Estoy procurando vivir sobre los techos
otra existencia, convertirme
en la inscripción del metal
para silbar cada tarde su melodía.
Antes de abandonarme,
debo pasar por mi boca las palabras,
los nombres que enjuiciaron mi piel,
la identidad de los poemas
que deshabitaron la tristeza.
Sobre los techos de zinc
nadie se asoma al mundo;
un silencioso murmullo invade el cuerpo
como una melodía hostil
que aumenta el diafragma.
La sola plaza de metal hirviente
improvisa antenas que en su esbeltez
reproducen señales
para expandir una imagen que desaparece.
Cuál es la cena donde parto el pan
y soy la amante más vieja
que conversa con graznidos imprecisos
alguna costumbre sin pudor.
Qué voz puedo cantar
si hay rumores atrevidos
que conquistan los páramos
con un simple gesto.
Es una tarde de vacías alforjas,
de inmóvil castidad donde el agua
deja un inocente y húmedo rastro
para distraerme y buscar
en la ansiedad de unas manos,
quién corte el pan y lo sirva en la mesa.
Sequía
Me acomodo cerca de los diques
a recuperar las falsas crónicas del pasado.
He ordenado dormir apacible las aguas
y conocer la verdad que oculta.
Lanzo migajas de pan al vacío…
Mi padre ha heredado dos mil acres de tierra
lejos del pueblo. El remedio de alimento
se subasta con trabajo.
En las tardes, cuando baja del cielo
la visión hambrienta de la sombra,
prendemos los mecheros de petróleo
y espantamos los demonios de alas con humo.
¿Quién corta la tempestad
sin dividir el hambre para consolar el nacimiento?
Las reformas de abuelo,
la máquina de coser que pulsa los remiendos
y todo mi esqueleto es un arado suspendido en la tierra
sedienta que reposa en las noches junto a trilladoras y cerdos
que contaminan con su hedor mi juramento.
Lanzo migajas de pan al vacío…
Aun más profundo, mi carne
devora las vibraciones del reposo
para sentir brotar el delirio,
otro nacimiento que todos ignoran
cuando la visión nocturna
enciende mi agónica sed;
un roce de mano aplomado sobre el polvo
para recorrer, al amanecer, el surco,
acariciar los peñascos y hundirme
en el calor de las pútridas raíces.
Convencer a abuelo de que no habrá cosechas
que he arruinado mi vestido en las plantaciones
y aun sostengo en mi boca el grito
en un pueblo que ensordece de tizne.
Estamos tan desesperadamente solos
consumiendo el rumbo de la trampa
hasta ceder en su voluntad mientras
riego las ultimas migajas de pan
a los puercos.
Después de mí, la alegría,
la esencia del humo como enigma,
la prolongada visión de los muertos
que destronan los musgos de la casa.
Es atrevido el aire que la recorre,
oscuro el inapresable reflejo
que escarba en el plato.
Después de mí, la incierta boca,
el silencio que entrega a los retratos
el instante más falso,
la poesía que acompasa la tristeza
en su articulación ciega.
Después de mí, el vacío,
la estrechez del aire en los pulmones,
la renuncia.
Prevalece la palabra escrita,
la boca gime dolor. Nada asombra,
ni las sangrantes manchas,
ni la condición que domina los impulsos.
Ya quisiera huir de lo pronunciado
y existirse sin rastro, pero
¿cuánto demora el silencio
en negar la palabra?
Lariza Fuentes López
(Foto cortesía de la autora)
Lariza Fuentes López (Fomento, 1973) Poeta y narradora. Licenciada en Letras por la Universidad Central «Marta Abreu» de las Villas y Especialista en Edición de Textos. Tiene publicado los poemarios Asesino de aves (2005) Editorial Sed de Belleza, Livianos torsos (2007) por la Editorial Capiro y Sin mapas (2012) Ediciones Luminaria. Figura en las antologías: Queredlas cual las hacéis (2007) Editora Abril, Noche cálida en Santa Clara (2009) Editorial Capiro, Faz de tierra conocida (antología de poesía villaclareña) (2010) Letras Cubanas, La Isla en versos: cien poetas cubanos (2011) Ediciones La Luz, Holguín, Catedral sumergida. Poesía cubana contemporánea escrita por mujeres (Letras Cubanas, La Habana, 2013). Poemas, artículos críticos e investigaciones aparecen en boletines y revistas tales como: Umbral, El cuervo (Puerto Rico), Ariel, Educación, Huellas, Islas. Actualmente se encuentra en proceso de edición su novela infanto-juvenil Aves de la memoria (Ediciones Obrador, Canadá).
Excelente poeta y editora cubana