Revista Conexos

Una revista de arte y literatura, sin fronteras generacionales ni geográficas

La carne del hermano y otros poemas

JALAL EL HAKMAOUI

 
La carne del hermano
 
 El poema en prosa
  devora
  mi carne
vivo
   &
 
   muerto
y
la
  escupe
   hueso
   en el gañote
 del águila de la eternidad
 
 
 
Por qué el poeta lleva a su mujer al McDonald
 
Tú cruzas las piernas
mientras las olas se postran a tus pies
como un rebaño rabioso de camellos
tú comes por primera vez en tu vida una hamburguesa americana
al mismo tiempo que acaricias el cuello carnoso de tu esposa
disertando sobre la lavadora “Nifari”
la camisa agujereada de “Othomane”
y la mosca rubia americana que tú acabas, sin darte cuenta, de tragarte.
Pero tu esposa te habla de tu coche tan feo como un perro rabioso
que debes cambiar por un asno respetable
si no quieres que tu mujer te cambie a ti y a tus teorías críticas
por no importa qué mueble que serviría para decorar el dormitorio.
Tu esposa se parte de risa llorando con todas sus fuerzas
abriendo a la lengua del viento las plumas de sus piernas
tú querrías atraparla entre los dientes y romperla como una nuez podrida
encerrarla en la caja de cerillas vacía depositada en mesa
pero tú eres un hombre de principios, convencido de estar casado después
                      (de una love story
con una trucha que tiene rasgos de “Manfabuti” y las patas de “Nazic” y a
                      (causa de todo esto
tú te suicidas cotidianamente tragando 100 poemas clásicos
tú no bromeas con los cerdos pero los cerdos tampoco tienen tiempo que
                      (perder para bromear contigo.
Así desde que tú posas tus labios sobre los de la ballena sentada delante de ti
tú te das cuenta que la tierra se puede ahogar en medio vaso de agua helada
y que tú eres un poeta en el colmo de tu felicidad
la muchacha delgada cuya cabeza es tan pequeña como una bola de tenis
está leyendo la revista “Mujer hoy” mirando
a las parejas en la celda McDonnald
que se ensanchan de felicidad poniendo sus manos
sobre los últimos de sus niños rubios que gritan: papá, papá, mira
ese hombre se orina sobre nuestro coche.
McDonald retrocede rascándose el rabo
y el poema, el poema es una red de pesca con mallas gigantes
para atrapar el mayor número posible de osos
yo no me fiaría de la esposa del poeta que tiene rasgos de “Manfabuti”
ni de la joven delgada leyendo “Mujer hoy”
y que miraba su reloj dejando al lado su vaso todavía
lleno de Coca-Cola.
 
 
 
La nariz de Al Pacino
 
He venido a esta tierra oscura
con la nariz de Al Pacino
(el verdadero Al Pacino mira hacia arriba)
 
para ver danzar a estos niños sobre los ritmos de los jinetes del Apocalipsis
& desgarran sus vestidos para hacer salir salir
recién nacidos fuertes y rudos
& golpean con su manga sobre el vientre del mensaje oriental
ellos toman por asalto los carteles de las salas de cine…
los desgarran en trocitos
& cuelgan en su lugar la foto de un hombre que se llama el suplicio de la
                                 (tumba
(dando un corte de mangas a Bush Jr.)
 
He venido a esta tierra oscura
con la nariz de Al Pacino
para conducir como un piloto de fórmula 1
el coche de Nicole Kidman
para aplastar a los enanos que suplican el grano negro
para mirar la televisión de los pobres
para sacrificar un cordero virtual
en honor del hombre nuevo
 
(el Hombre nuevo mira hacia abajo)
 
 
 
Diluvio
 
El alba
marcha en la tierra de los muertos.
 
Mis manos solitarias ahogan el silbido de los trenes lejanos.
 
Niños corren hacia mí
yo corro hacia el poema.
 
En la habitación de los muertos
leo «El barco ebrio»:
 
En mi cuerpo brilla en mil fuegos el oro de los
cazadores en trance.
 
¿Me he extraviado en el poema?
 
En mi poema oigo
la risa de los muertos y el aullido de los orfelinos
mi desierto rojo pone en el mundo al poeta ciego.
el poeta ciego sueña sobre el lecho de la eternidad.
 
¿Y yo?
¿Y yo?
 
Muerto
Ahueco el mármol del poema podrido podrido
 
Hasta que la maldad del mundo cubra
la boca ensangrentada de los chacales.
 
Mi poema ignora las limusinas de los ministros
la sal de los textos de vanguardia.
 

es mi poema
el que me acompaña al alba en la tierra de los Muertos-Vivos.
 
Es en mi poema
donde se entrematan los poetas vivos
y los ladrones muertos.
 

mi desierto rojo pone en el mundo al poeta ciego
el poeta VE el fulgor de la eternidad en el ojo del águila jaguar
¿y yo?
 
Ébrio me tiendo en la garganta del poema y espero el DILUVIO.
 
 
Traduccion al español por José Luis Reina Palazon.
 

Jalal El Hakmaoui (Foto de Rayo Reyes Osorio)

Jalal El Hakmaoui
(Foto de Rayo Reyes Osorio)

Jalal El-Hakmaoui (Casablanca, Marruecos, 1965). Vive y trabaja en Rabat donde enseña traducción literaria. Ha publicado varios libros de poesía en árabe, entre los que destacan: Certificado de celibato (1997), Berlín (2004), Ir un poco al cine (2007), Lo que no ha dicho a Al Pacino (2013). Además un ensayo sobre la cultura marroquí moderna y una decena de traducciones. Es fundador de la revista francófona marroquí Electrón libre. Desde 2002 es director del Festival de la Poesía Mediterránea de Rabat, organizado por la Unión de los Escritores de Marruecos. Es traductor al árabe de Lorand Gaspard, William Cliff, Francoise Lalande, Mostafa Sitou, entre otros. Es reportero para periódicos y revistas marroquíes y árabes.

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Esta entrada fue publicada el 26/07/2015 por en Poesía.
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