en la que germinaron los masoquistas y otras tendencias del dolor sexual como medio de placer y saneamiento físico-espiritual. Un ejemplo de ello es Cárcel del amor de Diego de San Pedro, publicada en Sevilla en 1492. La novela está escrita en forma de epistolario, y es un caso típico de ‘amor cortés’ medieval. Se le concedió en su tiempo un absoluto reconocimiento entre los lectores, y fue traducida un año después a varios idiomas. Con una popularidad avalada por la aceptación del amor idólatra, místico, espiritual y puro, entre un hombre y una mujer, San Pedro coloca mucho de todo en su obra: mucho amor y pasión, muchas lágrimas, muchas tristezas, soledades y melancolías; pero su triunfo no evitó que el libro fuera condenado por los inquisidores, que al parecer, lo consideraron muy alejado de los códigos moralistas de la época. Sin embargo, hoy sabemos que Cárcel del amor, se considera la plataforma mímica en que se apoyó años después Fernando de Rojas para escribir La Celestina; obra que escapó de la inquisición. De este ambiente también son: Cantar de Mio Cid, Libro del buen amor, El conde Lucanor, Coplas por la muerte de su padre…
La obra que marca la transición entre la época medieval y el Renacimiento, es otro de los momentos cumbres de la literatura universal: La Comedia de Calixto y Melibea, que más tarde adoptaría el nombre de, La Celestina. Atribuida al dramaturgo español Fernando de Rojas (1470-1541) Representa uno de los pedestales más importantes en el que se erigen el teatro y la novela modernos. Su grandiosidad es tanta que los géneros se la disputan. Unos dicen que es comedia, otros que tragicomedia, y los hay que plantean que es una novela trágica; pero los más “sofisticados” aseguran que es una obra híbrida. Su mayor logro es sin dudas el tratamiento psicológico de los personajes, entre los que se lleva las palmas justamente, la tercera persona, identificada como Celestina: personaje literariamente seductor y capital. Es una mujer usurera, gozadora y codiciosa, que se siente comprometida con facilitar la satisfacción del deseo sexual, propiciando su goce, por el intercambio de favores y dinero. La mayoría de las veces con su participación visual —he aquí un antecedente del voyerismo actual—. Como se sabe, todas las parafilias brotaron con el hombre, “la más perfecta creación del señor”, y no generada por sociedades o manzanas como nos quisieron hacer creer. La obra cuenta como el amor entre Calixto y Melibea cae en las garras de la alcahueta Celestina, quien regirá el romance a su voluntad, esperando siempre una recompensa a cambio. La obra está considerablemente colmada de material erótico, y fue acusada por algunos como indecente y subida de tono. Mezcla lo cristiano con lo sexual, lo elegante y humanista, la tragedia y el humor. Pero la realidad es que el prototipo de la Celestina, su impecable retrato y originalidad, ha sido convertida universalmente en el prototipo de la mujer alcahueta.
Según nos dice el escritor Mario Vargas Llosa en su comentario “Sin erotismo no hay gran literatura”: La Celestina (…), es una obra maestra, probablemente la más importante de la literatura española después del Quijote. Decir que La Celestina es una obra erótica sería empobrecerla, porque aunque es eso, también es muchas otras cosas: una obra de una gran riqueza verbal, de una gran inteligencia en su construcción, que incluye muchas manifestaciones de la vida —la moral, la cultura, la psicología—, pero indudablemente el erotismo tiene en ella un papel primordial.
Desde la Edad Media también nos llega la tradición oral erótica, de las que se archivan, tonadas trovadorescas, que cantan proezas sexuales, manuscritos con títulos altisonantes como, “De putas y cogedores”, “El obispo que bendijo a la concha”, y “El debate de la concha y el culo” por sólo citar algunos de los escritos y cantados con un lenguaje excrementoso.
En términos generales, la Edad Media fue una época de aportes: Giordano Bruno se convierte en mártir de la libertad de pensamiento y de los nuevos ideales, después de ser culpado por la inquisición tras descubrir que los barcos no caían al vacío porque el mundo era redondo; se descubrió la Imprenta, la Sífilis y América, las dos últimas según dicen, consecuencia una de a la otra, y del viajecito de Colón. El único descubrimiento real es el de Johannes Gutenberg, ya que la Sífilis y América, estaban ahí desde hacía mucho tiempo. La llamada “Conquista” —un nombre demasiado seductor para una masacre humana— impuso un régimen de opresión y abuso no sólo social, sino también sexual, de género y raza; nuestros antepasados aborígenes, acostumbrados a mover la cadera con la mínima insinuación, fueron confinados a cambiar el disfrute del deseo, por una práctica restringida, a nombre de un dios desconocido y aparentemente malévolo, que sacó llanto y desolación en el jardín de la gozadera: América.
Ena Columbié
(Foto de Axel Stein)
ENA COLUMBIÉ (Guantánamo, Cuba). Escritora y artista gráfica. Licenciada en Filología. Ha publicado los poemarios: Ripios y Epigramas (2001), Ripios (2006), Solitar (2012) e Isla (2012). En narrativa: Dos cuentos (1987), la antología Las horas (2011), el cuaderno de crítica literaria El Exégeta (1995), y Luces (Editorial Silueta, 2013). Textos suyos han aparecido en las antologías Lenguas Recurrentes (1982), Lauros (1989), Epigramas (1994), Muestra Siglo XXI de la poesía en español (2005), La Mujer Rota (2008), y Antología de la poesía cubana del exilio (2011) entre otras. Codirige las editoriales, EntreRíos y AlphaBeta. Dirige el blog de ensayo y crítica de arte y literatura El Exégeta. Reside en Miami.
Súper!
Muy, pero muybueno, muy bien hilvanado, elocuente, cerrado, certero, gracias doña
cuando leemos algo como esto, quedamos enamorados de tu obra
gracias
Como siempre fuera de serie, felicitaciones Ena…