Hace unos días, como regalo recibí un libro de manos de su autora. Antes de leerlo ya lo consideraba un gesto hermoso, por su hechura y por una fragilidad repartida entre sencillez y obra de arte. El regalo vino de las manos de la poeta nicaragüense Rubí Arana y su título «Alter Fijo del Ego», diez poemas hasta ahora inéditos que me mostraron una voz madura, sabia en escoger palabras y sobre todo poseedora del misterio y la lucidez que necesita la poesía para enterrar su aguijón en la córnea de un lector ávido.
Desde su pórtico la propuesta invita, se acomodan los textos junto a las ilustraciones del artista nicaragüense Omar D’Leon, entre blancos o respiraderos que nos permiten con sosiego, deambular el camino que la poeta transita con una obsesión íntima de allanar lo sacro, lo litúrgico, y someter esa mitad humana de Dios a la dirección en que el poema mira, cuando retrata y reduce a la miseria con palabras.
Rubí Arana es una voz inusual en el panorama literario de la ciudad que habita, una voz que sabe elegir con rigor el destino, el eco y la hondura de sus referencias poéticas, de ahí el poner a convivir en un pequeño espacio mitologías y gestos, animales y astros, rito y filosofía. Todo ello mesuradamente, sin diletar, con el tacto y la suavidad de quien «escucha florecer».
Les propongo la lectura de tres de sus textos con el deseo de que quieran completar esa experiencia buscando un espacio entre sus libros para este «Alter Fijo del Ego» de cuyas voces se sirve Rubí para mostrar sus tantas vidas hacia adentro.
Juan Carlos Valls
Niña del puerto
Luna del puerto la más encantada diosa Selene Diana o Artemis, virgen rabiosa como las evas que no conocieron falo. Veo en tu leyenda huidas no amores. La vida de Acteón, quien te vio desnuda y al deslumbre, tus perros lo huyeron a la muerte. No fue del pobre Acteón la gracia, le robaste consuelo de recordarte en el más humano de los ritos: la masturbación. Ni diste a la vida el chance de invadirte cubriéndote, quebrándote en el proceso de ojos cerrados ante el abismo del más inmortal de los actos luna del puerto niña / de marineros.
Escrito en el féretro de Odín
La muerte
me está hablando con sus manos inmóviles,
la coronada divinidad del silencio.
Su numinosa oscuridad adelgaza
o se planta sol negro.
La muerte está mirando
con el rostro de todos amanecida,
su silencio chisporroteando la noche,
en lo órfico, en mí.
Íngrima y liberta Thánatos
su sombra alucinada de quietud.
Aquí el verbo sucumbe.
El señor de los milagros
Señor de los milagros
Yo le pedía a tu nombre hermoso
Tal vez sólo el cese de un exceso de ira
cuando casi llegado era un súbito vértigo
frenar el impulso
lo difícil
el partir de esa sombra que mira al árbol
del cielo
Tú ahí dormido
dejándote devenir de lágrima (rosarios del mar)
diluvio en inmovilidad.
Tú el cetro del cosmos
el Ritual del Andar que Ur conocía
era un encantamiento como tu ser
Encantamiento del Andar Tú en hombros
a manos llevado de mano en mano
por una multitud herida
de abismo
El viernes que volvió santo tu sangre
derramada en la piedra detrás
de la piedra
en las piedras
sobre esta piedra
tu andar en piedra
sobre las aguas.
Todo no fue apagado a lo cerca
A lo lejos el gallo cantó muerte en la madrugada
(Penumbra de voces)
Coro: Ningún rayo de sol debe posarse sobre el sello
Tú como Ishtar en la pasión y en la guerra
A destiempo de tu leyenda
en los días de Mayo –y Mayo es
rama de alabastro florido bajo la lluvia–
El Papa de Roma (mejor decir César)
renueva el juramento a la guardia suiza
¿y esto contigo qué?
¡qué de qué!
Ahora eres de silencio grave Hermes hermético
Coro: Caducéo mutado en cruz de los cuatro abismos del mundo
A ti escucho la música de esferas
inmóviles a base veloz
del íntimo holograma
detrás del bronce de cristal
Tú como Ishtar en la pasión y la guerra
Coro: Sabes que el verbo no es una sola aparición
El viento la entraña
del solsticio
donde sólo florece silencio veo
escucho el florecer
el sacrificio el invierno
en rigor de toda su quemadura
la mutación
la gloria de una explosión que regresa
criatura divina de primavera
Echo loas a las miríadas de soles
que van a enterrarse
Cronos detenido en mis aguas contempla
la semilla del milagro en la urna
tras el cristal.
Rubí Arana
(Foto cortesía de la autora)
Rubí Arana.Dentro de la mística esotérica, como ha sido calificada por la crítica su escritura, la poeta nicaragüense Rubí Arana ha publicado cinco poemarios: Emmanuel (1987), In nomini filii (1991), Homenaje a la Tierra (2008), Agua sagrada (2010), y Alter fijo del ego (2015). Ha publicado en revistas y suplemento culturales de México, EE. UU. y Nicaragua. Ha sido incluida en diversas antologías de EE. UU., Colombia, México y Nicaragua.
Bien que encajan las palabras de Juan Carlos en los poemas de Arana. En ellos vibran las palabras con un sabor antiguo; lo solemne se deja respirar.Gracias a ambos.
Muy buen escrito Juan Carlos, tú también eres sabio en escoger las palabras que describen el compromiso de esta poeta con la poesía. Felicidades! En Nicaragua, Rubí Arana es una poeta inusual.
Vilma Duarte
Periodista y escritora nicaraguense