I
Mientras más mal hace,
más bien devuelve.
Así el espejo confunde a los que miran.
Solo se oyen aplausos
que corren a velocidad
por el clap clap de las manos: «buena gente»
Nadie diría…
ni la mejor intuición
pudiera marcar con el dedo
lo que realmente pasa desde el balcón.
La luz sigue las rendijas:
cuando la verdad se cuela
te deja verla sin mucha delicadeza;
como suceden las cosas en la vida,
el aire cambia,
y con él, la respiración.
Hay un tono en las paredes
la luz, en la computadora,
ha descubierto a Dios.
Directo al pulmón…
habla.
Hay coros en febrero y en la primavera.
Una vela encendida
produce sombras cuando el número se mueve.
Nada. De momento nada.
¿qué voz querrá hablar ahora
o desear un templo para poder rezar?
Hay cierta nitidez cuando la muerte camina
haciéndose pasar por viva.
Todo depende del tiempo
todo depende de la intensidad del sol,
todo depende de mi ojo seco lleno de lluvias
y del agua que lo persigue para que crezcan rosas.
II
El templo está cerrado
terminó el conocimiento
y las llaves cayeron
murmurando su libertad.
Un ruido hizo su camino
y encontró el amanecer del iniciado.
No hubo otro calor que el conocido
mientras que una mirada se paseaba
por el borde de las montañas.
Todo tiempo es Paz
todo lugar una extensión del corazón.
Todo aleteo un milagro…un hogar.
III
«¿Dónde están los caballos?»
A Lázaro Horta y a su padre
Si pudiera darte la respuesta
o el ritmo del animal que crece con sonido
a fuego lento,
ya no serías más el callado espejo,
el sentido silencio de no saber qué decir.
Tan lejano es el ruido,
que las formas de las cosas han cambiado de lugar,
y sales de la tierra galopando
hecho un globo nocturno,
un rio que se acerca a su casa
para dejar la sangre, el lazo del aire.
El padre se acerca
parece que duerme vertical cuando pregunta
para no perder las líneas de la vida.
Es ancho y perfecto como el mundo que no ve;
ahora hay marcos de colores,
quizás un dejo de realidad lo lleva a tus hombros
y su pregunta es profunda como el cosmos
donde “el tiempo y el espacio son flores”.
Tú eres la casa, la orilla,
el mar que lo lleva a su destino;
siendo hombre, eres “ mujer que corres con los lobos”
le abres la estrella,
sacas su luz para despertar memorias
como si fuera un canto para un labio que no dice.
Maya Islas
(Foto cortesía de la autora)
Maya Islas (Las Villas, Cuba, 1947). Actualmente reside en New Yersey (Estados Unidos) y trabaja en el New School University de New York. Entre sus obras más importantes están: «Sola, Desnuda… Sin Nombre», «Sombras-Papel», y «Altazora acompañando a Vicente». Por muchas de sus creaciones ha sido premiada; en 1986, fue finalista del Premio Letras de Oro y en 1993 se le otorgó el Latino Literature Prize 1993.
Maya querida, siempre abriendo puertas a los poetas. Un abrazo apretado.
besos, mi Ena!
Recuerda que tú has sido la de las puertas.