Las apuestas
las apuestas
no deberían darse en tonos posesivos
ni en los días difíciles
ni en azúcares.
es cuestión de principios
caminar llanamente sobre la superficie
de lo que está amarrado a barcos invisibles
a tormentas de humo
a cánticos.
las apuestas
lejos de ensordecer construyen un silencio
que se torna en mitades
en estación
no en búsqueda.
allí
donde los bancos gastan lo inamovible
se aposenta
como un fango de hiedra
el deseo
lo humano que espera como un tren
ser abordado en marcha.
Lo ambiguo
quién dice «perro» y luego aúlla
como lobo de invierno dibujado
que llega con su hambre
hasta mis propios límites ?
quién va al pozo
por agua imaginaria
que luego no refleja
sino re escribe
y dicta tartamudas palabras
venidas del asombro ?
quién busca la comida
y en mi nombre mastica y duerme
sin sentido la noche en vez de abrirla?
quién ejecuta el salto
y se deja anunciar
antes que su cuello fracture las raíces
y dé contra el cuchillo salido de la tierra ?
quién sino yo
adultera su miseria de niño
y la convierte en otra miseria
que me hace garabatear con lápiz
lo que en próximas vidas
siendo mi nombre Ariadna
voy a escribir dormido
con un hilo de sangre ?
Lo angosto
el hueco de una aguja
no será suficiente
para que mi cabeza atraviese tu mundo.
tendrá que haber un túnel
un agujero negro
una línea de tren
de tú a tú sin término.
tendrá que haber ciudades
y estatuas
y obeliscos
campos de arroz
canícula
hogueras invernales
tendrá que ser la aguja
del ancho de un camello
y tu mundo otro mundo.
el que tienes
no vale.
Lo claro
en las conversaciones
se pulen esas piedras que distan de ser oro.
alimento de peces
y de otros animales silenciosos
las piedras de mi boca
creen que construyen algo.
lo que fuera montaña para la larga noche
se vuelve ante lo claro
una porción de beso
un numen
una limpia visita.
creo en los corredores que van hacia la muerte
pero también hay luces
y ciervos
y antesalas.
en las conversaciones siempre se pule algo
una piedra un camino
un extenso inventario de cosas que nos fueron
cercanas luminosas
extravagantemente familiares.
Juan Carlos Valls
(Foto cortesía del autor)
Juan Carlos Valls (Güines, 1965). Ha merecido importantes premios, entre ellos David, 1991, Loynaz, 1994, Orippo, 1995 (España), Calendario, 1996 y Erótica, de Los Palos 1998. Fue seleccionado entre los ganadores de la primera edición del concurso Pinos Nuevos, en 1993. Ha publicado los libros de poesía De como en la estación de un pueblo el pretexto del viaje son las bestias (La Habana, 1991), Los animales del corazón (La Habana, 1994), Los días de la pérdida (Pinar del Río, 1995), Yerbas en el búcaro rojo (Isla de la Juventud, 1996) y Conversaciones con la Gloria (La Habana, 1998). Además, sus poemas aparecen recogidos en las antologías Anuario de Poesía Unión de Escritores (La Habana, 1994), Poesía Cubana Hoy (España, 1995), El mapa del país (Chile, 1996), Surtidor (La Habana, 1997) y Alba Cubana (España, 1998), Antología de la poesía cubana del exilio (Aduana Vieja, 2011).